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Espalda contra espalda

El entusiasmo que sectores políticos y mediáticos ponen en encontrar la grieta entre Alberto y Cristina es encomiable y, a la vez, patológico. ¿Por qué la necesidad de resaltar las diferencias?


Por Mauro Federico

En El arte de la guerra, Sun Tzu explica un conjunto de estrategias, indispensables para superar situaciones bélicas complejas. En este tratado de guerra, escrito en China entre los siglos VIII y V a. C., su autor también se fija en la importancia de dividir las fuerzas del enemigo, previo a la batalla. Para Sun Tzu la esencia de la guerra reside en subyugar al contrario desde antes de entablar el combate. Para esto pocas cosas son tan efectivas como atomizar las fuerzas del bando opuesto (en especial si se trata de un ejército muy grande).

El espionaje y la posibilidad de sobornar a los aliados de facto o potenciales del enemigo se vuelven así dos herramientas de notable valor para cumplir con los preceptos del divide y reinarás.

Es difícil trazar cualquier hipótesis cuyo enunciado contemple a Mauricio Macri leyendo un libro tan profundo. Pero el contenido de El arte de la Guerra bien podría estar emparentado con la estrategia que –desde ese indefinido conglomerado de intereses, personajes y espacios políticos que hoy representa a “la oposición”– se viene vertebrando de cara a este 2021 que estamos por parir.

Quien esté diseñando esa jugada tiene muy en claro que la derrota de Cambiemos en las elecciones de 2019 estuvo cimentada básicamente en dos hechos: la inoperancia del gobierno macrista y la lectura inteligente de Cristina Fernández de Kirchner para vertebrar la unidad del peronismo bajo el paraguas del Frente de Todos.

Lo hecho, hecho está, por lo tanto, la incapacidad de gestionar los asuntos gubernamentales solo podrá ser revertida si alguna vez los macristas vuelven a ser gobierno. Pero para ello, necesitan operar sobre el segundo punto, que es socavar los cimientos de esa amalgama peronista que permitió erigir la victoria de los Fernández en octubre pasado. Y para ello cuentan con la ayuda “invalorable” que le suministra un conglomerado mediático encabezado por el Grupo Clarín, poniendo a disposición de la “causa” toda la artillería mediática. Además de la crítica sistemática a las políticas preventivas implementadas durante la pandemia para evitar el desborde del sistema sanitario (a la que peyorativamente algunos bautizaron como “infectadura”), en el podio de los argumentos legitimados por la corporación más poderosa de la Argentina para cuestionar la gestión Fernández, aparecen tres “supuestos” recurrentes: el “ataque” a la propiedad privada perpetrado por el Estado, con la consecuente condena a la meritocracia de los que más tienen; el “atropello” del Ejecutivo al poder judicial y fundamentalmente a su cabeza, la Corte Suprema; la “interna descarnada” entre “albertistas” y “kirchneristas” que amenaza con hacer colapsar al gobierno.

Tapas de diarios, revistas y portales, con titulares rimbombantes; horas de radio y televisión, con desfile de entrevistados y seudo analistas; y un staff de dirigentes opositores, con afiladas lenguas y libretos guionados prolijamente por los arquitectos discursivos del establishment, son las municiones disparadas a repetición que impactan contra el gobierno.

No hay razón para ocultar que el oficialismo ofrece flancos propicios para los ataques. Más allá de la pesada mochila que dejaron los anteriores inquilinos de la Rosada y el estallido de una pandemia que agravó el cuadro de situación a límites inimaginables, los “errores no forzados” cometidos por algunos funcionarios, le hacen el campo orégano a los atacantes.

La mayoría de los analistas políticos coinciden en que uno de los principales déficits de la coalición oficialista es la falta de coordinación de su política de comunicación. “El principal vocero de su propia gestión siempre termina siendo el presidente, generando cortocircuitos con las diferentes áreas de gobierno por la poca claridad con la que circula la información”, explicó a #PuenteAereo el titular de una consultora política muy reconocida.

En tiempos de crisis como los que atravesó el mundo durante todo este año que vivimos en peligro permanente, es fundamental que las decisiones y la información sensible relacionada con la gestión, sean coordinadas y administradas con inteligencia, para evitar contradicciones y las tan inconvenientes “idas y vueltas”. Y esto no siempre ocurrió.

Por eso es fundamental para el FdT mantener la unidad que le permitió recuperar el manejo del Estado. Y para ello es esencial que Alberto y Cristina mantengan el delicado equilibrio de las fuerzas que integran la coalición gobernante. Solo ellos pueden hacerlo.

Por eso, este viernes participaron juntos de un acto en La Plata donde apuntalaron el gobierno de Axel Kicillof en territorio bonaerense y construyeron sendas piezas de oratoria donde repasaron el Debe y el Haber en este primer año de gestión, con los correspondientes pases de facturas para los “funcionarios que no funcionan” y el renovado reclamo por la tan dilatada reforma del Poder Judicial.

“Sin vacuna no hay gobierno”

La frase suena fuerte. Pero puertas adentro de Palacio, todos saben que si fracasa el operativo de vacunación anti Covid será imposible pensar en el relanzamiento de su gobierno que hoy Alberto Fernández tiene en mente, con recambio de gabinete incluido. Para garantizarse la llegada de las tan ansiadas dosis (de donde sea) el ministerio de Salud firmó tres acuerdos para garantizarse el stock necesario como para inmunizar a toda la población durante 2021.

El primero fue con el laboratorio AstraZeneca, que desarrolla la vacuna de la Universidad de Oxford, y cuyo principio activo se fabricará en el laboratorio argentino MabXience. El segundo fue con el fondo COVAX, un mecanismo global para la compra de vacunas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y el tercero con la Federación Rusa para la llegada al país de la vacuna Sputnik V, desarrollada y producida por el Centro Nacional de Investigación Gamaleya. Había una cuarta negociación con el laboratorio Pfizer, que se empantanó a fines de la semana pasada. Y la noticia generó alarmas múltiples en el ámbito sanitario y político. Los representantes de la compañía farmacéutica —de capitales norteamericanos— deslindaron responsabilidades en el gobierno argentino, aduciendo que “no estaban dadas las garantías necesarias” para una distribución efectiva de las dosis. Y pusieron como ejemplo el tema de la logística de distribución que, para el caso de este tipo de medicación, requiere de freezers especiales con temperaturas de -80° centígrados que garanticen la cadena de frío.

Sin embargo, el martes Ginés González García cruzó con vehemencia estos argumentos afirmando que había sido el propio laboratorio el que, a último momento, puso “condiciones inaceptables” para suscribir el convenio y se echó para atrás en una decisión que ya había comprometido en julio, tras una reunión en la que el propio presidente Alberto Fernández recibió en Olivos a los representantes del consorcio.

De hecho, tras aquel encuentro, Argentina fue seleccionada como uno de los países donde desarrollar el ensayo clínico de fase III de la vacuna, que  involucró a más de 4.500 voluntarios de nuestro país. El compromiso adoptado por Pfizer fue el de darle prioridad a la Argentina a la hora de la distribución de la vacuna, con la magnitud suficiente como para poder universalizar su aplicación. Y no lo cumplió.

El gobierno llegó a promulgar una ley de vacunas a medida de los requerimientos del laboratorio norteamericano, otorgándole condiciones de inmunidad que exceden las que brinda el Estado argentino a organismos internacionales o programas de organismos multilaterales. A pesar de todo, los representantes de Pfizer fueron poniendo condiciones inesperadas y diluyendo los compromisos que asumían, argumentando que los cambios en las condiciones los exigía la Casa Matriz a medida que otros países sí firmaban.

Una fuente muy importante de la cartera sanitaria explicó que “nos fueron corriendo el arco a medida que nos acercábamos a la firma del convenio, hasta que terminaron por dejar en evidencia que la verdadera razón para incumplir el compromiso es porque no tienen la cantidad de vacunas necesarias. Al principio Pfizer dijo que tenía posibilidad de entregarnos algunas dosis en diciembre y el resto de las 3 millones que estábamos conversando entre enero y febrero. Como tienen problemas de disponibilidad, no se animan a firmar un contrato que tiene que ver con una temporalidad”.

La interpretación del funcionario consultado incluye una estadística significativa: “el 54 por ciento del stock disponible según las posibilidades de producción que hoy tiene en sus plantas el consorcio estadounidense-germano fueron a parar a manos de países que concentran apenas el 13 por ciento de la población mundial, justamente aquellos que tienen los recursos económicos para aceptar las condiciones que impone el laboratorio”.

La esperanza viene de Moscú

El vuelo AR 1060 que partirá el próximo martes 22 de diciembre a las 3:30 de la madrugada con destino a Moscú, no será uno más. El Airbus 330-200 de Aerolíneas Argentinas tendrá la misión de trasladar desde Rusia las vacunas Sputnik V con las que el gobierno nacional prevé inmunizar a 300 mil personas antes de fin de año.

Por estas horas, el avión se encuentra en el hangar principal que la aerolínea de bandera tiene en el Aeropuerto Ministro Pistarini, de Ezeiza y está siendo preparada para el traslado de las vacunas, que viajarán de regreso hasta el país dispuestas en la bodega de la aeronave, acondicionadas en recipientes que permitan conservan la refrigeración requerida para no interrumpir la cadena de frío. Según la hoja de ruta establecida, el viaje sin escalas hasta el Aeropuerto Internacional de Moscú-Sheremétievo insumirá unas 16 horas, mientras que el retorno, está previsto para el miércoles 23 a las 18:30.

La logística de relojería que delinean desde Aerolíneas Argentinas para traer al país las dosis de Sputnik V, incluye la preparación de veinte tripulantes (entre los diez pilotos, azafatas y personal de despacho) que participarán de la odisea. Hasta Moscú viajó a principios de esta semana por orden del presidente Alberto Fernández, una comitiva encabezada por la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, la asesora presidencial Cecilia Nicolini y técnicos de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), con el objetivo de “ultimar detalles sobre el desarrollo de la Sputnik V, que se encuentra en los tramos finales de la Fase 3 de experimentación clínica”. En territorio ruso, el proceso logístico estará a cargo de la empresa DHL, con vasta experiencia en el traslado de todo tipo de mercaderías.

El convenio entre el gobierno argentino y el de la Federación Rusa, establece que las dosis de la Sputnik arribarán al país de la siguiente manera:

300.000 vacunas antes del 31 de diciembre (llegarán el 23/12).

5.000.000 de vacunas antes del 31 de enero de 2021.

14.700.000 vacunas antes del 28 de febrero de 2021.

En total son 20 millones de dosis antes del 1° de marzo.

Una vez en territorio argentino, el gobierno prepara un trabajo centrado en los postulados del “federalismo sanitario” para establecer “un reparto de vacunas acorde a las necesidades de cada distrito”.

 

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