Espectáculos

Producción y creación

Espacio Bravo o el arte de la gestión del arte

Tres mujeres. Un grupo teatral y un espacio que se ofrece como sala para quienes deseen mostrar su trabajo. La cartelera de Espacio Bravo no sólo se nutre, sino que también produce el teatro independiente de Rosario. Bienvenidos a Catamarca 3624


La escenografía

Es mediodía. Hay un sol que se mete por el patio, alimenta las plantas y le da un aire de casa de barrio. El espacio al que se ingresa cuando se traspasa la puerta antigua no se relaciona de manera directa con la idea tradicional de una sala de teatro.

“Las plantas estuvieron un poco tristes –dice Elisabet Cunsolo– porque Paula estuvo de vacaciones. Ella se encarga de moverlas y analizar lo que les conviene”.

La frescura de las plantas combate el aire sofocante del verano que está instalado en pleno febrero. La primera puerta da a una sala demasiado pequeña para ser un auditorio. En las paredes se ven fotografías colgadas, hay sillas de varios colores y estilos, sillones, una mesita ratona con revistas y folletos. Una trae agua. La otra ordena unos bártulos. La tercera mantiene una conversación con la intrusa. Finalmente se ubican. Sentadas en un sillón Paula García Jurado y Elisabet Cunsolo. En una silla, a la derecha, Romina Mazzadi Arro. Las tres miran entre asombradas y ansiosas.

La trama

Las historias particulares de Espacio Bravo e Hijos de Roche se tocan, se entreveran, se funden, se bifurcan. Tanto que se confunden. Es imposible hablar del espacio sin mencionar al grupo. Y viceversa. Pero hay formas de desenmarañar el enredo de esta madeja. Se abre el telón.

Hijos de Roche

1999. Como si no pasara nada. Romina Mazzadi Arro en dramaturgia y dirección. Paula García Jurado, Carolina Hall y Tití Riciutto poniendo el cuerpo. Proponían mirar con inocencia, como si no pasara nada, lo cual es cierto. O mejor dicho era cierto, hasta ese momento. La obra, resultó ganadora de la Fiesta Provincial de Teatro Rosario 1999, obtuvo una mención en la Fiesta Regional, fue ganadora Subsidio para Coproducciones, organizado por el área de teatro de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario. Pero es cierto. Aún no pasaba nada. Si lo comparamos con lo que vino después, esta es solo la punta del ovillo.

¡Bravo!

2000. Nuevo milenio, un par de estudiantes de la escuela de teatro, un tarro de detergente, aplausos frenéticos y gritos desesperados. La perspicacia de quien sabe detectar un diamante en el medio de la sordidez institucional, sumada a la mirada precisa de quien necesita una historia de “pe” a “pa” dieron como fruto un encuentro que se proyecta a futuro. Nadie lo sabe en ese momento. ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravo! Martín Gross y Elizabeth Cunsolo entran a escena. Dirige Mazzadi Arro. Responsable de vestuario y de la linealidad de la historia García Jurado.

La crisis y el disfraz: el comienzo del enredo

Combo explosivo. Como el 2001. “La situación económica era apremiante. Y nosotres estábamos ensayando”, recuerda Mazzadi. “Estxs pibes se recibían e hicieron el papelón del siglo. Mientras iban a la graduación todxs disfrazadxs, pintados de dorado, en un taxi, con aviones de cartón, la Sala de la Cooperación estaba cerrada porque estaba explotando el país. Fue para esa época que se enganchó Bravo a Hijos de Roche y quedó como una de las obras del grupo”. Desde ese momento, Hijos de Roche conoció todas las salas de la ciudad.

Alquilaban, ensayaban, actuaban. Vino una seguidilla de obras: Hasta la exageración (2002), Amílcar, el fantasma de la inseguridad (2005), Insoportable, el término de un largo día (2007), Se finí (2008), El grupo (2009). Pero el quiebre se produce con Baby Jane (2010): dirigida por Mazzadi Arro y con las actuaciones de Cunsolo y García Jurado se arma el triángulo que se monta al hombro el sueño de un espacio propio. A lo Virginia Woolf, pero colectivo y teatral.

Dar sala

Diez años después de la formación del grupo, después de pulular por todas las salas de la ciudad, cuando finalmente las obras comenzaron a mostrarse en el espacio de la calle Pasco que funcionaba como: a) casa de la directora, b) estudio, c) sala de ensayo, y d) teatro, surge la idea de que Bravo sea un espacio. Mazzadi dice que cuando le preguntan si fue difícil para ellas como mujeres llevar adelante un proyecto como Bravo, sostenerlo en el tiempo y ampliarlo, responde que no le parece que por ser mujeres haya sido más difícil. Habla del ambiente solidario del mundillo teatral. Dice que no lo vivieron de ese modo. Piensa: “Directoras mujeres de mi edad muchas no hay. No me he sentido hostigada por este ambiente que es muy solidario. En el grupo han circulado chicos también, pero fueron cayendo”.

Entra Paula

“Cuando se inició era Romina, y Elisabet”, dice Paula. “Ellas estaban más conectadas con las clases, venían trabajando con eso. Cuando nos sumamos había cosas que ya estaban resueltas: en calle Salta había luces, había tarimas, estaba el espacio. Después nos asociamos y nos empezamos a dar cuenta de lo que era gestionar. No sé si fue difícil por ser mujeres, pero sí el mundo de la burocracia era muy distinto del que veníamos. Fuimos quedando nosotras tres. Nos fuimos eligiendo”.

“Se fue dando así. Nosotras no tenemos hijxs. En un momento, algunas de las chicas tuvieron que dejar para ser madres. Concretamente”, agrega Elisabet.

Acto II

28 de Marzo de 2018. Director ejecutivo del Instituto Nacional de Teatro, la presidenta del Fondo Nacional de las Artes. Asignación de subsidios a favor de Espacio Bravo.

“El pedido del subsidio del Instituto era para la otra casa –dice Romina–, para que te den el subsidio tenés que estar funcionando. Pero éramos un grupo decente, con un espacio en una ciudad que está corta de salas. Yo estaba segura de que se iba a dar”.

La trama dice que van a tener que lidiar con varias situaciones: la casa en la que estaban no estará a la venta, deberán gestionar un nuevo lugar. Darán clases, juntarán papeles para presentar, limpiarán la sala, regarán las plantas, atenderán la boletería, organizarán la grilla, harán publicidad, llamarán al plomero, harán las cuentas, pagarán impuestos, comprarán detergente. Y volverán a empezar una y otra vez. Todo esto sin parar. Elisabet mira primero a Romina, después a Paula. Luego, sonríe, pícara.

“Ellas dos tienen una visión más amplia de la cosa –dice Elisabet– están un nivel más arriba, saben qué papeles hay que presentar, las fechas, etcétera. Pero de alguna manera estamos todas en todo. Roles fijos no hay (piensa, mira a Romina, la apunta con el dedo, riendo) Aunque ella es la contadora”.

Romina agrega: “La rueda que hay en Rosario es la de la gente que la gestiona y que la tracciona. En Rosario es difícil vivir de esto, pienso en los actores, sobre todo: no hay publicidad, no hay televisión, lo que hay es teatro. Rosario es así. Los músicos están en la misma. La autogestión es lo que mueve la rueda.

—El futuro ya llegó. ¿Y ahora qué?

—Elisabet: Ahora hay que ampliar.

—Romina: Yo me siento frente a un papel en blanco. Viene otra etapa. Volver a dirigir para mí fue fundamental.

—Paula: Reacomodarnos en una nueva dinámica, que significa no enloquecer. Fueron tres años de una locura tremenda, mucha gestión, mucho cuerpo, mucha plata. A mí me parece que queremos ofrecer algo más, que además de una sala sea algo más: que puedas disfrutar de estar en el patio, que puedas ver una mini exposición de arte, que te puedas llevar un libro.

Perfil artístico o lo que nos une

A fines del siglo pasado, estaba de moda el teatro off, de nicho, sucio. Mazzadi recuerda la época en que lo que se llamaban teatros under era en sótanos transpirados y se hacían apuestas muy alocadas.

“Era un arrastre de lo que fue la posdictadura”, dice Romina y agrega: “Eran unas obras tremendas, demasiado experimentales. Pero hubo un momento en que eso empezó a cambiar. Ya no había que esconderse, no había motivos para entrar en esas trampas mortales, en las que hacía calor y no había baños”.

El teatro independiente de Rosario hoy es conocido por la calidad y la cantidad. Dice Romina que se hace mucho con nada, y eso repercute en la creatividad. Cuando tenés poco, tenés que apelar más a la imaginación. El teatro cambia, porque la sociedad cambia. Refleja su época. Si el teatro se repite, no tiene sentido.

Paula: Yo creo que nos une la historia. Hay algo de un lenguaje común que se fue construyendo. En mi caso, viene de la visión de Romina. Yo me fui enamorando un poco de ese modo, de ese estilo, de ese lenguaje, fui comprendiendo y empezando, desde mi lugar, a aportar ahí.

Elisabet: cuando yo vi Como si no pasara nada, me encantó ese relato, esa forma de actuación. Es un poco el germen, Romina, y a partir de ahí se dio este cruce entre las tres que viene encastrando bien. Nace ahí, y después empezamos a aportar otras gamas de colores.

Romina: No hubo nada premeditado. Fuimos acordando, creando, gestionando. Nada, nada premeditado.

Sueños locos

Elisabet: ¡Una gira!

Paula: De seis meses

Romina: ¡Por los países nórdicos!

—Coro: ¡Sí!

Risas. Telón.

Para ver
  • Sábados de febrero: Andrea Fiorino. 30 años. Un recorrido al azar
  • Sábados de marzo: El Biribiri. Dirección Francisco Fissolo. Dramaturgia Juan Rodriguez y Francisco Fissolo.
  • Sábados de abril: Hamlet. Dirige Ricardo Arias.
  • Sábados de mayo: Esta máquina no era Dios. Dirige Mazzadi Arro. (Hijos de Roche)
Para participar
  • Taller de Montaje (Lunes)
  • Entrenamiento para actores, actuación y montaje (Lunes)
  • Taller de dramaturgia (A confirmar)
  • Inquietarte (teatro para niños) (miércoles y jueves, a las 18)

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