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Ese maldito hábito de fumar

La mitad de los depresivos son fumadores y se descubrió que las mujeres que tienen esta conducta afectan a sus futuros nietos. Asimismo, los puchos sin nicotina son más peligrosos que los normales.

Expertos norteamericanos descubrieron que más de la mitad de las personas depresivas son fumadoras empedernidas y por ello sugieren tratamientos conjuntos para lograr abandonar el hábito.

Según se conoció, más de un 40 por ciento de los adultos norteamericanos que tienen depresión son fumadores, lo que significa que los adictos necesitan ayuda con ambos temas si quieren abandonar el hábito, según un sondeo realizado por la administración presidencial de los Estados Unidos.

La encuesta encontró que más de la mitad de los hombres de edad mediana con depresión son fumadores, mientras la mitad de las mujeres bajo los 40 que estaban deprimidas también fumaban.

“Pacientes con depresión que quieren dejar el hábito pueden recibir ayuda, pero es difícil”, dijeron Laura Pratt y Debra Brody del Centro Nacional de Estadísticas de Salud, quienes realizaron el estudio.

“Los pocos estudios que examinaron la capacidad de abandonar el cigarrillo en personas con depresión demostraron que con un tratamiento intensivo, las personas con depresión pueden dejar de fumar y quedarse abstinentes”, escribieron.

“Estos servicios de cese intensivo habitualmente utilizan tratamientos que también se usan para la depresión, como la terapia de comportamiento cognitivo y los medicamentos antidepresivos”, agregaron.

Pratt y Brody utilizaron una encuesta nacional a 5 mil norteamericanos para calcular el porcentaje de fumadores entre las personas con depresión.

Encontraron que un 43 por ciento de los adultos con depresión y de más de 20 años fumaba, cifra comparada con 22 por ciento de quienes no tenían depresión.

Añadieron que también “más de la mitad de los hombres con depresión entre los 40 y los 54 años eran fumadores, comparados con el 26 por ciento de los hombres sin depresión de la misma edad”.

“Entre las mujeres de 40 a 54 años, de las que estaban con depresión, un 43 por ciento eran fumadoras, comparadas con un 22 por ciento de las que no tenían depresión”, indicaron.

El 55 por ciento de las mujeres deprimidas entre los 20 y los 39 años tenía el hábito de fumar.

Pratt y Brody también encontraron que los pacientes con depresión tienden más a ser fumadores empedernidos, y que mientras peor es la depresión, más se inclinan hacia el cigarrillo.

En tanto, cerca de un 7 por ciento de los adultos norteamericanos tenía depresión entre 2005 y 2008, dijeron las investigadoras.

Globalmente, el tabaco causa la muerte de unos 5 millones de personas al año, según la Organización Mundial de Salud (OMS) y los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés).

“En promedio, los fumadores mueren de 13 a 14 años antes que los no fumadores”, dijo el CDC. “El fumar cigarrillos es responsable de una de cinco muertes anualmente, o cerca de 443 mil muertes por año”, agregaron las investigadoras.

Sin nicotina, pero más peligrosos

Los cigarrillos libres de nicotina y tabaco causan más estragos en el organismo que los “normales”. De acuerdo con un estudio realizado por Nueva York Medical College, de los Estados Unidos, se conoció que los cigarrillos considerados como seguros causan más daño en el ADN que los productos con tabaco, es decir, son más cancerígenos, tal cual publicó el sitio Portal de Oncologia Português de la web Ciência Diária.

Para el estudio, el equipo liderado por Zbigniew Darzynkiewicz usó una técnica de citometría de lujo por láser para medir los daños en el ADN de los diferentes cigarros.

Los científicos quedaron sorprendidos al observar que la exposición de células al humo de cigarrillos libres de nicotina y tabaco lleva al quiebre de la pareja de radicales que forma el ADN, lo que a su vez favorece el desarrollo de cáncer.

Este tipo de productos nació cuando los gobiernos comenzaron a implantar medidas para contener el tabaquismo en el mundo. Las compañías de tabaco empezaron, debido a esto, a financiar estudios para el desarrollo de cigarros que tuviesen casi el mismo sabor, pero sin sustancias tóxicas.

Además del informe, muchas marcas habían prometido acabar con el vicio gracias al consumo de cigarrillos sin nicotina.

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