Opinión

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Es la política provincial quien debe enfrentar los nichos de corrupción de la policía


Por Carlos Del Frade

Cuando la señora Patricia Bullrich, la ministra de gobierno de Santa Fe, Celia Arena, el diputado nacional Roberto Mirabella y ahora el presidente de la Nación, Alberto Fernández impulsaron la participación del Ejército a través de la figura del narcoterrorismo, utilizada por los Estados Unidos desde los años 90 en todo el continente, con el resultado de decenas de miles de personas muertas y cada vez más narcotráfico, lavado de dinero y control social sobre las juventudes; no hacen más que agravar y sobredimensionar lo que sucede en los barrios.

Son bandas narcopoliciales barriales, no son carteles. Cuando el presidente dice que las fuerzas de seguridad de la provincia son insuficientes para afrontar la solución del problema es porque la política provincial de los últimos 40 años no quiso o no pudo eliminar los nichos de corrupción que negociaron las calles con esas bandas que primero cometieron distintos tipos de delitos provinciales.

La sumatoria de fuerzas federales sin ninguna coordinación ni compromiso con las historias barriales del Gran Rosario terminará en lo mismo que el año pasado: nunca hubo tantos efectivos de fuerzas federales y nunca hubo tantos asesinatos como en 2022. Tiene razón el presidente al decir que son las fuerzas armadas de “nuestra democracia” pero es imprescindible recordar que lo mismo se dijo en México, Colombia y Brasil y el resultado fue la colonización de los Ejércitos al servicio del narcotráfico.

Porque el narcotráfico y el contrabando de armas son negocios, flujos de dinero que no se cortan con un tanque o drones, sino con la decisión de anular las transacciones bancarias de origen ilegal. Es función de la política provincial recuperar los barrios desde la democracia enfrentando y aislando los nichos de corrupción de la policía provincial. La sobredimensión de un problema doloroso es posible que nos lleve a realidades más dramáticas. Sabiendo que estas palabras no son las que esperan miles de familias sacudidas por el dolor de la pérdida de un ser amado, elijo decir, una vez más, lo que fundamento y pienso como desde hace 20 años en esta materia.

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