Economía

La pregunta del millón

¿Es la inflación o son los ingresos?: Los números del Indec y el impacto en los bolsillos

El escalofriante número del Índice de Precios al Consumidor reportado por el Indec esta semana manifiesta una crisis de ingresos que no termina de ser calificada como tal. Distintos economistas buscaron ponerle el cascabel al gato en una discusión que merece ser dada para encontrar una pronta salida


La economía argentina viene muy golpeada desde hace varios meses. El índice de precios al consumidor midió 7,4% en el mes de julio, siendo el pico más alto de la inflación desde abril del 2002, tras la salida de la convertibilidad. La seria crisis de ingresos que hoy se vive en Argentina tiene un alto componente económico, pero ante todo político tanto en su origen como en su agravamiento. Economistas conversaron con El Ciudadano analizando la cifra publicada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos el pasado jueves, indagando en su génesis pero sobre todo en el impacto que tuvo en el poder adquisitivo de los y las trabajadoras.

Nicolás Pertierra, economista integrante del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso) entiende que la actual situación tiene dos ejes: un componente especulativo que explica parte de la remarcación en precios, cuyo origen está también en la elevación de los costos en dólares, y en segundo lugar, la inestabilidad política: “Fueron semanas de mucha inestabilidad, de incertidumbre fuerte de ver si el gobierno podía o no sostener el tipo de cambio que hoy se despejó, pero sigue siendo un frente a resolver”.

El especialista advirtió que “se esperaba una devaluación del dólar oficial fuerte que no se terminó dando”, pero sin embargo muchos precios “se terminaron aumentando para cubrirse de una eventual devaluación” a lo cual también se sumó, según Pertierra, una “amenaza fuerte” de frenar las importaciones. “Todos los que vendían productos importados cuando le dijeron ‘nos estamos pasando con las importaciones’ salieron a remarcar por las dudas esperando ahí controles más estrictos para para importar”, afirma el integrante del Ceso. De aquí se desprende la existencia de un fuerte componente especulativo, sobre todo, de los formadores de precios.

¿A dónde están los dólares?

Durante los años 2019, 2020 y 2021, Argentina presentó un superávit comercial de 17.066 millones de dólares. Sin embargo, actualmente, entre los compromisos de deuda, los apliques por SWAP chinos, entre otros elementos financieros, se estima que las reservas apenas si llegan a juntar más de 3.000 millones verdes. 

“Lo que necesita -el gobierno nacional y el Banco Central de la República Argentina (BCRA)- en el corto plazo y no tiene mucho más margen, me refiero a los próximos 30 días como mucho, es modificar la dinámica de las reservas, empezar a acumular reservas”. De otro modo, dice el economista, “no tiene instrumentos para enfrentar esas maniobras en la brecha cambiaria”.

Según Pertierra, las reservas federales tuvieron un devenir distinto en su filtración por las canaletas privadas: “Hay distintos períodos dentro de los últimos años, de 2020 para acá. En el 2022 ya el superávit comercial que que venías teniendo ya es un poco menor por la cuestión de energía, se sumaron muchos más pagos de Turismo, fletes, servicios, que son hoy un agujero importante. Es difícil encontrar una sola respuesta”.

“Esta aceleración inflacionaria terminó frustrando un objetivo que se había puesto el gobierno de la recuperación sostenida de los salarios en términos reales del poder adquisitivo” opinó Pertierra.

El integrante del Ceso interpreta que “el componente inercial es esencial. Hay distintos componentes que explican la inflación actual: hay un componente cambiario, un componente de expectativas de evaluación y hay un componente inercial muy fuerte” y agrega: “Si vos querés mejorar el precio relativo de algo que vendes, tenés que partir de una inflación promedio de, por poner un número, 5% mensual. Entonces todos los meses tenés que estar sistemáticamente arriba de eso. Bueno, si esa inflación inercial fuese de uno o dos por ciento, todo sería de un rango distinto y lo que significa eso es recuperar alguna estabilidad en los precios relativos, que hoy es muy difícil de encontrar”.

Rengo desde el inicio

“En materia salarial en los últimos dos años en lo que se ve, y contrariamente a lo que se puede suponer, es que el salario estuvo muy estabilizado”. Así lo afirma Luis Campos, coordinador del Observatorio Social de la CTA de los Trabajadores. Campos explica que “el salario estaba, en el sector privado registrando, un poquito por arriba de diciembre del 2019, y en el sector público estamos un poquito por debajo. Ahora en términos generales, lo que podés afirmar es que el salario, en estos dos años y medio, no perdió contra la inflación. La actualización de salarios y de precios se fue dando a un ritmo parecido, del modo similar, cada vez más elevado y a una velocidad cada vez más elevada.

Durante la gestión de Macri, el salario “había bajado en el 2016, subió un poco en el 2017, pero 2018 y 2019 fueron la debacle” dice Campos. “Gran parte de esa caída se explica por esos dos años, con lo cual el impacto es mucho mayor. En cualquier caso una caída salarial de 20-25% en términos reales es muchísimo, pero si eso se dan cuatro años, es una cosa, si se da en dos es otra”. En otras palabras: el gobierno de Alberto Fernández había comenzado, de por sí, con los salarios atrasados en un cuarto de su capacidad adquisitiva. En esto, el referente de la CTA es lapidario: “Efectivamente la plata no alcanza, y no alcanzan no porque el salario haya caído en los últimos años, que no cayó, sino porque no venía alcanzando hace dos años y en sus últimos dos años no se recuperó”.

“Se hace muy difícil garantizar esa mejora en los salarios con niveles de inflación tan altos” aportó en este sentido Pertierra, del Ceso. “Hoy los aumentos nominales del salario, para ganar a la inflación, tendrían que ser de entre 100 y 120%, son números descomunales”, afirmó a este diario. Por otro lado, “los aumentos nominales también terminan durando muy poco en el poder adquisitivo. Se terminan licuando rápido y así no se puede conseguir, con una inflación tan alta, una mejora sostenida del poder adquisitivo, y para que sea sostenida necesariamente hay que tener un programa antiinflacionario”.

“No es lo mismo que el salario esté estabilizado con niveles de inflación relativamente más normales, de dígito anual, que si esta estabilización se da en niveles inflacionarios tan altos como los que tenemos actualmente” reflexionó Campos, y profundiza su análisis: “Esto es así básicamente porque cuando vos tenés niveles de inflación superiores al 70% anual como tenemos ahora, incluso van a ser peores en los próximos meses, lo que empieza a pasar es que el salario empieza a perder referencia como precio de la fuerza de trabajo” es decir “vos no sabes cuánto vas a ganar el mes que viene” dado que “las propias paritarias están haciendo eso para no perder contra la inflación: empiezan a establecer aumentos cada vez más elevados, cada vez más cuotas -que vos tenías que hace unos años una paritaria en algunas en algunos casos eran una una sola cuota en otros casos una revisión dos revisiones a lo largo del año- ahora lo que está teniendo es que la mayoría de los acuerdos tienen muchas cuotas”.

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