Ciudad

Dolor en primera persona

“Era más fácil sentirme una puta que poder poner en palabras que me habían violado”

Victoria, una rosarina de 34 años, tenía anestesiado ese recuerdo y -después de cuatro meses- tomó coraje para denunciar penalmente a tres hombres (dos de la ciudad y uno de Funes) por abuso sexual, horas más tarde de que finalizara una convención regional de Narcóticos Anónimos, en Villa Carlos Paz


“Era más fácil sentirme una puta que poder poner en palabras que me habían violado”, contó Victoria, una rosarina de 34 años, que tenía anestesiado un recuerdo y -después de cuatro meses- tomó coraje para denunciar penalmente a tres hombres (dos de la ciudad y uno de Funes) por abuso sexual, horas más tarde de que finalizara una convención regional de Narcóticos Anónimos (NA) en Villa Carlos Paz.

“Me movilizó el caso de la chica abusada por seis hombres en un auto en Palermo. Me impactó la cantidad de personas que participaron de ese abuso. Mi cuerpo empezó a darme señales, se me empezó a caer el pelo, no podía dormir, ni hacer mi rutina, entre otras cosas”, explicó la joven a El Ciudadano.

Según explicó Victoria, padeció el ataque el 5 de noviembre de 2021 y después de un tiempo pudo comenzar a contar lo que vivió en las sierras cordobesas a sus amigas, y el domingo 7 de marzo llamó al Teléfono Verde e hizo la denuncia en la comisaría de la mujer de Rosario. Desde ese día es acompañada y asistida por profesionales de la línea de asistencia a la víctima de violencia de género, y también por su psicóloga.

La causa fue trasladada a la Justicia de Córdoba porque el delito se cometió en esa jurisdicción.

“Fui víctima de una violación grupal por parte de tres miembros de Narcóticos Anónimos, de los cuales uno de ellos era tesorero de la institución. Pasé la primera noche del encuentro en el hotel de la convención, en una habitación con compañeros de confianza. Ellos se habían quedado en la cafetería del hotel y yo me fui a dormir. Apagué el televisor y me puse a leer hasta que me dio sueño. Cuando volvieron, Martín y Cristian prendieron la luz y la tele, y me desperté. Cristian me empezó a acariciar. Martín dijo: «Paren que me estoy calentando» y Cristian se me tiró encima. Hubo penetración a pesar de que le insistía que pare, que no quería. Cuando termina me dice al oído: «Ahora viene Martín», y me dijo que le haga sexo oral. Todo el tiempo les decía que paren. Me sentí coaccionada y no pude reaccionar de otra manera”, contó Victoria.

Y siguió con su relato: “Cuando llegó Ángel a la habitación se encontró con esa situación y preguntó qué pasaba, en tono de fiesta, mientras miraba a los otros limpiándose en el baño, y ahí rompí en llanto. Ángel me sacó de esa habitación y Cristian me pidió discreción. Ángel me llevó a su cuarto y yo seguía llorando. Me decía que eran unos enfermos, mientras me empezó a manosear y a besar hasta que me hice la dormida. Y me quedé dormida. Estaba devastada. No sé qué hubiera pasado si no me quedaba dormida”, se pregunta Victoria.

Victoria, en principio, pidió ayuda en varios grupos de Narcóticos Anónimos, incluso internacionales, pero la respuesta no fue la esperada ni la que corresponde: “Tienen una cofradía patriarcal que es la defensa de ellos tres. Muchos me atacan y me dicen que estoy ensuciando el nombre de la institución. Aseguran que no juzgan a nadie, que lo importante es no drogarse y así justifican cualquier conducta violenta. Tuve el apoyo de algunos compañeros. Quiero que cuando entre una mujer a NA se sienta segura porque llegan muy vulnerables. Después de mi caso saltaron muchos otros a la luz”.

Victoria lleva cinco años, nueve meses y 16 días sin consumir drogas y dice que poder poner en palabras y visibilizar el abuso que sufrió es un proceso de sanación. Asegura que perdió el apetito, que no puede dormir por los recuerdos que no cesan, que dejó de trabajar por miedo y que no quiere ni puede estar sola, a pesar de que, según contó, siempre fue muy independiente: su días cambiaron por completo.

“Me conté otra historia que era menos dolorosa. No me importa la exposición pública, porque al exponerme los expongo a ellos. Nunca me importó lo que piensen de mí. Si me creen o no, que lo decida la jueza. Hay que dejar de naturalizar que la mujer tiene que satisfacer los deseos de un hombre. Lo cuento para que otras mujeres se animen a hablar, a denunciar”, reflexionó la joven al revivir su padecimiento.

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