Edición Impresa

Secuestro virtual

Entregó diez mil pesos al pensar que tenían secuestrado a su hijo

Una jubilada de 75 años fue víctima de un secuestro virtual durante la madrugada de anteayer en su casa, en la zona oeste de la ciudad.


Una jubilada de 75 años fue víctima de un secuestro virtual durante la madrugada de anteayer en su casa, en la zona oeste de la ciudad. La mujer recibió un llamado en el que le decían que tenían a su hijo y que si no pagaba un rescate le “iban a cortar los dedos y sacar los ojos”, por lo que entregó 10 mil pesos a un muchacho de unos 30 años. Mientras tanto, la supuesta víctima dormía en la casa de su novia.

Fuentes policiales informaron que la víctima del secuestro extorsivo fue Leonor D., de 75 años, y que el engaño ocurrió en la madrugada de anteayer en su casa de Montevideo al 6000, donde vive con sus dos hijos, Pablo de 39 años y Marisa de 53.

En diálogo con El Ciudadano, Pablo, la supuesta víctima del secuestro, contó que esa noche se fue en moto a cenar a la casa de su novia. Cuando comenzó la tormenta, el hombre decidió quedarse a dormir allí y le avisó a su mamá.

Horas más tarde, alrededor de las 3, una llamada lo despertó en la madrugada. Del otro lado del teléfono su madre lloraba y preguntaba si estaba bien, si no le habían hecho nada. Él trató de calmarla y ella le contó lo sucedido. Enseguida, Pablo se subió a la moto y emprendió el camino de regreso a su casa bajo la lluvia. Al llegar, en el lugar ya se había hecho presente personal de la comisaría 14ª, con jurisdicción en la zona.

Según el relato de su hijo, esa noche Leonor recibió un llamado en el medio de la madrugada en el que le decían que tenían secuestrado a su hijo. Como suele ocurrir en los secuestros extorsivos, los interlocutores no dejaban a la mujer cortar el teléfono para comunicarse con su hijo y comprobar lo que le decían. Si no les daba 50 mil pesos y todas sus alhajas como rescate, iban a cortarle los dedos y sacarle los ojos. De fondo, un hombre gritaba y pedía auxilio.

La señora insistió varias veces en que no tenía esa cantidad de dinero, hasta que les dijo a los supuestos secuestradores que llegaba a 10 mil pesos. Ellos aceptaron. En ese momento, la mujer metió en una bolsa la suma de dinero –correspondiente a su jubilación–, fue hasta la puerta del garaje y abrió la mirilla enrejada. Allí la esperaba un muchacho morocho de unos 30 años, medio gordito, con nariz respingada y remera rayada. Leonor entregó el dinero y cerró la puerta.

La hija mayor de Leonor tiene una discapacidad y todas las noches las dos mujeres suelen quedarse hasta altas horas de la madrugada mirando televisión o charlando, por lo que ambas estaban despiertas al momento del llamado que anunciaba el falso secuestro.

Pablo contó que pidió a un vecino las imágenes de dos cámaras de seguridad que apuntan a su casa, ubicadas a pocos metros. Al hijo de la víctima del secuestro virtual le llamó la atención que los autores del llamado tuvieran tanta data: “Sabían nuestros nombres y que mi hermana es discapacitada: yo estoy seguro que es gente de la zona.

Por eso quiero ver los videos. La plata ya fue, pero si lo conozco lo voy a buscar y que por lo menos vaya preso”.

Comentarios