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Entre letras de canciones y realidades

Por:  Liliana Nartallo

Son tantos los problemas que debe afrontar día a día el ciudadano luchando para ganarle la batalla a la inflación, a la pobreza, a la inseguridad, a la discriminación, a la desocupación, a la falta de educación, a la corrupción instalada cómodamente en el poder y además ahora debe observar, una vez más, cómo nuestros políticos empiezan a diseñar alianzas para 2011. Al respecto esto trae a la memoria una de las letras del cantautor Luis Eduardo Aute cuando dice: “Míralos como reptiles al acecho de la presa/ negociando en cada mesa ideologías de ocasión/ siguen todos los raíles que conduzcan a la cumbre/ locos porque nos deslumbre su parásita ambición/ antes iban de profetas, ahora el éxito es su meta/ mercaderes, traficantes, más que náuseas dan tristeza/ no rozaron ni un instante la belleza”.

 En nuestro país vemos cómo olvidan los agravios pasados en pos de la conveniencia futura. No importa lo que hayan dicho uno del otro en la anterior instancia, si ahora es necesario estar juntos para alcanzar la meta, se olvidan de las ofensas del pasado y se saludan amorosamente hasta la próxima contienda electoral. Esto sucede en todos los ámbitos nacional, provincial y municipal.

De lo inmediato, de lo que necesita ser resuelto ya, para el bienestar de muchos seres humanos que sufren, no se habla. Se comienza, como es costumbre, mencionando y proclamando las metas que se van a alcanzar en el futuro en caso de que tal o cual candidato llegue al poder. Mientras tanto, gran parte de la sociedad transita el día a día acumulando problemas y despojada de soluciones. Así empiezan a vislumbrarse los primeros arreglos políticos con vistas a las próximas elecciones. Si hay que cruzar la vereda no hay problema. Hoy están en un partido y mañana en otro y si eso no funciona crean un espacio nuevo como ya ha pasado en muchos casos. El hombre común observa y termina siempre con la misma conclusión: “Venga quien venga es más de lo mismo, las cosas no cambian y el pueblo es el que sufre”. Finalmente vota sin una firme convicción, simplemente emite su sufragio por una cuestión de compromiso ciudadano y se lo dá al menos malo. Es triste, pero es una realidad, no se vota a un candidato por tener la seguridad de que va a hacer algo en favor de la comunidad, se lo vota sólo porque aparenta ser un poco más honesto o mejor que el otro postulante. Mientras nos presentan proyectos faraónicos pensando en deslumbrarnos con sus buenas ideas sin darse cuenta de que lo que la gente necesita no son sueños de grandes obras sino pequeñas concreciones en lo cotidiano. Acá también se podría emplear la letra de la canción de Fito Paéz cuando dice “lo importante no es llegar….”. Pero nuestros políticos piensan al revés, lo importante es llegar más allá de los métodos que haya que usar. Deberían poner en funcionamiento sus oídos y aplicar el consejo del rosarino: “Lo importante no es llegar, lo importante es el camino…”.

 Un camino que tendría que tener como consigna el bienestar de la gente, la solución de los problemas. Una ruta cuyas bases deberían ser la vocación de servicio y la atención a las necesidades básicas del pueblo que respaldó con su voto a quien llega al cargo para representarlos. Un sendero que debería conducir a la paz general de un país y no a la ambición desmedida de unos pocos que se aprovechan de los muchos que quedan postergados y desprotegidos.

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