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Córdoba

Entraron a robar y violaron a su hija de 15 años: “Se llevaron a la Giuli, papi”

Ocurrió este sábado a la mañana en barrio Nuevo Argüello. La familia hizo la denuncia en el Polo de la Mujer. Hay dos vecinos, de 16 y 18 años, detenidos


El sábado 3 de agosto a la mañana la vida de una familia cordobesa cambió por completo cuando dos jóvenes entraron a robar a su casa y uno de ellos obligó a la hija más grande de la familia, una adolescente de 15 años, a ir hasta un descampado donde la violó.

Los hermanos de la víctima, otra nena de 13 años y un nene de 11 que dormían en la misma habitación de la casa de barrio Nuevo Argüello, vieron todo pero estaban asustados y se quedaron callados. Uno de los jóvenes intentó violar a la adolescente en el mismo cuarto, pero la chica se resistió. La amenazó con matar a sus hermanos sino accedía, y después la llevó hasta el descampado.

Los tres hermanos estaban solos; el papá y la mamá habían salido a las 7 de la mañana hasta la parada del colectivo, que queda a tres cuadras de la casa, porque la mujer tenía que ir a trabajar. Entre que caminaron las tres cuadras, llegó el ómnibus y el hombre volvió con sus hijos, no pasaron más de 20 minutos.

La familia realizó la denuncia en el Polo Integral de la Mujer, desde donde confirmaron a La Nueva Mañana la existencia del abuso sexual con acceso carnal y la presencia de custodia policial en la casa de la víctima. Además, fuentes de la Policía indicaron que hay dos adolescentes detenidos.

“Se la llevaron a la Giuli, papi”

El papá de la adolescente que fue víctima de violación habló con este medio, contó cómo ocurrieron los hechos y aseguró que los dos jóvenes que entraron a su casa “son vecinos de toda la vida”, y que fueron reconocidos por sus hijos. Además Ernesto G. dijo que, a pesar de la custodia policial, teme por la seguridad de su familia, y que con su esposa quieren irse del barrio.

“Me levante el sábado a las 7 de la mañana para acompañar a mi esposa hasta la parada del colectivo. Siempre la acompaño porque los viernes la gente sale y anda borracha al otro día. Todavía era de noche. Dejamos a nuestros tres hijos durmiendo. Cuando salgo veo que en la esquina de mi casa, había dos vecinos que estaban en una fogata calentándose. Me confié porque los conocía”, cuenta Ernesto.

Cuando llegó el colectivo, emprendió el regreso a su casa y al llegar vio la puerta del patio abierta. “Entro y estaba todo desordenado. Faltaba el tele y mis hijos tenían la luz de su habitación apagada. Prendo la luz y cuando me ven mi nene de 11 y mi otra nena de 13 reaccionan desesperados y empiezan a gritar ‘papi, se la llevaron a la Giuli’. Llamamos a la Policía, vinieron siete móviles. Empezamos a buscarla en el descampado”, recuerda el hombre de 36 años.

Los hermanos de la adolescente que fue víctima de abuso le dijeron a Ernesto que los dos jóvenes que entraron a la casa son dos vecinos de 16 y 18 años. Éste último habría sido el que cometió la violación. “Yo lo vi, venía corriendo desde unos pastizales. Dijo que no tenía nada que ver, estaba nervioso. Ahí nomás apareció mi hija, con las mismas marcas de pasto quemado que tenía él en la ropa. Estaba muerta de frío y tenía escoriaciones en el pecho, la panza, la espalda. Estaba descalza y con su perrito en los brazos, porque cuando este tipo se la lleva, el perrito la siguió. Le arruinaron la vida, es una nena de 15 años”.

El padre de Giuliana contó que los padres del presunto abusador le contaron que el adolescente les confesó la violación. “El mismo sábado cuando estábamos en el Polo haciendo la denuncia, vino este tipo para amenazarme y como no estábamos, fue ala casa de mis padres. Les dijo que ‘me iba a cagar matando’ y que no lo acusara de nada. El domingo a la tarde vinieron sus papás y me confesaron que les dijo ‘si me mande una cagada, fui yo el que la llevó a la Giuliana”.

Por último, Ernesto dijo que hace años que los vecinos vienen pidiendo que sea desmalezado el descampado que rodea las casas: “Es un campo como de 10 hectáreas lleno de yuyos. Cualquiera puede hacer cualquier cosa ahí, es una locura. No podemos ir ni a comprar pan a la esquina”.

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