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Verano de milongas

Encuentro que invita a bailar tango bajo la luna

Con la participación de conocidas orquestas, llega un ciclo que propone celebrar cuatro megabailes al aire libre. Lo encabezan La Juan D’Arienzo, el sexteto La Biaba y Orquesta de Señoritas.


Una ocasión excelente para disfrutar de las cálidas noches bailando al 2×4 bajo las estrellas del cielo rosarino es lo que propone el ciclo Verano de Milongas en la Casa del Tango que se llevará a cabo desde hoy y hasta mediados de marzo, todos los sábados, en el parque de las Colectividades (frente a la Casa del Tango), en avenida Illia al 1800. En caso de lluvia la actividad se traslada al interior del edificio municipal.

Con la endiablada música del tango reclamando el abrazo bajo la luz de la luna, la primera velada comenzará a las 21 y tendrá a La Juan D’Arienzo, célebre orquesta porteña que dirige el bandoneonista Facundo Lázzari (nieto del primer bandoneón de la histórica D’Arienzo) como número central. Además participará la Siete y Medio Tango que recrea el repertorio de la época dorada del tango, y Ezequiel Sabella musicalizará la jornada.

La propuesta que tendrá entrada libre y gratuita se realizará los próximos cuatro sábados y buscará expandir la música ciudadana a todas sus expresiones (ver aparte).

La Juan D’Arienzo nació en 2012 para entregarle al público el característico sonido del Rey del Compás, ofreciendo el estilo de una de las más grandes orquestas del tango con un golpe de frescura.

Con cuatro años de carrera y un disco editado (Cortando clavos, 2015), La Juan D’Arienzo lleva concretadas extensas giras nacionales y varios viajes internacionales a Europa donde mostró el estilo, energía, nervio y frescura de su propuesta. “La formación se propuso revivir el estilo de Juan D´Arienzo para que la gente pueda seguir bailando y disfrutando de ese estilo”, contó Facundo Lázzari, nieto de Juan D’Arienzo, en diálogo con El Ciudadano.

La orquesta que reúne a Pablo Valle (piano), Emilio Longo (contrabajo), Pablo Ginzburg, Sebastián Frassón, Octavio Bianchi y Emilio Pagano (violines), Ricardo Badaracco, Adolfo Trepiana, Nicolás Tognola (bandoneones) y Facundo Lázzari (bandoneón y dirección) llegará a Rosario acompañado por el cantor Fernando Rodas. “Me imagino que habrá un gran espacio para bailar porque esa es la intención; vamos con nuestro cantor para que sea una fiesta”, anticipó el músico en diálogo con este medio.

—¿Hacen una relectura de las obras históricas a través de los arreglos musicales?

—Tenemos arreglos originales escritos por mi abuelo que era el arreglador de la orquesta. A partir de ellos, que son una base firme y fehaciente, y de las horas de trabajo que le dediquemos al estudio, vamos a hacer cualquier tema histórico similar a las grabaciones de D’Arienzo pero demostrando nuestra influencia, buscando mostrar lo que somos, perdiendo ese perfil almidonado que tenían las orquestas de antaño pero manteniendo el estilo de la formación histórica.

—¿Qué destacás de la figura de tu abuelo? ¿Cuál es su legado?

—No hay una relación simbólica, como un mentor, porque es mi abuelo: los recuerdos no empiezan el día en que empecé a tomar sus clases. Como docente, amigo, compañero de trabajo me dejó –más allá del estilo de D’Arienzo– el gusto por el tango. Fue el primero que me dijo “sentate y escuchá tango” y me acercó al estilo. Después encontré a D’Arienzo, al bandoneón y empecé a ser músico; pero él me subió a este colectivo.

—¿Cómo es la cotidianidad de dirigir una formación numerosa como esta?,y ¿te gustaría incursionar en otros estilos, por ejemplo el de Horacio Salgán, que no es tan bailable?

—Somos diez músicos y hace más de diez años que hago sólo el estilo D’Arienzo. Mis compañeros no sólo se dedican a tocar con esta orquesta y tienen sus propios conjuntos o tocan otros estilos. La dedicación exclusiva se quedó en las orquestas de antaño. Hoy todos los artistas que trabajan en orquestas son multifacéticos. Justo nombrás el estilo de Salgán y, ese es un estilo que, considero, no está explotado hoy en día: no porque no se pueda bailar sino porque exige un nivel de trabajo que requiere dedicarse exclusivamente a esa formación.

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