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En peligro por la cantidad de visitantes, la Capilla Sixtina cumple 500 años

Autoridades analizan reducir el número de 20 mil turistas diarios que llegan al lugar. El calor corporal, el aliento y el polvo son los mayores enemigos. Se espera una misa donde Benedicto XVI celebre el aniversario.


Una de las obras maestras de Miguel Ángel, los frescos de la Capilla Sixtina en los Museos Vaticanos, podría ser cerrada a los 20 mil turistas que la visitan a diario y a cambio establecer un número determinado de personas para preservar el ingente patrimonio artístico que alberga. Así lo informa en su aniversario número 500 el director del lugar, Antonio Paolucci en declaraciones que publica el diario “La Repubblica”.

“Si no se interviene de inmediato con la instalación de un nuevo sistema de climatización habrá que rebajar el número de visitas para no dañar el patrimonio”, refirió.

El calor corporal y el aliento de los visitantes son, además del polvo, una grave amenaza para los frescos.

La capilla fue construida en 1484 para el papa Sixto IV, a quien le debe el nombre, pero fue Julio II quien encargó a Miguel Ángel su decoración (1508-1512).

El Papa Julio II inauguró con una solemne misa los frescos en el día de las Vísperas de la Festividad de Todos los Santos, el 31 de octubre de 1512 y hoy será su sucesor en la silla de San Pedro, Benedicto XVI quien a la misma hora repita el mismo rito para festejar los 500 años de la Capilla Sixtina.

La relación entre Julio II y Miguel Ángel fue tormentosa; el gran maestro dudó antes de aceptar el encargo pues se consideraba escultor y no pintor, pero empezó a trabajar en 1508 con una obsesión apasionada, despreciando cualquier ayuda.

La capilla tiene 20 metros de altura, y Miguel Ángel trabajó sobre un andamio que colgaba en las alturas durante cuatro años, con un esfuerzo físico y artístico descomunal y en medio de grandes trifulcas con el Papa Julio II que lo conminaba a que acabara el trabajo.

Los frescos representan nueve escenas del libro del Génesis como “Creación de la luz”, el “Pecado Original” y el “Diluvio Universal”. A pesar de su descontento por ser un pintor empleado del Vaticano, Miguel Ángel regresó casi 20 años después, con 59 años, para realizar otra pintura en la Capilla Sixtina a petición de Clemente VII, quien el encargó el Juicio Final en la pared del altar y que terminó en 1541.

El maestro pintó una masa de cuerpos retorciéndose en sus tumbas a la espera de la ira de Dios, un tema elegido como advertencia a los católicos para que se sometieran durante la Reforma que se extendía por Europa, aunque también es interpretado como fruto de la fe atormentada de Miguel Ángel.

La capilla alberga además obras de importantes artistas del renacimiento como Botticelli, Ghinlandaio, Pinturicchio y Signorelli.

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