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En rebelión

En llamas: además de pandemia, protestas, saqueos y furia en EE.UU.

La insólita y cruel muerte de un detenido afroamericano en Minneapolis aplastado por la rodilla de un policía que lo estaba arrestando, desató una sucesión de manifestaciones que escalaron hasta el incendio del precinto donde trabajaba


“No puedo respirar”, fueron las últimas palabras en vida que pronunció George Floyd mientras la rodilla de un oficial de Policía le hundía la cara sobre el asfalto cuando ya estaba esposado y totalmente inmovilizado en un arresto, este lunes en Minneapolis. Las imágenes del afroamericano de 47 años desvaneciéndose bajo la humanidad de un agente blanco y más joven que él se viralizaron por todo Estados Unidos hasta salir de sus fronteras. Una de ellas, un video, lo muestra durante siete minutos implorar varias veces, hasta que ya no puede hacerlo más. Fue sólo cuestión de horas que la situación se convirtiera en un escándalo nacional y la respuesta institucional, explicando que los cuatro policías involucrados habían sido preventivamente “apartados de su trabajo” en la fuerza, pero Floyd había fallecido por “un problema médico”, no hizo más que acercar un fósforo a un derrame de combustible. Anoche, el precinto donde revistan los agentes se consumió por entero entre llamas, y 13 móviles policiales huían en caravana, tras embestir un portón alambrado para abrirse paso, junto a dos camionetas de Bomberos que acudieron por el incendio, bajo una catarata de piedras, palos, tuercas y hasta fuegos artificiales descargados por miles de manifestantes. Una nueva rebelión se puso en marcha, y aún continuaba tomando fuerza y extensión, sin remedio alguno.

La brutal muerte de Floyd, más allá de los motivos que habían conducido a su arresto, es lo que hizo brotar una indignación que se revela como largamente contenida. “Estamos cansados de la injusticia, de que no haya justicia para las personas de color”, decía en un reporte una joven manifestante, casi adolescente, a modo de explicar lo que estaba ocurriendo a sus espaldas. De fondo se veía el precinto policial ardiendo hasta las cenizas, en un incendio que alcanzó y devastó también a una licorería, mientras miles de manifestantes daban gritos de alivio frente a la hoguera. La cámara capto la multitud de personas iluminadas por el fuego, alejadas por el calor que irradiaba, pero quedándose a la distancia para ver cómo terminaba de arder la delegación policial.

“El incendio había sido, en las últimas horas, la expresión máxima de una serie de protestas y enfrentamientos, que iban en franco crecimiento. Martes, miércoles y jueves se desataron manifestaciones que, en todos los casos, fueron dispersadas con dosis crecientes de violencia, pero retornaban y se tornaban cada vez más masivas.

Con unas 425 mil personas, Minneapolis es la ciudad más poblada de Minnesota, estado que limita con Canadá, en el centro-norte de Estados Unidos. Allí, el gobernador Tim Walz, del Partido Demócrata, declaró el estado de emergencia, y la Guardia Nacional, al mando del gobierno republicano de Donald Trump, se desplegó por todo el territorio. Pero la rebelión ya había cruzado a la vecina Saint Paul –las dos son conocidas como “Twin Cities”, Ciudades Gemelas– y traspuesto fronteras internas: también fuertes protestas sacudieron a Nueva York y Los Angeles, entre otras regiones, algunas muy distantes del epicentro de todo.

“Las imágenes daban cuenta de que en vastos sectores de la población la indignación brotó mayor que el temor o la prevención ante la pandemia de coronavirus. Incluso videos que salpican las redes sociales muestran, además de protestas, ataques contra otras instituciones, instalaciones policiales, y saqueos a comercios. Las protestas más virulentas surgieron luego de difundirse que Derek Chauvin, el agente de Policía que terminó asfixiando a Floyd –ahora bajo arresto acusado de homicidio–, no iba a ser detenido ni acusado: así lo había hecho saber este jueves el fiscal Mike Freeman, cuya imprudencia ahora tiene relieve internacional.

 

 

 

 

 

“Ser negro en Estados Unidos no debería ser una sentencia de muerte”, había dicho este martes el alcalde de Minneapolis, el también demócrata Jacob Frey. Claro está, no alcanzó para contener o detener la furia, y ayer había dictado un toque de queda que comenzaba a regir desde las 20.

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