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En este club sobran trapos

La Municipalidad acordó con la Asociación Empresaria de Rosario y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial crear un espacio para reunir a los emprendedores del sector de indumentaria y textil.

“A todo trapo”, es el nombre elegido para el flamante Club de Confeccionistas, Proveedores y Afines de Rosario. La entidad, que nucleará a casi 600 emprendedores del rubro textil en la ciudad, se creó ayer por la mañana mediante la firma de un acuerdo entre el municipio, la provincia, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti) y la Asociación Empresaria de Rosario. El acuerdo tiene por objeto establecer un marco general de colaboración y asistencia técnica entre las partes para instrumentar acciones tendientes a promover el desarrollo del sector textil en la ciudad de Rosario, afirmaron desde el municipio.

Alrededor de 60 emprendedores del rubro textil de la ciudad se reunieron ayer por la mañana en el salón Carrasco del Palacio de los Leones para presenciar la firma del acuerdo por el que se creó “A todo trapo”. Con la presencia del intendente municipal, Miguel Lifschitz, el presidente de la Asociación Empresaria de Rosario, Elías Soso, el director provincial de Economía Social, Omar Isern, y el director del Inti, Walter Aquino, la ciudad ya cuenta con un lugar donde los pequeños emprendedores del sector podrán acudir para recibir asistencia y asesoramiento tecnológico, y de producción, comercialización y distribución.

 

Al dirigirse al significativo grupo de emprendedores y pequeños empresarios del rubro textil, Lifschitz reflexionó acerca de lo que consideró el índice más bajo de desocupación que registra Rosario de los últimos veinte años.

 

Este “extraordinario avance” lo atribuyó, entre otros aspectos, al crecimiento de la actividad económica en general, al desarrollo de las empresas, y al crecimiento de la actividad agropecuaria de la región.

 

“Pero también la economía solidaria y social ha tenido una cuota de participación en la disminución de este índice”, destacó, y aunque esto sea difícilmente cuantificable “no tengo dudas de que es así”, agregó. Mención aparte hubo para la labor de la Subsecretaría de Economía Solidaria –creada hace 8 años en el marco de una fuerte crisis económica– para “apoyar e impulsar a todos los emprendimientos, trabajando en conjunto con el gobierno nacional, el provincial, para que todos los recursos disponibles pudieran canalizarse y aprovecharse de la mejor manera posible y favorecer a los emprendedores”.

 

Asociativismo no forzado

 

En diálogo con El Ciudadano, el director del Programa de Vestimenta y Calzado dependiente de la Secretaría de Promoción Social, Daniel Destito, explicó: “Este proyecto empezó en 2009 y romper con cierto individualismo de un sector complejo. Las participaciones del Inti y la Asociación Empresaria son valiosas para poder invitar a los nuevos emprendedores que no se han conectado con otros para nutrirse de las experiencias ajenas en cuanto a capacitaciones y asesoramientos al  momento de producir y distribuir”. Según el funcionario, es importante que el empresario y el comerciante fortalezcan la economía social con, por ejemplo, descuentos en los materiales e insumos. “También crecerían los canales de comercialización de proveedores, dado que en la actualidad la mayoría trabaja para la calle San Luis. Es como que siempre están esperando que el cliente vaya. Hoy con modernas herramientas de comunicación, los detalles de los productos, las tendencias de la temporada”, apuntó.

 

El proyecto de club no se enmarca en el cooperativismo sino en un asociativismo no forzado. “Pensamos el club como un espacio donde la interacción se dé naturalmente. No hablamos de cooperativa en esta primera instancia porque sabemos que algunas iniciativas han promovido apresuradamente este modelo y no funcionó. Nosotros funcionamos desde la idea inversa: que los distintos actores se junten, puedan establecer un diálogo para compartir sus experiencias para superar el individualismo”, reflexionó Destito. De acuerdo con el funcionario, las causas de esta tendencia residen en las políticas socioeconómicas plasmadas durante la década del 90 en la Argentina. “Se fue perdiendo el oficio y la transmisión de conocimiento, en especial en este sector, donde si bien había algunas escuelas tenía un carácter más informal. El sálvese quien pueda sigue costando remontar”, concluyó Destito.

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