Edición Impresa

En el banquillo por crimen

Sergio Guzmán y Josefina Villalba, ambos de 40 años, comenzaron a ser juzgados ayer por el homicidio de Isaías Retamar, de 80, ocurrido durante un robo el 3 de abril de 2009 en su casa de la zona norte.


Ayer se realizó la primera audiencia del juicio oral y público que se sigue contra dos personas de 40 años acusadas de ser coautoras del homicidio en ocasión de robo que en la madrugada del 3 de abril de 2009 terminó con la vida de Isaías Gabriel Retamar, un jubilado de 80 años. La víctima, un viudo que vivía solo en su casa de Casiano Casas al 1600, falleció asfixiado por una toalla con la que los ladrones lo amordazaron para que no gritara, tras amarrarle los pies y manos con un cable. Por ese hecho fueron imputadas cinco personas: Sergio Guzmán y Josefina Villalba, quienes están siendo sometidas a juicio; Edgardo Emilio Oviedo, apodado Colorado, quien en enero de 2011 aceptó su responsabilidad penal y fue condenado a 14 años de prisión en el marco de un juicio abreviado; una adolescente que al momento del hecho tenía 16 años y se le declaró, por ser menor, la innecesariedad de la pena; y Juan Carlos B., que permanece prófugo.

Presidida por el juez de Sentencia de la 5ª Nominación, Gustavo Salvador, la audiencia comenzó a las 10 con los alegatos de apertura realizados por el fiscal Enrique Paz, quien hizo un breve resumen de cómo ocurrieron los hechos que terminaron con la vida de Retamar, en los que acusó a los dos imputados de ser coautores del homicidio en ocasión de robo.

Según su acusación, antes de arribar a la casa de la víctima, los cinco imputados habían acordado cometer el asalto. Para ello, todos subieron al auto de Guzmán, un Fiat Regatta color gris que estacionaron a pocos metros de la casa de Retamar. Una vez allí, Villalba y la adolescente tocaron timbre y fueron atendidas por el anciano, que las conocía del barrio y que solía dejar pasar a su domicilio a la mujer que ahora está en el banquillo de los acusados (quien padece un retraso mental y tiene problemas motrices a raíz de una meningitis que la afectó de pequeña). Según el relato del fiscal, la adolescente le pidió a Retamar que la dejara usar el baño, y cuando la víctima le dio paso aparecieron los tres hombres que lo empujaron y accedieron al interior de la vivienda.

El anciano alcanzó a emitir dos gritos y luego fue amordazado con una toalla, al tiempo que lo amarraron de pies y manos con el cable de un electrodoméstico. Su pedido de auxilio fue escuchado por dos vecinos que llamaron a la Policía, que logró detener a Guzmán y Villalba en cercanías del lugar cuando intentaban darse a la fuga. Los otros imputados, con excepción de Juan Carlos B. –que permanece prófugo–, fueron detenidos después. A su turno, la querella coincidió con el planteo de la Fiscalía 8ª y pidió, por la gravedad de los hechos, penas de 20 años de prisión.

“Su rol era esperar”

La defensa de Sergio Guzmán, a cargo de Fausto Yrure, no negó la participación y responsabilidad de su cliente en un hecho delictivo, auque aclaró que su rol fue absolutamente distinto al que se le imputa. En ese sentido, Yrure dijo que su defendido sólo había arreglado con Oviedo esperar en una esquina, a bordo de su auto, los resultados de un escruche –modalidad de robo que se realiza en viviendas cuando sus dueños están ausentes–. En ese sentido, el abogado aclaró que su cliente no trasladó al resto de los imputados al lugar del hecho sino que llegó solo y esperó, ya que “su rol era esperar”. Además, agregó desconocer el domicilio en el que se iba a cometer el escruche y la participación de más personas además de Oviedo. Por último dijo que Guzmán ya estaba preso cuando se enteró que había una persona asesinada. En otro marco, la defensa mencionó que la detención de su cliente viola todos los pactos internacionales ya que hace más de tres años que está con prisión preventiva.

A su turno, la defensa de Josefina Villalba, a cargo de José Ferrara y Adrián Ruiz, dijo estar convencida de la inocencia de la mujer, quien actualmente enfrenta un cáncer ginecológico y padece retraso mental y un temblor constante en unos de sus miembros a causa de una meningitis que la afectó de niña. Tras un cuarto intermedio de diez minutos, ambos imputados aceptaron declarar aunque prefirieron no contestar preguntas.

“Esta es mi verdad”

En su descargo, Guzmán dijo que nunca ingresó a la casa de Retamar y que su rol era esperar a bordo de su auto los resultados de un escruche, cuyo domicilio no conocía con exactitud. “Me hago cargo de lo que yo consentí: buscar a una persona que iba a cometer un escruche. No sé si había gente o no. Mi parte era esa, ir a esperar para cargar cosas de un escruche. Esta es mi verdad”, dijo el imputado tras aclarar que no había declarado antes porque le habían dicho que podía ser peor.

La declaración de Villalba fue más escueta aún. La mujer, que según un informe médico está ubicada sólo parcialmente en tiempo y espacio y padece un retraso mental, miró al otro imputado y dijo no saber bien si ése era el muchacho que le había “alcanzado las cosas” y agregó que al momento de su detención estaba ebria y que la Policía le sacó una caja de vino.

Tras un cuarto intermedio que duró hasta las tres de la tarde, comenzó la etapa de producción de la prueba. Todos los testigos que se presentaron fueron propuestos por la Fiscalía, y en su mayoría son empleados policiales que tuvieron algún tipo de participación en el operativo realizado el día del hecho. Además declararon dos médicos legistas, uno de los cuales revisó el cuerpo de Retamar y determinó que su muerte se produjo entre la 0 y las 3 del 3 de abril de 2009, y otro que revisó a los sospechosos luego de que estos fueran detenidos. Además, se presentó una vecina del anciano, quien hizo de testigo de los peritajes realizados al auto de Guzmán el día del hecho.

El debate se reanudará hoy a las 9.

Comentarios