Economía

Lejos de un clima de conflictividad

En 2022 gremios privados sumaron récord de convenios con cláusula de paz social para evitar paros

Durante las últimas negociaciones salariales, los principales sindicatos priorizaron evitar una escalada de conflictos sociales con negociaciones hasta las últimas instancias. A contramano de versiones opositoras, el registro de conflictividad fue el más bajo de los últimos quince años


Pese al constante deterioro del poder adquisitivo de los sueldos y a contramano de lo que se instaló a partir del conflicto de los trabajadores del neumático como un clima de tensión en el ámbito laboral, los registros exponen que la conflictividad en el sector privado durante este 2022 fue la más baja en los últimos quince años. Más allá de la necesidad por mejorar los ingresos de sus representados y en el marco de dificultades para las y los trabajadores, se registró un récord de convenios y acuerdos con cláusula de paz social, en los que distintos gremios asumieron el compromiso junto a las patronales de agotar todas las instancias de diálogo antes de iniciar medidas de fuerza.

Un informe elaborado por el Centro de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (Cetyd), perteneciente a la Universidad de San Martin (Unsam), le puso números a esa tendencia en el mundo laboral argentino, a partir del conflicto que protagonizaron el Sindicato único de Trabajadores del Neumático (Sutna) y las firmas más importantes del sector radicadas en Argentina.

El gremio sostuvo el reclamo por una recomposición salarial atrasada y una actualización para los meses próximos. Desde las empresas se manifestaron inflexibles ante el pedido, provocando una profundización del conflicto que se mantuvo durante cinco meses y que fue desactivado hace pocos días a fuerza de reclamos y constantes negociaciones.

Durante el tramo final de la discusión, las empresas desistieron de la posibilidad de continuar en la mesa de negociación y hasta anunciaron el cierre de sus terminales productivas por tiempo indeterminado. En simultáneo, tanto desde la oposición con la lógica de irrumpir con mano dura o de avanzar con reformas laborales, como desde distintos medios de comunicación masivos, se instaló la versión de que Argentina atraviesa un escenario de constantes conflictos laborales.

En ese sentido, desde Cetyd  exhibieron datos oficiales del Ministerio de Trabajo, que muestran que actualmente la conflictividad es la más baja desde hace más de quince años. Los registros estadísticos comienzan en 2006 y no hay niveles inferiores desde entonces.

Además, señalaron que en 2022 se registró el récord de convenios y acuerdos paritarios con cláusulas de paz social, las cuales suponen el compromiso de sindicatos y empresas de agotar todas las instancias de diálogo antes de iniciar medidas de fuerza.

A su vez, el paro de actividades no viene siendo el primer reflejo de los trabajadores ante un desacuerdo con las empresas: por cada paro llevado adelante durante 2022 se registraron cerca de dos medidas de fuerza con acciones que no implicaron detener la producción.

El informe también remarca que incluso este clima de constantes negociaciones se viene dando en medio de una notoria caída del poder adquisitivo. Es decir que, pese a verificar un constante deterioro en los salarios, los gremios continúan apostando a la vía del diálogo para intentar recomponer las pérdidas.

En promedio, los salarios de los trabajadores aún no recuperaron el 20% de la caída de su poder adquisitivo que tuvo lugar entre 2017 y 2019 y los niveles de precarización del empleo continúan siendo muy elevados.

En ese sentido, desde Cetyd, indicaron: “El riesgo al que nos enfrentamos no parece ser tanto el de sindicatos desbocados que obstaculizan la producción. Más bien, parece ser que la crisis económica se convirtió en una oportunidad para avanzar en el disciplinamiento de la clase trabajadora”.

El contexto no contribuye

Los últimos datos oficiales sobre pobreza e indigencia ya expusieron algunas señales de alerta para el gobierno nacional. Es que si bien hay una foto que indica que hasta el primer semestre la pobreza cedió algunos puntos a nivel nacional, la indigencia empeoró respecto a los últimos registros. Cabe tener en cuenta que los números son previos al inicio de la crisis provocada por la salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía.

Buena parte de esa mejora en los niveles de pobreza tienen que ver con gente que directamente no llega a cubrir la canasta básica alimentaria y cayó por debajo de la indigencia. La incesante suba de precios en alimentos se ubicó cómodamente por encima de la inflación durante los últimos meses y provocó un notable deterioro en los salarios, que no llegan a recomponer las pérdidas.

Detrás de los datos oficiales: ¿Por qué bajó la pobreza pero aumentó la indigencia en Argentina?

Los datos de empleo, comparados a los de pobreza también exhiben una foto de la situación. Es que la caída del desempleo al 6,9% da cuenta de que, más allá del alto nivel de ocupación, no alcanza para bajar los niveles de pobreza e indigencia. Cada vez se acentúa con más fuerza el fenómeno de trabajadores pobres. Incluso aquellos que permanecen en el sector privado, y cuentan con una representación gremial, sufren dificultades para llegar a fin de mes.

Sigue cayendo la desocupación y crece el empleo: una mejora impulsada por los de menores ingresos

El problema de trabajadores que no llegan a cubrir las necesidades básicas queda aún más expuesto al cotejar estos últimos datos con los de años atrás. Respecto del primer semestre de 2017, la tasa de empleo subió del 41,4% al 43,9%, la desocupación bajó del 9% al 6,9%, pero la pobreza creció del 28,6% al 36,5% y la indigencia del 6,2% al 8,8%. Esta comparación, profundiza la lógica de que contar con un empleo no es suficiente para afrontar la canasta de alimentos o de productos básicos para una familia.

Mientras tanto, se estima que la inflación de septiembre (que el gobierno dará a conocer el 14 de octubre) oscilará entre el 6,5% y el 7%, hilvanando de esa manera siete meses consecutivos de inflación por encima del 5%, un escenario que poco colabora para evitar las tensiones entre gremios y patronales a la hora de las negociaciones paritarias.

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