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Fue distinguido por la Legislatura

Elías Soso, el comerciante que dejó huella en calle San Luis

El dirigente empresarial repasó parte de su historia de vida y entregó su visión de la actualidad del país en una charla con El Ciudadano. La Cámara de Diputados de Santa Fe le entregó esta semana el Diploma de Honor a la Trayectoria Destacada.


Foto archivo: Marcelo Martínez Berger.

Elías Soso dice que a lo largo de su vida luchó por tres principios sobre los cuales construir la Argentina. La democracia como sistema político, que defiende desde los 14 años cuando leyó sobre Hipólito Yrigoyen. La justicia social que aprendió de Juan Domingo Perón. Y el desarrollismo económico por el que trabajó de la mano de Arturo Frondizi. El empresario empezó a los 8 años en el negocio textil de calle San Luis que había montado su padre, un sirio que llegó a Rosario en la década del 20 junto a sus hermanos. Entre los rollos de telas, le leía a su papá analfabeto el diario que traía las noticias de la guerra en su país. En la juventud se acercó a la Unión Cívica Radical, fue presidente del centro de estudiantes del Superior de Comercio y consejero estudiantil en la recién nacida carrera de abogacía de la Universidad Nacional de Rosario. El camino como dirigente empezó a los 28 cuando entró a la Asociación Empresaria de Rosario (AER), que años después dirigió durante tres décadas. En paralelo formó y presidió la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came). El jueves pasado en la sede de AER (España 848), la Cámara de Diputados de Santa Fe le entregó el Diploma de Honor a la Trayectoria Destacada.

Soso tiene 80 años. “Y 19 días”, aclara en diálogo con El Ciudadano. Su apellido está a punto de cumplir un siglo de negocios textiles en la zona de San Luis y Dorrego. El trabajo en la empresa familiar lo llevó a conocer todos los barrios de la ciudad. “Pude estar en contactos con personas de todos los sectores sociales y vi cómo fue creciendo la pobreza en la ciudad y en el país”. En paralelo, entró en el gremialismo empresarial a nivel provincial y nacional. Durante el gobierno de Frondizi formó parte de un grupo de empresarios que dos veces al mes viajaba a Buenos Aires a reunirse con el presidente y su gabinete económico para trazar un plan de desarrollo del país a largo. Recuerda que les daban muchos libros para leer y durante esos años aprendió qué tipo de país quería defender. Cree en un modelo económico que defienda la industria nacional y desconfía de las recetas del gobierno actual que priorizan al capital financiero y la exportación de materias primas.

-¿Cómo ve la economía del país hoy?

-Me parece que habría que volver a esa idea de armar un plan económico y social entre todos los sectores que propenda al desarrollo a largo plazo y que no dependa del gobierno de turno. La unidad no es unanimidad, significa ponerse de acuerdo en decisiones fundamentales para que todos los partidos la tomen y que el que llegue al gobierno la continúe. Sino es el juego de la oca: avanzamos cuatro pasos y volvemos tres. No se puede hacer un desarrollo intenso y profundo de la sociedad si no hay un plan que rija las actitudes y el camino de los distintos gobiernos que llegan por el voto popular. En particular, creo que no hay desarrollo económico si no hay justicia social. He trabajado siempre con cosas que no son patrimonio de un partido: nadie va a discutir la justicia social, la democracia y el desarrollo. No son patrimonio de Perón, Yrigoyen y Frondizi. Es un patrimonio que sobrevuela la mente de todos los argentinos. Jamás tuve discusiones por razones partidarias y he sido respetuoso de todos los partidos. Y con este gobierno tengo la obligación de decir lo que pienso.

-¿Qué piensa de las políticas económicas del gobierno de Cambiemos?

-El gobierno actual tomó a la inflación como causa de todos los males, cuando es la consecuencia del estado de subdesarrollo. Un país es subdesarrollado cuando no le alcanzan sus ingresos para financiar su propio crecimiento. Eso le pasa a la Argentina y por eso acude al mercado internacional. En lugar de disponer de esos créditos para matar a la inflación, algo que después no se consigue, el gobierno debería pensar en aumentar la producción. El problema argentino está en la oferta, no en la demanda. La oferta termina con el proceso inflacionario porque aumenta la producción eficiente para competir en los mercados internacionales. La Cepal dice algo con lo que coincido y es que los países pobres y potencialmente ricos como la Argentina, viven en la pobreza porque venden barato y compran caro. Vendemos semillas y artículos primarios pero nunca alcanza para lo que tenemos que pagar en maquinarias y productos elaborados. Cuando me dicen que este es un gobierno desarrollista no estoy de acuerdo. El desarrollismo no tiene su base en los sectores financieros y no cree que el problema sea la inflación. La inflación es la consecuencia de un estado desacomodado donde la producción no alcanza a abastecer a su mercado interno y lo hace en los rubros básicos. Alemania es una gran potencia y tiene salarios altísimos. Y nadie dice que viven mal porque su obrero gana mucho, como dicen acá. En Alemania los sueldos son altos porque exportan automotores, nosotros exportamos trigo avena, centeno, soja, peces. Todo sin mano de obra nuestra. Entonces, este gobierno tiene que darle un manto de alegría a la sociedad, no le puede decir que faltan 20 años, porque se pueden generar cambios en poco tiempo. El optimismo y el humor social surgen cuando tenemos los primeros indicios de desarrollo económico sostenido y consensuado y con la certeza de que nuestra riqueza se va a transformar en riqueza social para que todos tengamos casa, salud, educación. El optimismo no surge con desesperanza. Cuando me dicen de una persona que hoy solo alcanza el sueldo para comer  pienso que estamos mal. Vivir no es comer nada más. Tiene que alimentarse, cobijarse, vestirse, sanarse y educarse, ahí si es un ser humano completo.

-¿Cómo recibió esta distinción?

-Es una caricia después de muchos años de lucha y de trabajo. El reconocimiento en vida es muy lindo. Le da manija quien lo recibe. Yo todavía estoy con la mente lúcida y con ganas de hacer cosas. Para mí no es el final de una carrera sino el comienzo de una nueva responsabilidad y esta distinción me pone nafta especial para seguir en el camino trazado. Cuando uno ha tenido tantas luchas no pierde los sueños ni los ideales. No voy a decir que no lo merezco. Me parece muy interesante que a esta altura de mi vida y con tantos años de trabajo se acuerden de mí. Son muchos años de pelea por la defensa de la pequeña y mediana empresa, los intereses de la clase media, con relaciones fluidas con el sector obrero, porque hemos practicado la teoría de la alianza de clases y no de la confrontación.

Reconocer a los viejos

En un tramo de la charla Soso hace referencia a la experiencia y el  reconocimiento “a los viejos”. “Me parece bien reconocer a los viejos porque son los que van por el bronce y no por el oro. A veces los que van por el oro se apuran demasiado y toman caminos erráticos. Los que estamos a esta altura estamos más para dar que recibir. En la antigüedad armaban los consejos de ancianos porque buscaban la voz de la paciencia, la tolerancia, la experiencia y la inteligencia”, dice, y lo relaciona luego con su presente: “Un poco eso estoy haciendo desde Came, que me nombró presidente honorario. Para no perder la experiencia acumulada voy por todo el país a conversar con las entidades y los nuevos dirigentes a dar opiniones e ir consolidando el desarrollo económico de la Argentina”.

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