Sociedad

Crónicas del caos

Elegir la veredita del sol y cambiar el punto de vista: el secreto de la esperanza

Dos perlitas noticiosas –el acuerdo del Senado estadounidense para restringir el acceso a las armas de fuego en ese país, y el levantamiento temporal de patentes para las vacunas anticovid– estimulan la convicción de ser parte de una misma especie y habitantes de una misma casa, una utopía necesaria


Elisa Bearzotti

 

Especial para El Ciudadano

 

Existen días en que es necesario realizar un verdadero esfuerzo para poner un pie fuera de la cama. Lo sabemos bien, todos hemos atravesado por esos momentos. En ocasiones se trata de lidiar con los imponderables que nos amargan la existencia, como salir a la ruta para ir al trabajo y encontrarnos con un bloqueo de camiones, o esperar el colectivo durante media hora cuando, de acuerdo a la aplicación, debería haber pasado hace 15 minutos. Y otras veces, lo que molesta es la densidad de nuestros propios límites, que nos tiran para atrás y se transforman en una mochila demasiado pesada. En esos días en que el mundo vira a negro, es cuando saco de la galera mis recursos resilientes y hecho mano a mi mayor virtud: no tomarme demasiado en serio… en el fondo sé que, si fallo, habrá nuevas oportunidades y, si gano, no tardaré en cometer nuevos errores. Pero esta filosofía resulta un poco difícil de aplicar cuando se trata de ejercer esta bellísima profesión que nos desafía día a día: el periodismo. Porque aquí lo que prima es el “total black” en sus diferentes versiones: catástrofes, guerras, peleas, escándalos, crisis de todo tipo conforman el “pan nuestro de cada día” y con ese material se tejen la mayoría de las noticias que circulan por el mundo. Claro que hay razones para ello, porque la función del periodismo es alertar, poner en evidencia cuestiones que, de otro modo, pasarían inadvertidas, y además porque –hay que reconocerlo– los seres humanos tenemos una especial inclinación a molestarnos unos a otros. Sin embargo, también hay que decir que muchas veces en la vorágine informativa a la que nos hemos acostumbrado se pasan por alto los pequeños y fabulosos detalles que, quizás, hacen la diferencia al momento de decidir si hoy también vale la pena hacer el esfuerzo de sacar el pie debajo de la frazada para afrontar el día, o si por el contrario nos dejaremos hundir en la más profunda de las depresiones.

En ese sentido, esta semana encontré dos pequeñas noticias, dos perlitas que, según mi criterio, estimulan la convicción de ser parte de una misma especie y habitantes de una misma casa, en lugar de reforzar la imagen de ataque permanente, como si los humanos nunca hubiéramos salido de la selva primordial. La primera es que el Senado estadounidense llegó a un acuerdo sobre un proyecto de ley para restringir el acceso a las armas de fuego en ese país, en una iniciativa bipartidista, reclamada tanto por el presidente Joe Biden como por una sociedad estremecida por los recientes tiroteos masivos en Texas y Nueva York. “Esta legislación sobre seguridad con las armas es un progreso y salvará vidas, se necesitaba urgentemente”, dijo el líder de la mayoría demócrata en la Cámara Alta, Chuck Schumer, según informó la agencia AFP. Los legisladores trabajaron durante semanas bajo presión, en medio de una renovada atención sobre la violencia con armas de fuego tras el asesinato de 19 niños en una escuela en Texas y 10 afroamericanos en un supermercado en el estado de Nueva York, ambos casos ocurridos en mayo. La última ley federal de control de armas había sido aprobada en 1994 y prohibía la fabricación para uso civil de rifles de asalto y recámaras de alta capacidad. Pero expiró una década después sin que se hayan aprobado nuevas reformas, a pesar del alza en el promedio de tiroteos diarios, que llega este año a 11, según el grupo Gun Violence Archive.

La segunda buena nueva es que esta semana –y tras casi 20 meses de debate– los países miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) acordaron levantar “temporalmente” los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas anticovid. Si bien con ciertas limitaciones, ya que en el acuerdo no se incluyen los tests y tratamientos, no benefician a todo el mundo y además se establece sólo por un período de cinco años, hay que reconocer que el hecho merece ser destacado ya que, a partir de ahora, la resolución consensuada permite a los países en vías de desarrollo fabricar las vacunas contra el coronavirus que ya se administran de forma masiva, sin pagar por las patentes. Esto incluye la tecnología del ARN mensajero, presente en los inmunizantes de los laboratorios Pfizer y Moderna, una novedad científica que propulsó los tratamientos contra la pandemia. El pacto “sin precedentes”, de acuerdo a las palabras de la directora del organismo, la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, requirió de un enorme esfuerzo de parte de los representantes de los 164 países que participaron de la XII Conferencia Ministerial realizada en Ginebra (Suiza) la cual, en virtud de las dificultades planteadas por el acuerdo, debió extenderse por 36 horas más de lo previsto inicialmente en la agenda.

Una de las críticas principales surgió de la Asociación Médicos sin Fronteras, ya que el texto no obliga a las empresas dueñas de las patentes a compartir su tecnología ni los datos de sus ensayos clínicos, que seguirán siendo secretos comerciales. “Nos decepciona que la suspensión de patentes propuesta en octubre de 2020, que hubiera cubierto todas las herramientas médicas para todos los países, no haya podido lograrse, ni siquiera durante una pandemia que causó más de 15 millones de muertos”, apuntó en un comunicado el presidente de organización, Christos Christou. Esa iniciativa, respaldada por más de 100 países, entre ellos Argentina, exigía levantar por “al menos tres años” los derechos de propiedad intelectual sobre los inmunizantes, tratamientos y diagnósticos contra el covid-19, pero los países de la Unión Europea (UE), junto a Suiza y Reino Unido, sedes de grandes farmacéuticas, fueron los principales opositores e impidieron que se aprobara. El actual acuerdo llega en momentos en que, según la Organización Mundial de la Salud, el 60% de la población mundial recibió dos dosis de vacunas anticovid, pero con un panorama muy desigual: en Nigeria solamente fueron inmunizados el 8% de sus habitantes, menos del 5% en Camerún y el 17% en Libia, por ejemplo.

Es cierto, el mundo interconectado de hoy presenta enormes desafíos, muchos de los cuales parecieran estar lejos de poder resolverse. Sin embargo, no dejo de pensar que cada logro, cada pequeño pasito, nos acerca un poco más al ideal de sabernos una sola cosa con el resto de la humanidad, una unidad plasmada en el mismo material genético, sobre el que se manifiestan –a pesar de las diferencias– similares sueños, dificultades, ideales y proyectos. Sí, quizás me gustan demasiado las utopías, pero como inmortalizara el inolvidable Pau Dones: “Según como se mire todo depende…”. Y yo, sobre todo con estos fríos, prefiero caminar sin premura por la veredita del sol.

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