Luego de las exitosas Leonera y Carancho, el realizador Pablo Trapero vuelve al ruedo con un nuevo título, Elefante blanco, otro drama (que parece ser el género que mejor le sienta al argentino) desarrollado en una línea que toca lo social y hasta lo político.
Con guión de Alejandro Fadel, Martín Mauregui, Santiago Mitre y el propio Trapero, Elefante blanco aborda la vida de dos curas, Julián y Nicolás, quienes trabajan junto a Luciana, una asistente social, en una villa de Buenos Aires. Ambos curas luchan mano a mano para resolver los problemas sociales del barrio con mucha dedicación y empeño. De este modo, su trabajo los enfrentará tanto a la jerarquía eclesiástica y a los poderes gubernamentales como al narcotráfico y a las fuerzas policiales que asolan la villa arriesgando sus vidas por defender su compromiso y lealtad hacia los vecinos del barrio.
La propuesta de Elefante blanco es, a partir de estos tres personajes, abrir un abanico de historias para poner en crisis diferentes temas como la fe y la religión, el deber y el hacer, el amor y la pasión, la duda y la convicción, tópicos que en este caso se convierten en antinomias.
Como es de prever, los protagonistas continuamente cuestionan su propia fe (cómo puede, por ejemplo, existir un Dios en un sitio tan violento) y ponen en duda que lo que están haciendo termine sirviendo para algo, o incluso que estén del lado correcto. No solamente ellos tienen estas dudas; también hay dos voluntarios sociales –Juliana y Cruz– que continuamente piensan si deben seguir o no trabajando en aquel lugar olvidado por los gobiernos. Teniendo en cuenta esta trama, no es muy difícil ver una inspiración directa de la figura del padre Mujica (el sacerdote que vivía en la ahora famosa Villa 31). El ya a esta altura actor fetiche de Trapero, Ricardo Darín, Martina Gusmán y el belga Jerémie Renier (que trabajó con los Hermanos Dardenne) animan al trío de protagónicos.
Salas: Del Centro, Showcase, Sunstar, Village, Monumental
Comentarios