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Abuso sexual

El violador soy yo: se declaró culpable y fue condenado a 20 años de cárcel

Se trata de Pablo Nicolás Barreto, violador serial de 24 años detenido en julio después de ser reconocido por sus víctimas. Fue condenado este viernes en un juicio abreviado en Rosario por 8 hechos de abuso sexual, robo y privación de la libertad.


Pablo Nicolás Barreto, el violador serial de 24 años detenido en julio de este año en Rosario, se declaró culpable y fue condenado 20 años de prisión efectiva en un juicio abreviado. En total, la Fiscalía había acumulado ocho acusaciones de robo, abusos sexuales, privaciones de la libertad y exhibiciones obscenas gracias al testimonio de ocho mujeres que lo denunciaron y lo identificaron en una rueda de reconocimiento. Este viernes ellas llegaron al Centro de Justicia Penal y escucharon a Barreto decir sólo tres palabras: “Sí, soy culpable”. Jorgelina, una de las víctimas, vivió la jornada con la misma angustia que sintió el día que hizo la denuncia en Fiscalía. “Fue un día agotador. Entendemos que conseguimos una condena importante, pero veía al resto de las chicas, muchas muy jóvenes, y estábamos todas igual de angustiadas”, dijo en diálogo con El Ciudadano y denunció que fueron amenazadas por la familia de Barreto.

Culpable

La audiencia del juicio abreviado fue este viernes al mediodía. La fiscal a cargo de la acusación fue Alejandra Raigal, de la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual. Las mujeres que denunciaron a Barretto llegaron puntuales para escuchar la sentencia. Algunas se conocían desde la rueda de reconocimiento, otras de encontrarse en la Fiscalía cuando iban a declarar. Para Jorgelina cada instancia judicial fue revivir no sólo los abusos de Barreto hacia ella sino hacia el resto de las víctimas.

Jorgelina contó que en la puerta se encontraron con los familiares de él. “Nos amenazaron. Son gente que da miedo. A la salida tuvimos que ir hasta nuestros autos con custodia por miedo a que nos hagan algo”, dijo, y agradeció el apoyo que recibió estos meses de familiares, amigos, conocidos y hasta desconocidos.

La fiscal Raigal relató los delitos por los que estaba acusado. A la hora de hablar, Barreto dijo sólo tres palabras: “Sí, soy culpable”. El reconocimiento no fue para ellas un alivio. Tampoco la condena. Si bien serán 20 años de cumplimiento efectivo, Jorgelina dijo que les queda la sensación de que no fue suficiente.

Una mecánica repetida

Como en otros casos de violadores seriales, la forma de accionar de Barreto fue siempre la misma. Visitaba comercios en busca de mujeres jóvenes que atendieran solas y se aseguraba que no hubiera cámaras. Las visitaba en el horario de apertura o cierre del local y les ofrecía un servicio de seguridad o alarma. Algunas veces les consultaba por algún producto. Después volvía al local y las amenazaba con un arma. Las obligaba a entrar a un baño u otra habitación, las ataba con precintos plásticos negros de distintos tamaños en el cuello, las muñecas y los tobillos, y después intentaba abusar de ellas. A veces lo lograba y, en otras, ellas lograron escapar.

En julio el caso llegó a los medios de comunicación cuando Jorgelina lo hizo público. A partir de ahí se empezaron a conocer otros testimonios. Las víctimas hicieron un identikit que circuló por los medios. A mediados de ese mes, Barreto fue detenido.

Según lo investigado por Fiscalía, Barreto y su hermano Sergio Ignacio Barreto trabajaban como repartidores en una pizzería en Zeballos al 2000. Usaban una moto que estaba a nombre de su hermana. Pablo Barreto tenía permiso de manejarla. El primer indicio para llegar a él fue la patente, que coincidía con la que había denunciado una de las madres de las víctimas. La fiscal ordenó cruzar ese dato con las imágenes captadas por un domo municipal durante uno de los ataques denunciados. Con esa información, en julio, Raigal ordenó la detención de los hermanos Barreto y el allanamiento de dos viviendas. Una en Ocampo al 400 y otra en Moreno al 3700. Encontraron la moto, ropa que coincidió con lo que describieron las víctimas, y dos juguetes de Toy Story que habían sido robados en unos de los ataques.

La imagen que fue clave

Los hermanos Barreto fueron detenidos después de que las víctimas ayudaran en la confección de un fotofit que fue distribuido en medios de comunicación y reparticiones estatales en julio de este año. El 18 de ese mes se hizo una rueda de reconocimiento en la que al menos 7 mujeres reconocieron a Pablo Barreto como el atacante. Una cicatriz muy grande que le atraviesa la mejilla izquierda fue la clave que permitió identificarlo aun cuando él se había dejado crecer la barba. “Cuando pasó lo que pasó vi solo una parte de la cicatriz, pero era muy grande. Le cubre toda la cara, desde la boca hasta entre la ceja y la oreja. No tengo dudas que es esa persona”, dijo una de las víctimas.

Una cicatriz en la mejilla fue clave para identificar al violador serial

Los hechos según la Fiscalía

El 9 de enero a las 11, Barreto entró a un local de Buenos Aires al 3400 y después de amenazar a la vendedora la encerró hacia otro ambiente del local. Le ató las manos y quiso violarla pero no lo logró. Se escapó con dinero en efectivo que le había robado. La fiscal lo imputó por robo simple y privación ilegítima de la libertad agravada por amenazas.

El 15 de abril a las 13 entró a un local de Rodríguez al 1200 y tras amenazar a otra vendedora, la llevó a otro ambiente del local, la maniató e intentó violarla. Ella resistió y él se fugó llevándose también dinero en efectivo. Le imputaron abuso sexual en grado de tentativa, robo calificado y privación ilegítima de la libertad.

El 14 de mayo a las 13.15, en pasaje Blanque y Mitre, interceptó a una mujer cuando descendía de su vehículo. La amenazó con un arma de fuego y la violó dentro de su auto. Además le robó la billetera y se fugó. Lo imputaron por abuso sexual con acceso carnal y robo calificado.

El 20 de mayo, a las 19, entró a un local de Sarmiento al 4300 con la excusa de consultar por mercadería. Llevó a la víctima hacia otro ambiente del local, la maniató, y la violó. Como en los otros casos le robó y después se escapó. Le imputaron abuso sexual con acceso carnal, robo simple y privación ilegítima de la libertad agravada por amenazas.

El 24 de junio, a las 19.30, entró a un comercio de Uruguay al 1100 con la excusa de consultar por elementos o mercadería, para luego mediante amenazas exigirle dinero en efectivo y fugarse. Le imputaron robo.

El 26 de junio, ingresó a un local de Londres al 3300 y exhibió un arma de fuego. Ejerciendo violencia hacia la víctima, tomó dinero en efectivo. Lo imputaron por robo calificado por el uso de arma no encontrada.

El 27 de junio, a las 12, entró a un comercio de San Nicolás al 300 con intenciones de robo. Obligó a la vendedora a ir hacia otro ambiente del local, la ató y abusó sexualmente de ella. Además le sustrajo dinero en efectivo y se fugó. Lo imputaron por abuso sexual simple y exhibiciones obscenas, y robo calificado con arma de fuego no hallada.

Por último, el 10 de julio, a las 9.30, entró a un local de España al 3800 y simulando que tenía un arma de fuego le exigió a la víctima dinero en efectivo y productos, dándose a la fuga. Lo imputaron por robo calificado por el uso de arma de fuego no hallada.

 

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