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El viaje del Papa Francisco, un nuevo capítulo en la larga relación entre Irak y el Vaticano

El sumo pontífice coronará un vínculo diplomático de más de 50 años, reforzado tras la oposición de la Santa Sede a la invasión estadounidense de 2003 y apoyada en los lazos que unen a los orígenes del cristianismo con la historia de ese país de Medio Oriente


Con su viaje a Irak, el papa Francisco coronará una relación diplomática de más de 50 años, reforzada tras la oposición de la Santa Sede a la invasión estadounidense de 2003 y apoyada en los lazos que unen a los orígenes del cristianismo con la historia de ese país de Medio Oriente.

Pese a la pandemia de coronavirus y a los atentados cometidos por grupos armados en las últimas semanas, el Pontífice partirá este viernes para cumplir el viaje que su antecesor Juan Pablo II siempre soñó y nunca pudo hacer.

La llegada de Jorge Bergoglio se dará en un marco de una “muy buena relación bilateral” entre Irak y la Santa Sede, explicó el cardenal Fernando Filoni, nuncio (embajador) vaticano en el país entre 2001 y 2006.

Si bien los vínculos diplomáticos formales comenzaron el 19 de diciembre de 1966, cuando el entonces papa Pablo VI recibió las cartas credenciales del primer embajador iraquí, Kashim Khalil, con buenos deseos para el “amado pueblo de Irak”, los lazos que unen a ese territorio con el cristianismo se remontan miles de años atrás.

De hecho, el Papa visitará las ruinas de la antigua ciudad sumeria de Ur, el lugar en el que según la interpretación más extendida de la Biblia nació el patriarca Abraham, punto de referencia para el catolicismo, el judaísmo y el islam.

Con presencia cristiana comprobada desde el siglo I, agregó Filoni, uno de los puntos de inflexión en el vínculo se dio en 1632, cuando las autoridades del lugar pidieron la instalación de una representación del entonces pontífice, Urbano VIII.

Este sábado, como parte de esa larga historia compartida, Francisco celebrará su primera misa en Irak en la Catedral de San José, en Bagdad, en pie desde que la capital iraquí fue establecida como diócesis, en 1643.

El segundo hito en el vínculo bilateral, apuntó una persona cercana al actual Pontífice, fue la “férrea oposición” de Juan Pablo II a la invasión estadounidense a Irak en 2003.

“Juan Pablo II envió en 2003 al cardenal Pio Laghi a que le lleve una carta en mano a (el presidente de Estados Unidos) George W. Bush para frenar la invasión, ya que el purpurado era amigo de la familia del entonces mandatario”, planteó el religioso que siguió de cerca la negociación de esa época.

El entonces mandatario de EEUU, sin embargo, rechazó la petición, diciendo que era “un asunto decidido”, sin siquiera mirar la carta que le enviaba el Papa, contaron desde el Vaticano.

Esos primeros meses de 2003, el Vaticano había multiplicado sus esfuerzos para evitar una nueva guerra en el Golfo Pérsico, un gesto que fue bien recibido por la diplomacia y el pueblo iraquí. La máxima prueba de ello fue que el 14 de febrero Juan Pablo II recibió en el Vaticano al entonces “número dos” de Saddam Hussein, Tarek Aziz.

Al día siguiente, el cardenal vasco-francés Roger Etchegaray, se reunió con el entonces presidente iraquí en un esfuerzo por encontrar una solución pacífica a la crisis internacional como emisario del Papa.

El 18 de febrero, en una semana en la que el Vaticano desplegó todas sus fuerzas para frenar el ataque, el Observador Permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas, Celestino Migliore, destacó en un discurso al Consejo de Seguridad de la ONU que “la vasta mayoría de la comunidad internacional pide una resolución diplomática para la disputa” que entonces tenía a Irak en el centro y convocó a “prevenir una posible guerra”.

Cuando el Irak de Hussein se convirtió en un paria en Occidente, el canal de diálogo entre la Santa Sede e Irak se había mantenido abierto en gran parte gracias a Aziz, canciller (1983-1991), viceprimer ministro adjunto (1979-2003) y asesor cercano del presidente iraquí durante décadas, considerado el cristiano de más alto rango en ese gobierno.

En 2010, con la ocupación estadounidense ya en crisis, el Vaticano reclamó con énfasis que el dirigente político iraquí no fuera ultimado, en una nota en la que reclamó “que la sentencia no sea ejecutada para promover la reconciliación y la reconstrucción de la paz y la justicia en Irak tras el gran sufrimiento que ha vivido”.

De todos modos, la presencia de cristianos en los altos mandos iraquíes, apuntó Filoni, no fue una novedad: uno de los fundadores del partido Baaz de Hussein, el sirio Michael Aflaq, fue un ferviente cristiano.

Ya en junio de 2019, Francisco había expresado su intención de visitar a Irak, durante una audiencia con los participantes del Encuentro de Ayuda a las Iglesias Orientales.

Un año antes, durante la Navidad de 2018, el Papa había enviado a su “número dos”, el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, a encabezar las celebraciones en Irak y fue recibido con honores de jefes de Estado.

Con la diplomacia vaticana siempre mirando de cerca la posibilidad de materializar una visita papal a Irak, hace poco más de un año el viaje adquirió forma concreta cuando Francisco recibió en el Vaticano a Barham Salih, actual presidente iraquí, días antes de la explosión de la pandemia a nivel mundial.

En el encuentro, Francisco y el mandatario destacaron “la importancia de preservar la presencia histórica de los cristianos en el país, del que son parte integrante, y su significativa contribución a la reconstrucción del tejido social, evidenciando la necesidad de garantizarles seguridad y un lugar en el futuro de Irak” y esbozaron sus intenciones de “restablecer la confianza y la coexistencia pacífica”, según indicó entonces el Vaticano.

Ya con la idea de viajar en la cabeza, el Papa recibió días después al otro actor institucional de importancia en Irak: el primer ministro del la región semiautónoma del Kurdistán, Masrour Barzani.

“Las relaciones entre la Santa Sede e Irak son muy buenas”, resumió el obispo auxiliar de Bagdad, Basel Yaldo, quien recordó: “Intercambiamos visitas y muchos de los miembros de nuestro gobierno visitaron el Vaticano y se reunieron con el Papa”, para ratificar la vigencia de un vínculo que, por primera vez, esta semana verá a un pontífice pisar suelo iraquí.

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