Espectáculos

Escénicas en el G 15

“El último”, de Marcelo Allasino, un ensayo sobre la violencia de género corrido del enfoque binario

El creador rafaelino llega el fin de semana con un trabajo que expone “la mercantilización del deseo en un contexto de capitalismo salvaje, aplicaciones de encuentros, urgencias sexuales y mucha soledad”. Se presenta sábado y domingo, auspiciado por el Ministerio de Cultura, con entrada gratuita


Quién es el último, quiénes son los últimos, quiénes, con el motor del deseo y de una supuesta pertenencia se corren de la línea, de los bordes, de los límites, y en ese afán, llegan a matar. Hay un mundo de inspiraciones muy poderosas que dio forma y sentido a El último, trabajo estrenado por el notable creador rafaelino Marcelo Allasino, gestado en la ciudad de la que es oriundo (porque allí está la génesis de todo su recorrido poético más allá de los años que lleva viviendo en Buenos Aires), que este fin de semana se presenta con dos imperdibles funciones, con entrada gratuita, en el Galpón 15 de la Franja del Río, con el auspicio del Ministerio de Cultura de la provincia de Santa Fe.

El creador rafaelino Marcelo Allasino.

Se trata del trabajo más reciente de Allasino, estrenado en noviembre de 2022 en el Centro Cultural La Máscara de la ciudad de Rafaela con el apoyo de la Comisión Municipal para la Promoción de la Cultura de esa ciudad, donde realizó dos temporadas, además de funciones en Buenos Aires. Y tras el apoyo recibido de parte del Instituto Nacional del Teatro (INT) y de resultar ganadora del Concurso Anual 2022 del Plan de Fomento del Ministerio de Cultura de Santa Fe, en las últimas semanas, la obra inició un gira provincial que la trae este fin de semana a Rosario, una ciudad donde el nombre de este creador tiene peso propio con tres décadas de recorrido y cercanía.

Un balbucea sobre la violencia

El último, que lleva por subtítulo “diatriba de amor por mensaje de audio”, habla acerca de dos personas que se vinculan afectivamente movilizadas por distintas carencias e intenta diseccionar algunas formas de entender el amor. “Esta es una obra que balbucea sobre la violencia en un territorio que reclama visibilidad, y expone la mercantilización del deseo en un contexto de capitalismo salvaje, aplicaciones de encuentros, urgencias sexuales y mucha soledad”, escribe el también autor de Mis palabras, su trabajo inmediato anterior gestado en Buenos Aires, que pasó por la ciudad hace exactamente un año.

Con autoría, producción y dirección de Marcelo Allasino, la propuesta cuenta con las actuaciones de los rafaelinos Marcelo Gieco y Agustín Keller, también músico y compositor de la banda sonora del espectáculo, que además suma la creación espacial y lumínica del propio Allasino, el piano de Luis Enrique Carballosa, mastering de Brian Taylor, grabación de efectos sonoros de Nico Diab, colaboración en vestuario de Gustavo Mondino, utilería de Salvador Aleo, cámara y edición de video de Beto Bellezze, fotos de Trinidad Bussolaro, diseño gráfico de Leonor Barreiro y asistencia y operación técnica de Daio Albanesi y Fernando Sacone.

De la realidad a la ficción

El último es un texto que surge a partir de un crimen acontecido en 2020 en un hotel del microcentro porteño, del cual fue víctima un joven trabajador sexual. Tenía 23 años y se llamaba Enzo Aguirre. Era correntino. Durante el primer encierro por la pandemia estuve confinado en la ciudad de Buenos Aires y nos cruzábamos con Enzo en una aplicación de citas. Su cuerpo sin vida apareció a tres cuadras de casa, y la noticia me impactó enormemente. Este asesinato se inscribe en una triste trama que acumula muchas otras historias de violencia de la que son víctimas personas muy jóvenes: mujeres y varones cis y trans, y personas no binaries, que encuentran una forma de subsistencia en el salvaje contexto capitalista, ejerciendo la profesión más antigua del mundo. Las condiciones de clandestinidad que propician el estigma y el abuso, y que confinan al secreto a las malas víctimas fueron motores de la escritura de este texto”, escribió Allasino respecto de la génesis de un material donde resuenan, como ecos, otros de su vasto recorrido tales como el iniciático Noche de ronda o el muy posterior Kilómetro 228.

 

“Esta es una obra que habla de la violencia de género un poco corrida del enfoque binario más habitual. Y habla también sobre trabajo sexual, sobre la mercantilización de los cuerpos que está como ganando mucho territorio con las redes sociales y en las plataformas. En ese lugar existe la posibilidad de poder generar recursos en un tiempo de una economía tan adversa y entonces nos parece que es muy importante poner este tema en agenda, porque más allá de la obra en sí hemos generado una serie de espacios de debate muy interesantes sobre estos temas, sobre todo en un territorio como el nuestro con números escalofriantes de femicidios y violencia de género en todas su formas”, detalló Allasino.

En un mundo donde la comunicación parece priorizarse pero donde, paradójicamente, reina la incomunicación, el material habla de estos temas y de una especie de nuevo estado de violencia que pareciera respirarse. “En esta obra se cruzan una serie de temas que vengo trabajando en mis últimas producciones que tienen que ver, sobre todo, con creaciones de los últimos años como La Tortuga o Mis palabras, por una inquietud personal por intentar desentrañar dónde está el germen de la violencia, porque cada vez estoy más convencido de que ese germen está en la forma en la que somos educados en el amor, en siglos de inculcarnos una única posibilidad de amor como un territorio de lo absoluto en el que el verdadero amor es el que debe durar para toda la vida y que se consolida exclusivamente con una persona. Es esa idea de amor romántico que sigue estando tan vigente, tan presente en todos los medios de nuestra cultura. Este recorrido me permite ver que allí se genera ese estigma que después deriva en violencia, en asesinatos; múltiples formas de violencia y sobre eso reflexionamos un poco en la obra: sobre esa idea del amor posesivo, el concepto de propiedad sobre el otro, de esa idea de que el otro me pertenece”, evaluó el creador.

Respecto de quiénes son estos dos personajes ungidos por un raid trágico, el creador habló de una serie de inspiraciones surgidas de la realidad y del siempre fructífero proceso de trabajo con los actores: “El disparador de la escritura de esta obra que comenzó siendo un monólogo fue a partir de un hecho muy duro y conmovedor para mí: el asesinato de un pibe de 23 años que vivía a dos cuadras de mi casa y a quien yo me cruzaba en las redes sociales, que era trabajador sexual y que apareció asesinado en Buenos Aires en medio de la pandemia. Esa proximidad tan impresionante en cuanto a conocer a la persona y esa cercanía me conmovió profundamente. A partir de ahí escribí un monólogo, una serie de mensajes de audio que una persona despechada empezaba a mandarle a alguien de quien estaba enamorado, donde aparecía el territorio del trabajo sexual y donde había dinero de por medio”, contó Allasino.

Y en el mismo sentido, detalló: “Luego, a lo largo de varios meses y después de que decidimos encarar la producción, fui reescribiendo el material ya sobre los cuerpos de los actores. Ellos encarnan a este señor que no tiene nombre, que se llama Él, que se obsesiona con Martín que es un pibe que viene de una situación de fragilidad económica, muy vulnerable, con una mirada singular sobre el mundo, sobre el amor, y sobre ese estado de fragilidad de este chico que, como el actor que lo encarna, es músico, entonces la música tiene un rol importante en la obra, hay música en vivo, y fue un proceso muy rico y de mucha generosidad de parte de ambos actores. No solamente porque pusieron sus cuerpos, sino también sus imaginarios y sus sensibilidades, y eso me permitió a mí terminar de formular la escritura de la obra, que resulta muy conmovedora y además muy poética a pesar de lo que cuenta”.

Sumando inspiraciones en este particular proceso creativo, hay una que Allasino trae desde hace mucho tiempo, quizás desde la primera vez que vio en su Rafaela natal, seguramente de forma clandestina dada la censura imperante, el mediometraje Una canción de amor (Un chant d’amour), de 1950 (aunque se estrenó mucho después), del icónico escritor, dramaturgo y poeta francés Jean Genet, cuyo imaginario se mixtura con el de la obra que pareciera transitar atmósferas cercanas.

“Me interesa desde hace mucho tiempo una película de Jean Genet que se llama Una canción de amor, que estuvo prohibida durante 25 años y que de alguna manera retrata también este vínculo homoerotico relacionado con el crimen, con lo oscuro y con la prisión; son referencias de esa película que dialogan fuertemente con nuestra obra; en ese sentido generamos un material audiovisual que aparece en la puesta que deriva en algunos pasajes que son muy cinematográficos”, expresó finalmente este creador con cuatro décadas de recorrido y una cercanía con Rosario muy particular.

“Con Rosario –cerró– tengo una historia personal muy poderosa porque la mitad de mi familia vivió allí desde que yo nací, entonces hay un vínculo afectivo muy fuerte y ni hablar de lo artístico, con experiencias que marcaron mi recorrido como director y como docente, por eso siempre es un deseo y una decisión presentar mis obras en Rosario”.

Para agendar

El último, de Marcelo Allasino, se presenta este sábado a las 21 y el domingo a las 20, en el Galpón 15 (G15, Franja del Río), de Estévez Boero 700 (ingreso sur), con entrada libre y gratuita por orden de llegada. La obra se sugiere para público adulto.

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