El Hincha

Balón de luto

El Trinche y el Víctor: murió el socio perfecto y a la vez el más duro rival de Tomás Felipe Carlovich

Dolor en el fútbol mendocino: falleció a los 84 años Víctor Legrotaglie, apodado “el Víctor” y “el Maestro”, y que deslumbró a propios y rivales en las décadas de los 60 y los 70. Su trayectoria lo mantiene en un podio mundial y lo llevó a trabar amistad con otro mediocampista endiablado, algunos años menor: Carlovich


Este sábado por la tarde, a la edad de 86 años, falleció Víctor Antonio Legrotaglie, ídolo máximo de Gimnasia y Esgrima de Mendoza y, para muchos, el mejor futbolista de la historia nacido en la provincia cuyana. “«El Víctor» fue internado el miércoles por la noche en el hospital El Carmen con neumonía y, aunque en un principio presentó una leve mejoría, este sábado su cuadro empeoró y, por esas cosas de la vida, después del gran triunfo del Lobo murió acompañado de su familia”, lamentó la crónica del sitio MendozaPost. Y rememoró que Legrotaglie “fue un futbolista de una calidad excelsa” y que “lideró a un Gimnasia que dio de qué hablar en los viejos Nacionales”, campeonatos que disputó con la casaca blanquinegra en 1970, 1971 y 1972. El recordatorio refiere que tenía tal talento que grandes equipos del mundo lo tuvieron en la mira, y se dice que entre ellos hicieron el Real Madrid, el Inter de Milán y hasta el Cosmos de Nueva York. “Pero él era feliz en Gimnasia, en Mendoza, y nunca pensó en irse solamente para ganar más dinero”. La referencia lo emparenta a otro grande, algunos años menor, que por esos tiempos también ya deslumbraba con su juego virtuoso y paciente en el mediocampo, a unos 800 y pico kilómetros de las canchas cuyanas: Tomás Felipe Carlovich. Y, efectivamente, el que no quería irse de Mendoza y el que no quería irse de Rosario fueron amigos, jugaron juntos, y compartieron un sinfín de anécdotas. Otro sitio, el del diario Los Andes, dio cuenta de algunas de ellas.

De Legrotaglie, las crónicas andinas recordaron la época dorada del Lobo mendocino, que supo golear por 5 a 2 al San Lorenzo de Los Matadores en el Gasómetro, en julio del 71, “convirtiéndose de a poco en un equipo sensación, el de «el Víctor y su ballet»”.

Las estadísticas exponen que jugó un total de 508 partidos y marcó 108 goles, 103 de ellos en Gimnasia, “su gran amor”, donde jugó 450 cotejos. Anotó nada menos que 12 goles olímpicos, y 66 de tiro libre, ubicándose tercero en el ranking histórico mundial: está en la misma posición que el brasileño Ronaldinho. “El Víctor” falleció con un gol más de tiro libre que el mismísimo Lionel Messi, cuya cuenta no está cerrada. Y por encima estaban nada menos que los 77 goles de Juninho Pernambucano y los 70 de Pelé, en un podio que sólo es verdeamarelo, y celeste y blanco.

Símbolo del fútbol mendocino, el Víctor también vistió la camiseta de Atlético Argentino, en la década del 60; la de un “reforzado” Godoy Cruz Antonio Tomba en un famoso amistoso contra el Santos de Pelé, en marzo de 1964 (2-3), y la de Independiente Rivadavia en el Nacional del 73.

 

Y también brilló con la casaca de Chacarita Juniors, en el equipo que fue campeón de la Primera B en 1959; pasó por Juventud Alianza, de San Juan, en 1967; y en 1976, por pedido expreso del entonces gobernador Carlos Menem, se sumó a Américo Tesorieri de La Rioja.

César Luis Menotti, el DT que ganó el Mundial de 1978 con la Selección, escribió hace unos años el prólogo de la biografía de Legrotaglie, publicada por Matías Soria: “Hay jugadores que tienen una presencia diferente, corren lo necesario, abruman con su técnica, manejan los tiempos y los espacios como si la cancha tuviese las medidas que ellos imponen a puro talento, a pura destreza”, describió, y ubicó a “el Víctor” como un “ilustre de esa raza”.

El Víctor y su amigo el Trinche

Diego Bautista, en el diario Los Andes, recuerda un título del propio matutino, del miércoles 9 de abril de 1975: “Gimnasia y Boca juegan hoy en los Azules por el pase de Felman”. Y recuerda que iban a coindicir nada menos que Víctor Antonio Legrotaglie y Tomás Felipe Carlovich, quien por entonces vestía la azul oscuro de Independiente Rivadavia. “El público asistente tendrá oportunidad de ver en acción, por primera vez juntos, a una figura ya legendaria del fútbol mendocino y a «El Rey» Carlovich, verdadero cerebro de la «Máquina Azul». Enfrente estaba nada menos que el Boca de Rogelio Domínguez”, decía el diario de Mendoza.

El motivo del amistoso era exactamente ése: parte del acuerdo por el pase del delantero Darío Felman, formado en Gimnasia y Esgrima y que al año siguiente la rompería en el Xeneize, donde ganaría cuatro títulos nacionales y, en esos relevos mágicos del fútbol nacional, sería jugador de la Selección en el debut de Diego Armando Maradona.

Pero en aquel año el Diego aún no había cumplido los 15, Felman tenía 23, y el Víctor ya era un veterano, próximo a cumplir los 38 años. Al Trinche le quedaba carrera: estaba a 10 días de su cumpleaños número 29.

La crónica de Los Andes de la época refleja el choque en la Cordillera: “En los primeros minutos impresionó mejor el equipo Metropolitano, pero todo fue que Legrotaglie y Carlovich encontraran la pelota para que el ritmo del partido lo marcaran los hábiles volantes”.

Faltaban décadas para el actual empacho de imágenes y filmaciones de todo y todos. Los buenos partidos se “leían” y los comentarios eran piezas literarias acordes, en extensión y narración, a lo que había ocurrido sobre el césped. “Al promediar la etapa ya Gimnasia funcionaba bien en todas sus líneas. Ibáñez respaldaba la gestión de sus compañeros del mediocampo Carlovich y Legrotaglie y ambos llegaron más arriba produciendo las mejores jugadas del partido, la más vistosa, de buen fútbol, tal como se suponía de estos dos exquisitos”, refiere el comentario.

Con la magia de Legrotaglie y Carlovich aportando, el triunfo sería para el “ampliado” once del Lobo mendocino, aunque el primero en llegar a la red había sido Boca Juniors.

“Gimnasia y Esgrima venció merecidamente, pese a que su trabajo tuvo dos fases dintintas en los dos períodos. En el primer tiempo fue superior con el toque de Legrotaglie y de Carlovich. En el complemento su trabajo habrá sido más rústico, casi sin exquisiteces, pero sobrio y desbordante, a la vez que efectivo”, publicó Los Andes en el marco de una crónica mucho más amplia.

El mismo medio recuerda ahora: “Pese a que fueron ídolos de veredas opuestas y acérrimos rivales como Gimnasia e Independiente, Legrotaglie y Carlovich eran muy amigos. Una amistad que nació cuando el rosarino vivió en Mendoza y jugó para la Lepra en la década del 70. «Cada vez que venís para acá se olvidan de mí»”, me dijo Víctor la última vez que anduve por Mendoza –contó el Trinche desde su casa, en Rosario hace varios años–. Cuando fui allá, con unos amigos comimos en su casa. Llegamos y el Víctor me dijo: «Ustedes tienen que venir más seguido». «¿Por qué?», le pregunté. «Porque nunca tuve la heladera tan llena como ahora para recibirlos»”.

Los Andes también da cuenta de que “el Víctor” no olvidó un gesto del Trinche que lo dibuja en cuerpo y alma: “Recién operado de la cadera y caminando con muletas, viajó desde Rosario en 2006 para acompañarlo en el homenaje de sus 50 años con el fútbol”.

“Recuerda que lo abrazó y le dijo: «El Rey es usted, Maestro». Para Carlovich, el Víctor siempre fue un jugador «humilde y sencillo», que tenía 12 velocidades y nunca se sabía qué podía inventar dentro de una cancha”.

Seis años después, en 2012, el periodista Diego Bautista fue testigo directo de otro encuentro entre el Víctor y el Trinche. Y lo narra: “Fue en un hotel cercano a la Terminal de Ómnibus de Mendoza. «Para mí es un honor, un orgullo y una satisfacción recibir al Rey porque al margen de ser lo mejor que dio el fútbol, es un amigo excepcional. Esas cosas hicieron que fuera lo máximo, porque ‘Carlo’ fue un jugador maravilloso, de esos que hoy no hay. Jugar con él era muy sencillo», comenzó diciendo esa tarde el Maestro”.

Y rememora que el mendocino acompañó al rosarino hasta el andén: “No me voy a olvidar nunca de un amistoso que jugamos contra Boca en la cancha de la Lepra, ganábamos 2 a 0 y el técnico de Boca se metió a la cancha a pedirle al árbitro que sacara a uno de nosotros dos porque si no retiraba el equipo. También se enojó el Tano Pernía, se pusieron nerviosos y nosotros con el apoyo de la gente buscábamos el túnel y todas esas cosas lindas que hacía el Rey. Tenía una técnica y una visión de juego que no le hacía falta correr. ¿Si fue mejor que Maradona? Sí, no lo vamos a desmerecer al Diego, pero yo lo dije en mi libro: el mejor jugador que vi en mi vida fue Carlovich”.

En otra anéctoda de ambos, Los Andes la recuerda así: “Nos hablan de Independiente para estar con el Tucho Méndez y otras figuras en un partido especial. Fuimos a buscar a Carlovich a Rosario. Cuando veníamos la nafta se nos terminó por Sampacho. No teníamos ni un mango para el combustible. Al lado de la estación de servicio había unos pibes jugando al fútbol. La pelota cayó cerca de mí y mandé un puntazo hacia arriba, el rey Carlovich y el Tucho se prendieron. La gente que nos vio quedó maravillada y nos cargaron la nafta gratis y nos dieron guita para seguir”.

 

El adiós interminable

El legendario partido entre Gimnasia y Esgrima de Menoza y Boca Juniors se jugó en la cancha de Independiente Rivadavia, sobre avenida Las Tipas. El estadio del Lobo, el quinto en importancia de la provincia cuyana, fue inaugurado en 1934 y desde 1975 se llama “Víctor Antonio Legrotaglie”. Pero es común que al complejo del cruce de las avenidas Boulogne Sur Mer y Carlos Washington Lencinas se le diga simplemente “el Víctor”, o también “El Templo”.

Legrotaglie pasó tuvo tres períodos como jugador de Gimnasia, antes de colgar los botines en 1976. Salió de la cancha, pero se quedó en los bordes: fue entrenador de Andes Talleres, Atlético Argentino, Boca de Bermejo, Cicles Club Lavalle, Deportivo Guaymallén, Deportivo Maipú, Gutiérrez Sport Club, Luján Sport Club, Godoy Cruz y Huracán Las Heras. Y del propio Gimnasia, completando un círculo en el que nunca dejó de tener a la vista la Cordillera.

“El fútbol fue mi pasión, mi vida entera. Siempre estuvo en mi espíritu divertirme con la pelota y perfeccionarme para divertir a los demás jugando el más lindo de los deportes”, dijo el Maestro en su propia biografía.

 

 

Comentarios