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Trinchemanía

El Trinche Felipe Carlovich: una leyenda

Una gloria del fútbol rosarino que para muchos pudo ser el mejor del mundo, pero optó por quedarse en su barrio, con su gente, por sobre los lujos y los flashes.


Ídolo indiscutido. El Trinche siempre está presente en las tribunas del Gabino Sosa cada vez que juega Central Córdoba.

Fue y es una de las leyendas del fútbol rosarino y por qué no del país. Y el 18 de abril festejó un año más de vida. Y por esas cosas del destino, fue justo el día después de que se cumplieran 44 años de aquella tarde que lo catalogó como “el mejor de todos”, aunque acá ya todos lo sabían. Tomás Felipe Carlovich, el “Trinche”, una gloria del fútbol rosarino que para muchos pudo ser el mejor del mundo, pero optó por quedarse en su barrio, con su gente, por sobre los lujos y los flashes.

Jugador dueño de una “zurda mágica”. Símbolo del “fútbol romántico”, de un juego elegante, ese que ya no se acostumbra a ver. Una leyenda que camina por las calles de Rosario como uno más como cualquier mortal. Aunque en cualquier charla futbolera, sin importar edades, su sola mención es sinónimo de crack, de potrero.

No hay registros audiovisuales que puedan mostrar sus gambetas, sus sombreros o su patentado “caño de ida y vuelta”. Lo que sí existen son miles de testimonios de quienes tuvieron el placer de verlo en la cancha. Y de ahí la leyenda se agiganta, porque el boca a boca le da mayor valor a la historia y le agrega un toque mágico donde la realidad se junta con la imaginación y nadie se atreve a contradecir. Pocos lo vieron, pero todos saben de su juego.

Reconocido por grandes del fútbol nacional como César Luis Menotti, Jorge Valdano, José Pekerman, Carlos Timoteo Griguol, es comparado por ellos con los mismísimos Maradona o Pelé.

Obviamente su historia está emparentada con el talento no aprovechado. Mucho se dice de sus virtudes con la pelota, pero también sobre sus defectos. Que no le gustaba el entrenamiento, que le gustaba mucho pescar, que era vago y le faltaba profesionalismo. Pero el éxito es subjetivo. Para algunos está relacionado con tener un muy buen pasar económico y un reconocimiento mundial, para otros es jugar a la pelota y divertirse. El Trinche lo dijo alguna vez, “a veces no se da”.

En Central jugó a finales de los años 60 y tan solo dos partidos, junto a Carlos Aymar, Aldo Pedro Poy y Daniel Killer. Pero su gran amor, el más fuerte, siempre fue Central Córdoba. El Gabino se convirtió en su casa y allí se quedó para jugar 236 partidos.

Y con él sucedió algo extraordinario, que hoy se ve muy lejano. En las tribunas del estadio de barrio Tablada, supieron convivir simpatizantes de distintos equipos, que iban a la cancha para verlo jugar. “Esta noche juega el Trinche”, era la frase de amantes del fútbol que hacían lo imposible para verlo.

A falta de videos, hay anécdotas que lo pintan de cuerpo entero, y son varias. Cuando jugaba para el Charrúa, en un partido de visitante (el rival poco importa), el árbitro le mostró la tarjeta roja luego de un roce con un jugador contrario, y mientras se retiraba del campo de juego, la parcialidad local comenzó a abuchear al referí porque se quedaba sin poder disfrutarlo. Y el juez lo llamó y le pidió que siga jugando. O cuando lo dejaron jugar aún sin tener el DNI. Ni hablar lo que sucedió el 17 de abril de 1974. La selección que se preparaba para el Mundial de Alemania vino a jugar con un combinado de Rosario, integrado por jugadores de Central, Newell’s y el Trinche. Y fue tal el “baile” que les pegó, que en el entretiempo el DT argentino fue al vestuario y le pidió al técnico rosarino que lo sacara para no seguir pasando vergüenza. Fue 3-1 para Rosario, porque salió el Trinche para evitar el bochorno.

Del él hay muchas historias y anécdotas de lo que fue y lo que podría haber sido en la cancha. Pero Carlovich es mucho más que esa leyenda del deporte. Es un tipo común y corriente que supo divertirse jugando a la pelota, que se sienta en las tribunas del Gabino Sosa para ver jugar al club que eligió, que disfrutará siempre jugar a la pelota, tal vez como pocos.

 

“Un corazón de oro”

Sergio “Árabe” Calvo, utilero del club desde hace 33 años y palabra autorizada para hablar del Trinche, le contó a El Hincha su opinión sobre el ídolo charrúa.

—¿Qué nos podés contar de Tomás Felipe Carlovich?

—Lo conozco hace mucho. Estando mi papá como utilero y él como jugador, yo lo tuve en la dupla técnica que conformó con Juan Carlos Forla allá por el 2009. Un tipo excepcional y  un jugador de otro mundo.

—¿Lo viste jugar? ¿Era cierto todo lo que decían?

—Fue el mejor jugador que vi en los más de 30 años que llevo acá.

—¿Cómo era cómo DT?

— Le tocó una época dura del club para llevar el equipo adelante. Hizo debutar muchos chicos como Federico Martínez, Mariano Calvo o Agustín Adorni en la B Metro. Sabía mucho y como persona era excelente, un fuera de serie.

—¿Recordás alguna anécdota con él?

—Como jugador, nunca me olvido de una en la vieja cancha de Arsenal en Sarandí. Yo lo ayudaba a mi papá con la utilería y se acercan dos personas de unos 50 años. Estaba bajando los bolsos y uno me dice “Pibe, ¿juega Carlovich?”. Le respondo que sí y el otro le dice “Bueno, entremos”, a lo que le pregunto “¿Ustedes son hincha de Arsenal o de Córdoba?”, y me responden “No, somos de Racing, pero lo venimos a ver al maestro, es un fenómeno pibe”. Y como DT, nunca me olvido cuando concentrábamos, que jugábamos al pool o al billar con él, el Tano Forla, con el profe “Lucho” Manzini y con mi hijo Mauro, pero lo hacíamos por el chocolate. Tiene un corazón de oro, muy humilde.

 

Vida en las tablas

Hace unas semanas se estrenó en Rosario y con el protagonista en sala, la obra de teatro basada en su vida: “El Trinche. El mejor futbolista del mundo”, dirigida por Jorge Eines, argentino radicado en España.