Espectáculos

Logro colectivo

El teatro rosarino cierra el año con la ordenanza de Salas de Teatro Independiente

En la complejidad de la post pandemia, tras años de lucha y militancia, y con el vital impulso del bloque Frente de Todos-PJ, el Concejo Municipal aprobó el proyecto que de ahora en más reconocerá a una veintena de espacios y a los que estén por venir con sus lógicas, prioridades y particularidades


Este viernes al mediodía, los referentes de una veintena de teatros locales agrupados en la Asociación de Teatros Independientes de Rosario (Atir) despidieron el año en La Sonrisa de Beckett con la convicción de que la escena local necesitará, en este tiempo de post pandemia y más que nunca, de un sostenido trabajo colectivo que profundice el que llevan adelante desde la entidad hace algunos años, con el imprescindible y correspondiente apoyo de los diferentes niveles del Estado.

Pero este no es un fin de año más para el teatro local. La pandemia puso en evidencia una crisis sostenida en el tiempo en la que los teatristas, y particularmente los gestores de salas, debieron convertir la dificultad y la fragilidad que es transversal al movimiento en una virtud, militando y articulando entre sí esas problemáticas compartidas y dejando a la vista que esos espacios son mucho más que los lugares donde se muestra la producción teatral local, algo que al Estado municipal parece que le cuesta entender como también “le cuesta” poner al día los montos de las funciones adeudadas, una triste costumbre repetida por varias gestiones.

Pero sobre todo, estos días son de festejos para Atir y la comunidad teatral en general por la reciente aprobación en el Concejo Municipal del expediente 260581-P-2021, una nueva e imprescindible normativa que establece una figura específica para la habilitación de actuales y futuros espacios como Salas de Teatro Independiente, que en definitiva es lo que son, más allá de que siga habiendo en el Concejo sectores que no lleguen a entenderlo.

“Es un enorme paso para la cultura local, no sólo por el hecho que significa la aprobación de esta normativa, sino también por lo que representa que un grupo de ciudadanos nos hayamos acercado al Concejo y hayamos logrado el fruto de un acto civil de esta magnitud”, expresaron los referentes de Atir a través de un comunicado donde además agradecen a la concejala Alejandra Gómez Sáenz y a todo su equipo de asesores, a los también concejales Norma López y Eduardo Tonioli “por haber apoyado y acompañado este proyecto y por el asesoramiento constante”, del mismo modo que a la actriz y gestora cultural Gabriela Bertazzo “por el acompañamiento y asesoramiento desde su rol de representante Provincial en el Instituto Nacional del Teatro (INT)”, y al director local Juan Carlos Rizza, titular del Centro de Estudios Teatrales (CET), “por haber forjado los cimientos de esta normativa”.

Si bien los concejales de Juntos por el Cambio se abstuvieron al momento de votar y el oficialismo local objetó algunos puntos de la normativa lo que generó demoras y modificaciones, desde Atir se festeja por estas horas que la ordenanza sea un hecho, porque alivianará las exigencias para los espacios destinados al teatro alternativo, lugares que la gran mayoría de los concejales desconocen, donde además se dictan talleres y seminarios, y que en el contexto pandémico fueron valiosos lugares de contención para la comunidad artística local que pasó meses sin trabajo ni ingresos de ningún tipo.

“No somos espacios que perseguimos un fin económico, sino que apostamos a fortalecer la cultura local y nacional desde el lugar que elegimos para funcionar. Por eso que al generar una ordenanza como la promovida buscamos dar orden a nuestro funcionamiento y al mismo tiempo, hacer más accesible la creación de nuevas salas sin que esto implique un costo imposible de afrontar ni mantener a lo largo del tiempo”, expresó Nacho Farías, uno de los gestores de La Sonrisa de Beckett que integra Atir junto con La Manzana, Idae Rosario, La Escalera, Club Fosse, La Morada, La Tornería, Odiseo, La Nave, Espacio Bravo, La Peruta, Cultural de Abajo, Caras y Caretas, CET, El Rayo, La Orilla Infinita, La Grieta, La Comedia de Hacer Arte y Tandava.

“Este es un logro del colectivo de Atir, porque fuimos nosotros los que hicimos la presentación; nos acercamos al Concejo como ciudadanos y ciudadanas de Rosario con la normativa ya escrita después de tantos años de trabajarla, y finalmente, más allá de algunos cambios, logramos nuestro objetivo”, destacó Farías en relación con esta nueva ordenanza que establece como Salas de Teatro Independiente a los espacios que no superen las trescientas localidades, tal como lo establece la Ley Nacional del Teatro 24.800 vigente desde 1997.

“Desde hace años, marcábamos esta diferencia: para el Estado local era lo mismo una sala independiente que una para más de mil espectadores; teatro-cine que era la figura que nos agrupaba anteriormente. Lo que buscábamos era salir de lo que se conoce como Nocturnidad, que agrupa otras variables, y que se nos reconozca con una figura que tenga en cuenta nuestras propias características de funcionamiento y de seguridad”, sumó Farías.

“Mucha gente, cuando se habla de teatro, se imagina el cortinado rojo, la gran platea con sus butacas, el espacio grande (a la italiana). Cuando hablamos de teatro independiente, estamos hablando de espacios mucho más pequeños, acondicionados para hacer teatro. Hay galpones, casas remodeladas, en la mayoría de los casos con butacas móviles adaptables a los distintos requerimientos de puesta en escena. Somos espacios que vamos de los 30 a poco más de 120 espectadores”, describió Farías dejando en claro el desconocimiento o desinterés que al menos hasta el momento había en Rosario sobre el tema.

Y cerró: “De ahora en más, las exigencias para nuestras salas serán acordes a nuestro funcionamiento; no somos espacios que perseguimos un fin económico por delante de todo lo demás; somos grupos de teatro que ante la necesidad de no tener un espacio para ensayar y crear decidimos, en principio, alquilar un lugar que luego se transforma en una sala para nuestros trabajos, pero también para otros teatristas y siempre abierto a toda la comunidad, al mismo tiempo que somos espacios posibilitadores de economías alternativas, algo que quedó demostrado en el marco de la pandemia que tanto nos costó poder atravesar”.

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