Sociedad

¿El problema es la Ley?

El silencio de los inocentes: debates en torno a la salud mental


Por Bernarda Guerezta* y Romina Sarti**

Con el caso Chano y el caso Pettinato, continúa poniéndose de manifiesto en la opinología de manual cómo, una suerte de versión anacrónica y biomédica de la moral, atraviesa los mandatos sociales en torno al sistema de salud mental. Con la simplificación vulgar de problemáticas que van más allá de un conocimiento mágico o común, se pretende desbaratar un armado normativo que, si se aplicara ad hoc, los programas de chimentos no estarían banalizando saberes, disciplinas, vidas.

¿Qué es la Salud Mental?

La Ley N°26657 (2010), conocida como Ley de Salud Mental, y su decreto reglamentario (2013), establecen en su artículo primero que “La presente ley tiene por objeto asegurar el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas, y el pleno goce de los derechos humanos de aquellas con padecimiento mental que se encuentran en el territorio nacional, reconocidos en los instrumentos internacionales de derechos humanos, con jerarquía constitucional, sin perjuicio de las regulaciones más beneficiosas que para la protección de estos derechos puedan establecer las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires” (…) También entiende a la salud mental como “un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona” (ver)

Esta Ley nos habla de procesos, de historia, de sociedad, de cultura, de economía, de biología, de psicología, de construcción colectiva y de derechos. Derechos humanos usurpados a personas cuyo estigma las sentenció al encierro y al olvido. Derechos e igualdad. Autonomía y equidad. La ley está para zanjar situaciones de opresión, para regularizar procesos, para reivindicar derechos y demás; si no legislamos para mejorar la sociedad, para elevar la calidad de vida de la humanidad, ¿para qué se legisla? Quizás las letras de la Ley de Salud Mental suenen idealistas, sin embargo, esta ley (como las leyes en general) ampara a quienes están más vulnerados frente al abatimiento sistemático de la injusticia, inequidad, atropello. La ley entonces, reconoce a la cultura como parte de ese proceso necesario para alcanzar la tan ansiada salud mental y propone reforzar, restituir y promover lazos sociales (Artículo 9°), lo cual podríamos pensar que se intentará hacer desde una política cultural, comenzando tal vez, desde los denominados “dispositivos sustitutivos”.

Entonces ¿el problema es la Ley?

Mucho se ha leído y escuchado en los últimos días sobre la necesidad de cambiar la ley, sobre su ineficacia. Ahora bien, ¿se tiene que cambiar? ¿Por qué ahora es mayor la presión mediática contra un instrumento jurídico?

Para ayudarnos a responder estos interrogantes, conversamos con una referente del campo de la salud mental.

Silvia Lattanzio es Psicóloga. Dirigió el Servicio de Salud Mental de la ciudad de San Nicolás desde el año 1994 hasta el 2017. Docente, actualmente forma parte de la Comisión de Derechos Humanos del Consejo Superior de Psicólogos de la 8va Circunscripción (Buenos Aires).

La profesional explica que “la Ley planteó una ruptura dentro del campo de la Salud Mental en cuanto a los modos de entender las problemáticas relacionadas con lo que se ha conocido como locura, alienación, enfermedad mental, trastornos mentales o patologías, tanto en las maneras de abordaje como en las instituciones creadas a lo largo de los años. En este sentido, introduce una nueva nominación que remite a otros conceptos: padecimiento y sufrimiento, un cambio de lenguaje que implica otra forma de pensar. Ya no se trata del loco, del enfermo, del trastornado si no, de una persona que padece, que sufre. Se modifica también la posición de quien padece, ya no es objeto de cuidado sino sujeto de derechos. La Ley rompe la estructura del Modelo Médico Hegemónico en el que se enfatiza lo biológico, quedando el poder de la cura en la medicina, específicamente en la psiquiatría. Desestima el encierro como condición exclusiva para la cura y, un punto fundamental, incorpora la idea de riesgo supliendo a la de peligrosidad”.

Amplía también al sostener que las nuevas categorías de análisis acerca del padecimiento o el sufrimiento psíquico, son propicias para que equipos de profesionales de diferentes disciplinas, decidan el mejor modo de abordaje. “En caso de ser necesario, ante un episodio en el que se detecta la condición de riesgo cierto e inminente, se puede proceder a una internación (que la persona pueda aceptar o no) siendo en ambos casos, acotadas en tiempo y resguardada (quedando las involuntarias bajo la órbita del Órgano de Revisión ) y promoviendo la internación en hospitales generales tanto en lo público como lo privado”.

En función de todo esto es que para Lattanzio, la ley no se tiene que modificar, sino más bien, que debe prestarse especial atención a las condiciones para que pueda ser implementada en su totalidad. “Y con esto me refiero básicamente a responsabilidades gubernamentales en cuanto a modificaciones en el sistema sanitario y a asegurar el destino de recursos humanos, materiales y económicos necesarios para que esto suceda”.

Se trata entonces, de Pensar la ley como construcción conjunta que se referenció en Pactos y Tratados Internacionales que reconocen derechos; en antecedentes y experiencias nacionales”.

–¿Por qué cree que el discurso que se mediatiza es el que dice que la ley no sirve?

Buena pregunta no sencilla de responder. Recuerdo que a poco tiempo de promulgada la Ley, siendo Jefa del Servicio de Salud Mental dependiente de la Secretaría de Salud Pública de la Municipalidad de San Nicolás, organizamos una Jornada en la que participaron ámbitos de la salud, la justicia y la educación, con el objetivo de conocer por fuente directa la normativa y para plantear dudas y formular preguntas. Fue nuestro primer acercamiento a ella. Posteriormente, fui invitada y participé en programas radiales y de televisión. Había cierto interés y mucha preocupación, bastante de descreimiento, pero se quería conocer. Esto me lleva a preguntarme por el interés genuino de la sociedad acerca de la legislación. ¿Alguien que no ha sido usuaria/o, familiar, ha querido, se ha interesado por conocerla, ha podido preguntar acerca de ella a quienes pueden dar respuestas que no sean meras opiniones? Y me contesto que no. Así que entiendo que una de las razones es el desconocimiento. Otra posible, es referida a la complejidad de situaciones en las que la impotencia, el dolor, el miedo y/o las repeticiones dejan en condición de desvalimiento a quienes deben hacer frente a ellas, no hallando la respuesta adecuada en el sistema de salud. Y aquí debo decir que para que una transformación sea posible, especialmente en Salud Mental es imprescindible que quienes trabajan en ese campo, puedan pensarse como facilitadores ,en disponibilidad para una escucha y para brindar información clara, precisa, adecuada, pertinente que permita acompañar en ese trance.

En el campo de la Salud Mental, como en todo campo multidisciplinar, se juegan cuestiones en torno del poder. Precisamente, la Ley al igualar jerárquicamente a todas las disciplinas, saca del centro hegemónico a la Psiquiatría. Y esto aún no ha sido asimilado ni aceptado por la totalidad de ese cuerpo disciplinar. De manera que cuando se dan a conocer hechos que descubren falencias (que existen), toman a la Ley como el objeto de inutilidad que debe ser modificado y si fuera posible, que dejara de existir. Otra razón para invalidarla, sería la asociada a representaciones sociales de orden ideológico que rechazan la Ley por ligar su creación a una figura política que se repudia. De un modo cuasi infantil, se rechaza también un producto de su gestión… y a los medios hegemónicos tampoco les complace la supresión de hegemonías históricas, no importa de qué campo sean”.

Debate abierto

A modo de cierre creemos importante no dar por zanjados los debates constructivos al respecto de esta ley, de la salud mental, del derecho a la salud (accediendo a la misma), de los DDHH.

Comprender ante todo, la complejidad de la problemática, que trasciende el tratamiento rasante y monocorde: el peligro de “esto sé resuelve así” (generalmente encierro-internación) como fórmula puramente matemática y biologicista.

La Ley (como todas las leyes) va más allá de situaciones puntuales –no por ello menos dolorosas–. Es importante tener en cuenta los contextos, las lecturas de los equipos interdisciplinarios y, ante todo, la responsabilidad que le cabe al Estado para aceitar los estamentos necesarios que den respuestas tanto a las personas atravesadas por patologías, trastornos y/o por consumos problemáticos, sus familias, sus amigos, la sociedad civil.

Bastardear la ley y fogonear un discurso meramente intervencionista es irresponsable, escalofriante y de mínima despótico, a sabiendas que esta displicencia responde mayormente a falta de conocimiento, a intereses económicos médicos, farmacológicos, políticos.

No confundamos la letra y los derechos plasmados en la Ley, con una ejecución espeluznantemente burocratizada, que responde –cuando lo hace– en cámara lenta, a paso de tortuga. Los episodios se suceden, la inminencia requiere de engranajes aceitados: teoría y realidad van en distintas velocidades y esta falta de celeridad se paga, en el peor de los escenarios, con la pérdida de vidas.

La Ley 26.657 nos protege como seres humanos, como personas. Que la efusividad discursiva, para nada objetiva, no tire por la borda el respeto de los Derechos de las Personas. No volvamos a viejos paradigmas estigmatizantes, que anulan y acallan voces y silencian subjetividades.

 

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* Licenciada en Periodismo y Comunicación (UNR), docente de Políticas e inclusión en el Acompañamiento Terapéutico en Ciclo de Licenciatura en Acompañamiento Terapéutico de la Universidad del Gran Rosario (UGR).

**Licenciada en Ciencia Política (UNR), docente de Problemáticas de la Discapacidad en Tecnicatura de Acompañante Terapéutico y de Sociología de la Discapacidad en la Lic. En Órtesis y Prótesis de la Universidad del Gran Rosario (UGR). Colaboradora de “Tu mejor golpe”, programa radial Wox 88.3 con la columnas “Cuerpas mutantes”. IG: romina.sarti

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