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El señor de las anillas

Por Rodrigo Arévalo.- El gimnasta Federico Molinari recibió a El Hincha en San Jorge, donde se crió y pasó la mayor parte de su vida. “Estar en una final olímpica es impresionante, una locura”, contó.


“Entrar a ese estadio con los mejores gimnastas del mundo y ver a mi familia alentándome me emocionó mucho, estar en una final olímpica es impresionante, una locura”. Con esas palabras, Federico Molinari resumió sus sensaciones luego de lograr el octavo puesto en los Juegos Olímpicos de Londres, donde se adjudicó un diploma en anillas por primera vez en la historia argentina.

El gimnasta nacido en Rosario recibió a El Hincha en San Jorge, ciudad donde se crió y pasó la mayor parte de su vida. Allí realizó un balance de su actuación, destacó la creación del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard) y hasta se animó a analizar su futuro: “Voy a dedicarle más tiempo a las anillas, que es mi especialidad, y no tanto a otros aparatos, puedo estar entre los tres mejores del mundo”.

Para llegar a Londres, Molinari debió recorrer un largo camino y a los 28 años tuvo la oportunidad que soñó desde que dio sus primeros pasos en la gimnasia artística del Club Atlético San Jorge.

¿Cómo fueron tus comienzos?

Empecé porque mis papás son entrenadores. Desde muy chico comencé a ir al gimnasio con ellos y me fui enamorando, es algo hermoso. Sentí que tenía condiciones y cuando participé del Campeonato Sudamericano de Santiago de Chile, en 1997 y con 13 años, me di cuenta de que podía ser un buen gimnasta.

¿De qué manera llegaste a Londres?

Había realizado una buena preparación en Europa, participando de competencias de gran nivel. Estaba muy compenetrado con la competencia, pero tenía un poco de nervios porque no sabía si me iba a bancar la presión.

¿Qué sentiste cuando clasificaste para la final en anillas?

La verdad que sentí que estaba superando mis expectativas, porque hacía 16 años que Argentina no tenía representantes olímpicos en gimnasia artística y yo me propuse estar entre los 15 mejores. Entrar a ese estadio con los mejores gimnastas del mundo y ver a mi familia alentándome me emocionó mucho, fue impresionante, una locura.

¿Qué crees que te faltó para traerte una medalla?

Me faltó un poco más de trabajo en anillas porque hace sólo seis meses que estoy dedicándole casi todo el tiempo a ese aparato, antes entrenaba en todos por igual. Ahora ya definí que las anillas son mi especialidad, soy bueno en eso y si puedo especializarme más creo que llegaré a estar entre los tres mejores del mundo. Tengo que mejorar mi salida y la última parte de la serie.

¿Crees que arriesgaste demasiado en la final?

Debía hacerlo, me vi obligado a marcar más cada posición para que no haya dudas y los jueces no me descontaran puntos, eso hizo que llegue más cansado al final. Sé que estuve cerca de la medalla, me faltó muy poquito.

¿Cómo la pasaste en la Villa Olímpica?

Estoy agradecido de haber vivido eso, es algo impagable. Compartir el día a día con figuras como (Emanuel) Ginóbili, (Andrés) Nocioni o Luciana Aymar es algo que hace mucho tiempo quería vivir. Compartí mates y charlas con todos los atletas, no lo voy a olvidar jamás.

¿Qué tan importante fue la creación del Enard para los atletas amateurs?

Fue un avance muy grande, porque se hizo cargo de toda la preparación previa, de los hoteles y la alimentación.

Hubo malentendidos respecto al trabajo realizado por este ente

Sí. Parece que si los deportistas lo defendemos somos “ultra kirchneristas”, pero sólo respaldamos un trabajo que se está haciendo bien. El Enard se creó por una ley aprobada por legisladores de todos los partidos políticos, es algo que no tiene banderas. Durante cinco o seis años no tuvimos nada, debíamos pagarnos los viajes porque las becas eran una mentira, ni siquiera teníamos obra social. Gracias al Enard la situación cambió.

Para poder crecer deportivamente te trasladaste a Buenos Aires y entrenás en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard), ¿Crees que hace falta este tipo de infraestructura en las provincias?

El Enard tiene destinado sólo un 10 por ciento del presupuesto a infraestructura y hay legisladores que están peleando para aumentarlo al 15. Hay un proyecto para construir centros de alto rendimiento en varias provincias, pero también depende de cada federación provincial. También hay que asegurar que los entrenadores de las provincias tengan la misma capacidad que los de Buenos Aires.

¿Crees que la gimnasia artística crecerá a partir de tu participación en Londres?

De hecho ya lo está haciendo. Hablé con profesores amigos y me dijeron que  muchos chicos se sumaron a la gimnasia, incluso llegan y lo primero que hacen es preguntar por las anillas. Además, logré que en los bares y en las oficinas la gente hable de gimnasia, eso para mí fue como una medalla.

¿Y en lo personal?

Como persona no cambié, sigo siendo el mismo. En lo deportivo espero que pueda surgir algún sponsor para que me apoye y pueda dedicarme de lleno a esto sin tener que realizar trabajos extras.

¿Cuáles son tus próximas metas?

Tenía pensado dejar de competir después de Londres 2012, pero mi actuación me dio fuerzas para seguir. Iré año a año y si un sponsor me banca quiero planificar un trabajo de cuatro años para llegar de la mejor manera a Río de Janeiro 2016.

San Jorge lo recibió y Fede saltó a la cancha

Federico Molinari llegó a su ciudad y fue recibido por una multitud que lo consagró como un verdadero héroe. Mientras el gimnasta se trasladaba en un coche bomba por las calles de la ciudad del departamento San Martín, una impresionante caravana de autos lo acompañaba haciendo sonar sus bocinas.

La fiesta siguió en la plaza central de esa ciudad y finalizó su recorrido en el polideportivo del Club Atlético San Jorge, donde los chicos presentes no perdieron la oportunidad de sacarse fotos y conseguir un autógrafo.

Pero la sorpresa fue aún mayor cuando en el entretiempo del partido de fútbol que disputaban el Club Atlético San Jorge y General San Martín, por la liga de dicho departamento, Molinari se apareció en medio de la cancha y fue aplaudido desde los cuatro costados.

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