Argentina derrotó a Alemania en Düsseldorf, y si bien no significa una revancha de la dolorosa derrota en la final mundialista, no deja de ser un buen estreno para el ciclo Martino. Ganarle al campeón en su casa genera al menos una mueca de satisfacción. Y mucho más si se logra jugando un fútbol ofensivo como el que intentó desplegar el elenco albiceleste.
Pensar que el Tata pudo cambiar tanto en apenas una charla sería una ofensa a un DT que tiene una gran capacidad de trabajo y no apuesta sólo a un discurso convincente. Pero tampoco se puede negar que hubo pequeños indicios que tienen el sello Martino: presión alta, nada de pelotazos y tenencia del balón.
El primer toque distintivo tiene que ver con Di María. El rosarino jugó como extremo, una posición donde el Tata prefiere a futbolistas dúctiles con la pelota y Fideo demostró que el cambio le sienta bien, y aparece como un jugador símbolo para este proceso.
Auspicioso debut del Tata. La espina de Brasil todavía molesta, pero la primera muestra del nuevo ciclo permite soñar con una revancha en 2018.
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