La gran mayoría de los adolescentes sueña con el viaje de egresados a Bariloche. Pero siempre hay una excepción a la regla. Franco Gaglio, de 17 años y jugador de Los Caranchos, decidió cambiar el tour de diez días por el sur argentino por un mes en una academia de rugby en Auckland, Nueva Zelanda.
El principal obstáculo para poder cumplir el sueño era el costo del viaje, pues el presupuesto familiar no podía financiar la totalidad de la empresa, pero el padre de Franco tuvo una idea salvadora: vender bonos con premios que la familia fabricó en su casa de decoración. La solidaridad de la gente fue tal que se vendieron casi 600 rifas y Franco hoy disfruta de la experiencia en tierras de los bicampeones del mundo, los All Blacks.
En marzo del año pasado, Franco le confesó a su papá Fernando su intención de ir a una academia en Auckland, y su preocupación fue el elevado costo del viaje. Haciendo cuentas, la familia llegó a la conclusión que para 2019 se podía juntar el dinero, pero esa fecha se iba a superponer con el inicio en la facultad, por ende quedaban siete meses para reunir los 120 mil pesos.
La familia Gaglio, integrada por papá Fernando, mamá Claudia y Sofía, la hermana mayor, redobló esfuerzos. Había que llegar a los 600 bonos de doscientos pesos cada uno. El primer fin de semana, sin la rifa confeccionada, vendieron por whatsapp unos 70 bonos. Los fines de semana papá Fernando se dedicaba a recorrer todos los rincones de Rosario para repartir los bonos que le confirmaban vía celular.
Todo Caranchos sabía y colaboraba con el viaje de Franco. Y se fueron sumando compañeros para la experiencia en suelo kiwi: primero Nahuel Salto, luego Lucas Bonardi y por último Joaquín Rivera Valle, todos amigos y compañeros de la división 2000 de Los Caranchos.
Franco no se quedó esperando. Además de colaborar con su familia con la venta de los bonos, redobló esfuerzos en sus entrenamientos y los fines de semana trabajó en un bar cerca de su casa para poder comprar zapatillas, botines y diferentes cosas que necesitaba para el viaje.
El Hincha dialogó con la familia Gaglio. Ninguno puede creer la solidaridad del barrio San Eduardo, todo Caranchos y del plantel superior del club blanco. Todo aquel que tomaba conocimiento se comunicaba con Fernando para comprar un número. Fue de tal magnitud la movida, que hasta la maestra de quinto grado del papá compró un bono.
Había una fecha límite: el 24 de noviembre el dinero tenía que estar depositado, y ese día, después de meses de arduo trabajo, el total del viaje fue transferido a la academia. Fue un día de festejos para los Gaglio, y también para todos aquellos que aportaron su granito de arena para cumplirle el sueño a un chico que apuesta por el deporte, por su formación, por encima de la diversión que hubiera elegido un pibe de su edad.
Todos los que conocen a Franco coinciden en el merecimiento del viaje. Y como el juvenil back expresó en dialogó con este diario: “Los sacrificios tienen sus consecuencias positivas”.
En tiempos en los que el egoísmo, el individualismo y el lograr todo sin importar nada son moneda corriente, es valorable el esfuerzo de una familia que tuvo fe y consiguió su recompensa. Porque más allá de reunir el dinero, que era el objetivo primario, lo más importante fue la cosecha de buenas acciones que encontraron los Gaglio en este camino.
“La decisión la tomé porque el rugby representa mucho”
Las quince horas de diferencia con Nueva Zelanda no fueron obstáculo para la charla entre Franco Gaglio y El Hincha. Desde Auckland y gracias a la tecnología, el rosarino no podía ocultar la felicidad que le provoca entrenarse en el mítico estadio de Eden Park, hogar de los All Blacks.
“La decisión que tomé es porque el rugby representa mucho para mí, sabía que en este viaje iba a aprender muchas cosas, destrezas básicas del rugby, y también esta experiencia me iba a ayudar a cambiar mi mentalidad como persona y jugador, ver el rugby desde otro lado, otra cultura y como lo enseñan en Nueva Zelanda. Por todas esas razones decidí cambiar el viaje a Bariloche por Nueva Zelanda”, explicó Franco.
Reunir el dinero no fue fácil y el joven además trabajó para solventar otros gastos. “Para juntar un dinero extra para poder comprarme las cosas que me tenía que traer, zapatillas, botines, bolso, trabajé en un bar cerca de mi casa los fines de semana”, dijo el back de Caranchos.
La vida en tierras neocelandesas puede sorprender a cualquiera. “Me llamó mucho la atención el respeto que tienen por todo. Son todos muy respetuosos, Auckland es una ciudad muy limpia, no encontrás basura tirada en ningún lado, es tranquila, no se vive preocupado por la inseguridad”, expresó el rosarino.
En medio de la charla no podía faltar hablar de Caranchos, sobre todo de la camada 2000, el equipo que integra Franco y que se consagró campeón de Rosario. “El primer año que salimos campeones nos chocó, porque no imaginábamos que íbamos a poder lograrlo. Estaba como objetivo mejorar como equipo, se dieron las cosas y logramos el título en Menores de 16 años en 2016. En 2017 nos esperábamos un año duro porque sabíamos que todos nos iban a querer ganar y sacarnos el título, el grupo se unió mucho más, comenzamos un poco mal el torneo, pero con el correr de los partidos empezamos a mejorar. Igual el año pasado nadie se imaginaba, no nos daban chances de poder repetir, los candidatos eran otros, pero se nos dio de nuevo. Cada integrante del equipo tomó una responsabilidad y la cumplió. Todos hicimos sacrificios y tuvimos las consecuencias positivas”, destacó.
Orgullo Blanco
(*) Por Ramiro Tejeda, entrenador de Caranchos M17
Lo que me pasó en 2016, después de varios años trabajando en plantel superior, fue que me encontré entrenando en juveniles a la categoría 2000, y trabajar con adolescentes era todo un desafío. Dentro de esa camada, me encontré con muchos pibes, todos de muy buena madera, pero en ese grupo hay uno que se destaca: Franco Gaglio.
Diferente en todo sentido, con una responsabilidad y madurez destacable. Y junto con su familia decidió hacer el viaje junto a tres compañeros e ir a una academia de rugby en Nueva Zelanda. Franco tenía muy en claro lo que quería hacer. No dudó en dejar de lado ir con sus compañeros a Bariloche y empezó a activar muchas cosas para poder viajar a Oceanía.
Se preparó para este viaje física y mentalmente para poder sacarle todo el jugo a esta experiencia que anhelaba muchísimo. Y más allá de haber participado de dos concentraciones UAR de Seven e integrar el seleccionado juvenil de Rosario, es un chico que sorprende por su capacidad de querer aprender en todo momento, en cada entrenamiento y pone todos sus sentidos para aprovechar cada práctica para progresar.
Es buen compañero, muy leal, continuamente colabora con sus amigos. Que esté en Nueva Zelanda es un logro que tiene muy merecido porque trabajó mucho. Y no hablo sólo de vender rifas o trabajar en un bar para juntar el dinero, Franco trabajó en su físico y en su cabeza para poder aprovechar la oportunidad al máximo semejante inversión que hizo en tiempo y dinero. Para la familia de Caranchos es muy importante tenerlo allá con tres chicos más del club, porque van a traer conocimientos que seguramente van a volcar en el club y todos poder aprender.