Ciudad

¿Conocías?

El Reglamento de Policía de Rosario que ordenaba barrer los jueves y prohibía portar cuchillo

El historiador Eduardo Guida Bria recupera las normas dictadas por el Alcalde Mayor Tomás Martínez en 1828. Entre otros preceptos, se penaba tirar huevos en Carnaval, y entrar con sombrero a los comercios. Otras historias de 1857, 1870 y 1871


Gentileza Museo de la Ciudad

La Villa del Rosario fue declarada ciudad en 1852. Antes de que hubiera un intendente, entre 1826 y 1832, el principal cargo ejecutivo fue el de Alcalde Mayor, lo que implicó elevar la villa a la categoría de pueblo. El puesto era una institución tomada de España, y el funcionario se elegía entre una terna. Tenía como misión principal mantener el orden y la tranquilidad pública, y su tarea en el Río de la Plata no era rentada. En 1828, después de una serie de designaciones y renuncias, el recién asumido Tomás Martínez creó un Reglamento de Policía. Fue el 11 de mayo, y contiene a la distancia curiosas indicaciones que el historiador Eduardo Guida Bria relató a El Ciudadano.

Las normas debían cumplirse para mantener el orden en la población. Algunas de ellas, señala el historiador, “son muy curiosas”.

El reglamento señalaba:

“Que todos los vecinos deberán barrer todos los jueves por la mañana el frente de su pertenencia a la calle y amontonar las basuras bajo pena, al que no lo efectúe, de tres pesos de multa dedicados a Beneficios del Estado”.

“Que ningún vecino ni habitante pueda cargar cuchillo ni otra arma ofensiva ni defensiva a excepción de los carniceros de esta plaza y de otras personas que por sus empleos puedan cargarlos, bajo la pena que se halle conveniente”.

“Se prohibirá también el juego de naipes en las veredas”

“El que galope o arrastre rastra en circunferencia de una cuadra de la plaza, sufrirá la pena de perder el caballo”

“Se hará conservar el aseo de las calles con los reos condenados al servicio público y no permitirá que ningún objeto fétido permanezca en ellas, obligando al que lo ponga a sacarlo”

“Si en los suburbios no apareciese quién hubiese puesto algún objeto fétido se obligará a sacarlo al vecino en cuyo frente se encuentre”.

“Cuidará por la noche que deje en las calles, carretas, carretillas, animales atados (…) que estorben el tráfico de los habitantes”.

Blanquear fachadas

Guida Bria continua contando sobre diferentes curiosidades que se sucedieron en la ciudad. Explicó que unos años más tardes de aquel reglamento impuesto por Tomás Martínez se obligó a los propietarios de las fincas a blanquear y asear el frente de sus casas para la solemnidad de las fechas patrias. Si no se respetaba esta norma, la jefatura política disponía de operarios que realizaban la tarea, pero los dueños de las casas, aparte de recibir una multa tenían que pagar por aquel trabajo.

El mejor albañil de la ciudad

Los trabajos de albañilería y pintura de propiedades eran muy solicitados por los habitantes locales. A veces, se encargaban de las tareas inmigrantes que llegaban a la ciudad con variados conocimientos de reparación de fincas. El historiador rosarino contó a este diario que en 1857 llegó a nuestra ciudad el suizo Andrés Cremona, siendo su oficio, albañil e inmediatamente consiguió trabajo. Fue tanta la demanda que formó una pequeña empresa.

Cremona  realizó verdaderas maravillas: reparó fachadas e interiores y construyó edificaciones que según historiadores de la época “eran de muy buen gusto”.

Cerca de cumplir veinte años de residencia en la ciudad fue nombrado “El mejor albañil de la ciudad” y la Municipalidad le otorgó una medalla recordatoria y se le perdonó una deuda que tenía con el fisco.

Lecheros

En la década de 1870 ya existían desde hace un tiempo los repartidores de leche. Llegaban a la ciudad directo de las chacras donde se ordeñaban las vacas.

Lechero José Muguruza – 1940 – Montevideo y Servando Bayo –

 

Los lecheros eran en su gran mayoría vascos y caminaban al lado de los caballos que tiraban los carros o jardineras. Los lecheros también cargaban los tarros con leche colgados y que eran sostenidos por un gran cinturón de cuero negro y grueso que en su derredor se habían cocido o pegado monedas de oro y plata de distintos valores y tamaños. El cinto llamaba mucho la atención y en varias ocasiones fueron asaltados y en algunos casos hubo heridos y decesos por este hecho delictivo.

Prohibición de la cáscara de huevo en Carnaval

A falta de las bombas de agua para jugar en los carnavales, se usaban cáscaras de huevo sin romper, vaciados previamente, a los que se agregaba agua. El 11 de febrero de 1871 se prohibió el uso de la cáscara de huevo rellenas con agua perfumada para arrojar en los días de carnaval. Era muy común este tipo de divertimento.

Pero esta prohibición originó una airada protesta de parte de las familias que vendían las cáscaras que acumulaban durante todo el año, esperando los días de carnaval.

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