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Sistema

“El proyecto de voto electrónico se queda a mitad de camino”

El integrante del Observatorio Electoral de la UNR Gastón Mutti criticó la iniciativa presentada en la Legislatura provincial.


Gastón Mutti, integrante del Observatorio Electoral de la UNR, analizó en diálogo con El Ciudadano el proyecto presentado por el diputado provincial Eduardo Di Pollina que incorpora el voto electrónico en Santa Fe, aunque mantiene sólo el papel como respaldo de la votación. El especialista en temas electorales dijo que “el proyecto se queda a mitad de camino”, porque no existen razones para que no haya respaldo electrónico del voto, aunque valoró como positivo que la iniciativa presentada en la Legislatura permita votar todas las categorías juntas, algo que la boleta única en papel no permitía.

—¿Qué opinión tiene del proyecto presentado por el diputado Di Pollina?

—En primer lugar, sigue habiendo un gran temor en la cuestión de cómo se consolidan los datos. Justamente, la preocupación es si se da a través de un mecanismo electrónico o si se da a través de un mecanismo manual, o sea físico. En ese sentido, en el proyecto hay una opción muy clara por la consolidación de los datos a través de un mecanismo físico, cuando hay muchos sistemas a nivel mundial que pueden coincidir en ambas voluntades.

—¿Por ejemplo?

—Estoy pensando en este momento en la forma de votación que se da en el País Vasco, donde, en el mismo momento en que un chip está consolidando los datos en forma electrónica, está la emisión de un voto papel que se coloca también en una urna. Con lo cual hay una contraposición de dos datos que, si no son idénticos, se podría plantear alguna dificultad en cuanto al escrutinio y las objeciones que los partidos pudieran realizar.

—¿Qué otra cosa le parece relevante del proyecto?

—El otro dato fundamental del cambio que genera Di Pollina y que es un aprendizaje que me alegro que se haya realizado en la provincia de Santa Fe es que hay una opción para votar por partido político. En este sentido, el proyecto de Di Pollina se aleja de la modalidad de boleta única física que hasta el momento tuvo Santa Fe y se acerca a la modalidad que hasta este momento ha tenido Córdoba, donde no hay equis cantidad de papeletas según la cantidad de cargos a elegir, sino que se caracteriza porque en la primera columna de la izquierda se podía elegir por el partido político completo. Y eso es lo que el proyecto de Di Pollina está presentando. Recupera la posibilidad, en forma peyorativa, del voto sábana o arrastre. Y, si lo decís positivamente, recupera la posibilidad del voto partidario.

—¿Qué intención ve en el proyecto? ¿Hacia dónde apunta?

—No tiene malas intenciones, pero queda a mitad de camino. Por un lado dice que el papel se lo ve con menor capacidad de poder reflejar con claridad la voluntad del electorado o, para decirlo de otra manera, en el papel vemos ciertas posibilidades de que se cometa algún tipo de trampa o fraude, mientras que aparecerían hoy los sistemas informáticos como algo de carácter más neutro. Esto evidentemente no es cierto ni en un caso ni en el otro, porque podemos tener fraudes informáticos y podemos tener fraude en papel. Pero si uno quiere decirlo en alguna forma, está acompañando cierta lógica de discusión nacional, y cierta lógica de que aparentemente parecería que las máquinas superan a los papeles.

—¿Usted dice que en términos políticos la presentación del proyecto se enmarca en una discusión más general?

—Si uno ve los considerandos, ve que son para “facilitar”, para “agilizar”, para “evitar errores”, lo cual no significa que una vez que termine de votar un ciudadano en una máquina no diga “me equivoqué”. O que su voluntad no se haya visto expresada en ese sistema informático. Por lo tanto, agilidad no implica necesariamente transparencia. La posibilidad de tener un sistema informático que imprima no significa necesariamente no equivocación del ciudadano. Es otra forma de expresar la voluntad, pero insisto, queda a mitad de camino porque la incorporación del sistema papel, que podría ser obviamente  impreso por una máquina, más un chip que pudiera consolidar la información, tal vez sea mucho más importante.

—En este proyecto se elimina el chip.

—Sí, pero no es el caso de Capital Federal Salta, o algunas ciudades de Córdoba. Allí el chip estaba incorporado como un elemento de constatación de los datos.

—Di Pollina dice que al no estar el chip no hay posibilidad de manipular la información.

—¿Y qué problema hay si está el chip y además está el papel? Podrían estar las dos cosas. En el País Vasco, la misma máquina que genera la información que se carga en un chip a su vez está en un papel que el ciudadano inserta en una urna. Y luego la Mesa y la Junta Electoral tienen que constatar que los datos del chip y del papel sean coincidentes.

—¿Y cuál es la razón por la que no hay respaldo con el chip?

—Porque justamente una de las grandes discusiones es que los partidos temen que los fraudes en lugar de ser fraudes materiales se conviertan en fraudes informáticos. Entonces, parecería que los fiscales que nosotros conocemos y que hemos visto del 83 a la fecha se tendrían que convertir ahora en expertos informáticos que intentan no ser hackeados en una elección.

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