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La "maldición"

El presidente habló al país: la guerra a la inflación arrancó con una declaración de paz

El jefe del Estado emitió por cadena nacional un mensaje grabado en el que apuntó a “especuladores”, “codiciosos” y “agoreros”. Como medidas concretas para enfrentarlos anuncio mesas de acuerdos y un Fondo de Estabilización para desacoplar precios internos y externos, en particular del trigo


Con la ley habilitante para el acuerdo con el FMI en mano, el presidente Alberto Fernández concretó este viernes, como había sido adelantado, el anuncio de su programa de “guerra a la inflación” que, aunque se sabía que se trataba de un mensaje grabado, sobre la hora se fue postergando: de la inicial intención de emitirlo “alrededor de las 19” se fue postergando hasta que la cadena nacional mostró a un jefe del Estado visiblemente cansado y ojeroso que anticipó, como principal medida concreta, la conformación de un “Fondo de Estabilización” para evitar que los aumentos de precios internacionales de las materias primas tengan impacto en los precios internos de los alimentos, particularmente en los productos de trigo y derivados. El resto de las medidas, direccionó, surgirán de mesas sectoriales que se convocarán a partir del lunes, y las políticas específicas serán informadas por sus ministros.

El presidente ensayó un recorrido por los tiempos recientes, remarcando la importancia de la aprobación legislativa del acuerdo con el Fondo Monetario, al que describió como “histórico”, ya que “por primera vez la refinanciación de una deuda con el FMI se discute y se aprueba en el Congreso”.

“El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional nos permite comenzar a ordenar las variables macroeconómicas centrales en la lucha contra la inflación que es, como lo decimos siempre, un fenómeno multicausal. Para atacarla debemos acumular reservas, mejorar el crédito público, desacoplar los precios internos de los internacionales, trabajar sobre las políticas de ingresos y precios al mismo tiempo y tomar una batería de medidas en las que múltiples actores son imprescindibles”, insistió el jefe del Estado en su mensaje.

Fernández también recopiló que, a semanas de iniciarse su gestión, el mundo entero se zambulló en una pandemia. Y que, a poco de transitarse su resolución en la Argentina con “el plan de vacunación más grande de la historia” a 13 mil kilómetros estalló una guerra que está trastocando la economía global. El conflicto armado entre Rusia y Ucrania impacta directamente en la producción de materias primas, de la que ambos contendientes son exportadores netos, además de gas y petróleo. En esa línea el jefe del Estado describió que la economía nacional “viene demostrando un crecimiento sostenido del empleo registrado, de la producción, de las exportaciones y del consumo”, pero el “contexto adverso” la sume en un otro desafío: “Se suman nuevas tensiones a viejos desafíos que no supimos o pudimos encarar”.

En esa línea, el presidente describió: “La inflación es un fenómeno histórico en la Argentina, casi una maldición con la que muchos y muchas hemos crecido. Ha sido un callejón recurrente del que pareciera ser imposible salir. Hemos visto paquetes, planes, grandes anuncios. También los vimos fracasar una y otra vez”. Y puso como ejemplo que ya van “diez años consecutivos con una inflación de dos dígitos”, pero no dos dígitos cualquiera: “Cuando asumí mis funciones en diciembre de 2019, Argentina registraba una inflación que orillaba el 54% anual”, refirió.

Y recordó que eso ocurrió con la gestión de Mauricio Macri, quien antes de asumir la presidencia, en 2015, “aseguraba poder resolver el problema de la inflación de un día para el otro” y que “era muy sencillo” hacerlo. “Lo cierto es que se equivocó, profundizó notablemente el problema y dejó su cargo revelando una inflación anual promedio de casi el 41%”.

Con ese prólogo avanzó, más que en medidas, en ejes directrices: uno de ellos es la acumulación de reservas en el Banco Central, para así “calmar las expectativas de devaluación” que “sólo aceleran la inflación”.

Y volvió a poner al acuerdo con el FMI como clave: “Ahora podemos desatar todas las oportunidades productivas de nuestro país. Además, podremos financiar el gasto de capital de nuestro gobierno, con organismos internacionales y bilaterales, así como también seguir fortaleciendo el financiamiento interno. Esto nos permitirá depender menos de la emisión monetaria y hacer que nuestro Banco Central se fortalezca”, dijo.

Pero acto seguido admitió que no va a ser “suficiente” por el efecto guerra.

“El precio interno del trigo que se utiliza para el pan, que se estaba comercializando en torno a los 26.000 / 27.000 pesos por tonelada antes del 20 de febrero, se elevó rápidamente a valores superiores a los 30.000 pesos apenas iniciado el conflicto, y en los últimos días supera los 35.000 pesos por tonelada”, refirió. Y remarcó que aunque la Argentina es un país productor de alimentos, la formación de sus precios no opera internamente sino “en los mercados internacionales”, que a su vez los presionan hacia arriba. “El aumento del trigo haría que aumenten los costos de producción del pan, de los fideos, de la harina que millones de argentinos y argentinos consumen”, marcó.

En ese tramo Fernández anunció la constitución del Fondo de Estabilización “con el objetivo de evitar el traslado de esta suba del precio internacional al precio que pagan los argentinos y argentinas”, y anticipó que ya instruyó a sus ministros “para que tomen las medidas necesarias”, anticipando que “ellos serán los encargados de comunicarlas”.

Sin más precisiones, el jefe del Estado ratificó: “Estamos en una situación extraordinaria que requiere soluciones extraordinarias”, pero apuntó que la intención de su gobierno es que esas medidas se tomen por consenso: “Por eso convocaré desde este lunes a los representantes de los sectores productivos, empresarios, trabajadores formales y de la economía popular, representantes del campo y el comercio, la pequeña y mediana empresa y la sociedad civil a una mesa de acuerdo que nos permita diseñar un mañana en la lucha contra la inflación”.

Sí advirtió que podría echar mano a herramientas que tiene el Estado, como la ley de Abastecimiento, que en su aplicación más rigurosa –jamás se hizo– habilita al Estado hasta tomar el control de unidades productivas del ámbito privado.

Pero el mensaje avanzó por la dirección contraria: “Confiamos en encontrar acuerdos que ayuden a bajar la inflación y a garantizar el aumento del poder adquisitivo de los salarios”, indicó el jefe del Estado, aunque advirtió: “No vamos a dejar de controlar y fiscalizar precios”.

Apuntando contra los “especuladores”, los “codiciosos”, los “agoreros”, recontextualizó uno de sus principales principios frente a la pandemia de coronavirus: “Nadie se salva solo”.

Y en ese sentido apeló al sector privado: “Escucharé sus propuestas y sus preocupaciones y les transmitiré los caminos que estamos recorriendo. Es hora que cada sector pueda pensar cuál es su contribución a este momento crucial del mundo y de la Argentina”, dijo. “En el mismo camino dialogaré con cada gobernador y gobernadora y con todos los intendentes para que las medidas que adoptemos lleguen a cada rincón de la Argentina. Necesitamos luchadores contra la especulación y la inflación en cada comercio, en cada mesa, en cada casa”, agregó.

Y puntualizó: “Vamos a consolidar nuestras reservas del Banco Central. Vamos a promover la inversión y la producción nacional. Vamos a mejorar el financiamiento de las políticas públicas. Vamos a profundizar el diálogo y la búsqueda de acuerdos para contener los precios y mejorar los ingresos”.

Y concluyó: “Vamos a defender y proteger la mesa de las familias argentinas. Lo vamos a hacer juntos, unidos, entre todos y todas. “Confiando en nuestra fuerza y nuestra perseverancia. Sabemos el rumbo, estamos en el camino. Aunque tengamos que atravesar tiempos difíciles, vamos a construir esa Argentina que soñamos”.

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