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El petróleo, entre la demanda y la crisis con Irán

Las fuertes subas del precio del petróleo desataron un debate sobre las razones que llevaron el valor del barril Brent a un máximo de 125 dólares.

Las fuertes subas del precio del petróleo de las últimas semanas desataron un debate sobre las razones coyunturales y estructurales que llevaron el valor del barril Brent a un máximo de 125 dólares.

La semana pasada, el ministro de Energía de Francia, Eric Besson, confirmó que su país negocia con Estados Unidos, Japón y Gran Bretaña un acuerdo para colocar miles de millones de barriles de petróleo en el mercado mundial y, de esta manera, inducir a la baja el precio del crudo.

En el mismo sentido se pronunció el poderoso ministro de Petróleo de Arabia Saudita (el primer productor mundial), Ali Naimi, quien anunció que su gobierno hará todo lo que esté a su alcance para que haya “un precio justo y razonable que no perjudique la recuperación económica global”.

En una situación en la que buena parte de Europa se desliza sin remedio aparente en la recesión económica, con precio de la gasolina que supera 1,50 euro por litro, en tanto que en Estados Unidos trepa a cuatro dólares el galón, la peor noticia para el mundo desarrollado es que el oro negro siga subiendo.

Ciertamente, buena parte del problema está creado por esas mismas potencias que se quejan del aumento. Nadie duda que, coyunturalmente, la tendencia alcista está ligada a la posibilidad creciente de que Israel, en soledad o con el concurso de Estados Unidos, lance un ataque contra Irán.

Sin que esto haya ocurrido aún y sin la seguridad de que vaya a tener lugar una guerra limitada o catastrófica en Medio Oriente, lo cierto es que Europa iniciará el 1° de julio un boicot de compras de petróleo iraní, algo que afectará más aún al mercado.

El aviso de un posible acuerdo para liberar reservas hecho por Besson, sumado a la noticia de que los stocks de petróleo estadounidenses están en niveles récord debido al aumento de su producción nacional, ha permitido una leve baja de entre 2 y 3 dólares por barril, tanto en el Brent como en el West Texas Intermediate (WTI).

Pero, más allá de la preocupación coyuntural por la relación con Irán, Israel y Occidente, existen serios estudios que indican que la tendencia alcista del precio del petróleo se asienta en el marcado aumento de la demanda producida en la última década.

Y nada indica, de momento, que las reservas y exploraciones en curso puedan dar una respuesta suficiente para que la oferta y la demanda de este mercado encuentren un punto de equilibrio en el mediano y largo plazo.

En una reciente entrevista con el diario Liberation, de París, el ex primer ministro y reputado político socialista francés Michel Rocard ha dicho que la cuestión energética se ha transformado en el principal problema del desarrollo económico mundial.

“La demanda china, india y de todos los (países) emergentes como Brasil continúa aumentando vertiginosamente. Esto se va a reflejar en los precios, algo que, por otra parte, ya ha comenzado a ocurrir”, señaló Rocard.

Entre 2000 y 2010, el consumo de petróleo por parte de China creció, lógicamente, más que el de ningún otro país del planeta, en un porcentaje del 90%, hasta alcanzar el 10% de todo el petróleo comercializado internacionalmente.

Pero lo que resulta más sorprendente que la evolución de China en este aspecto es la que ha tenido el consumo interno de Arabia Saudita, el país productor por excelencia que, ahora, revista como un gran demandante interno de petróleo.

Actualmente y de acuerdo con un informe del Deutsche Bank, China consume 4,3 millones de barriles diarios, en tanto que Arabia Saudita utiliza 2,8 millones de barriles por día, convirtiéndose así en el sexto consumidor mundial de petróleo.

En general, los países de Oriente Medio han aumentado notablemente su consumo de petróleo, fundamentalmente por el crecimiento demográfico que ha provocado una fuerte demanda de energía eléctrica, agua y petróleo.

Si se tiene en cuenta que en la región este último bien es clave en la producción de energía eléctrica tanto para consumo doméstico como para la propia producción de petróleo, se explica mejor esta expansión acelerada que se verifica en la última década.

Desde este punto de vista, la afirmación de Rocard cobra particular sentido ya que los países emergentes, petroleros y consumidores de petróleo, atraviesan una fase histórica de crecimiento a tasas muy superiores al estancado mundo desarrollado.

En la medida en que esta situación persista y se mantenga, la demanda de Arabia Saudita, Qatar, Irán y los países emergentes de Asia y América latina seguirá empujando el precio del petróleo al alza, al menos como tendencia de corto y mediano plazo.

El informe citado proyecta que la demanda global de petróleo llegará a 100 millones de barriles diarios en 2030 frente a los 86 millones de barriles por día de 2011, pero con un protagonismo cada vez más marcado de los países productores en el consumo.

Según un informe de la Agencia de la Agencia Internacional de Energía (AIE), al ritmo actual de consumo mundial las reservas mundiales se agotarían hacia el año 2043, fecha que podría ser más cercana si el consumo de energía aumentara, como se prevé que ocurra, por parte de los países en vías de desarrollo.

Claro, estas previsiones no toman en cuenta el hallazgo de nuevos pozos o la posibilidad de extraer petróleo de zonas que en la actualidad son consideradas reservas naturales y, por lo tanto, no perforables.

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