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Recital

El péndulo emocional de Drexler osciló en Rosario

El cantautor uruguayo tocó el sábado en el City Center, un show con localidades agotadas, lleno de climas y gran cercanía con el público.


El silencio es difícil. En un recital impensado. El murmullo que genera la cantidad de gente, los instrumentos, los plomos, la técnica, el cantante, las letras, los acordes. Pero el City Center se quedó en silencio, casi sin luces, sin murmullo, impávido. “No hay que desperdiciar una buena ocasión de quedarse callado”, reza uno de los temas de Salvavidas de hielo, el disco que Jorge Drexler presentó en Rosario, el sábado. “Silencio”, sonó ya avanzado el recital que contuvo más de 20 canciones en versiones distintas a las grabadas y se mostró como un momento de entendimiento, de complicidad, de pausa.

“Como está el país esto es un acto de amor”, dijo el uruguayo cuando subió al escenario pasadas las 21.30 y vió la platea colmada. Las entradas para el recital estaban agotadas pese a la crisis económica y él lo agradeció. “Gracias por este punto ciego de la pena de dos horas y media”, agregó más tarde, ya haciendo los saludos de rigor antes de irse.

Con una sonrisa pícara que se acentuaba cuando los presentes le daban charla (algo que ocurrió durante toda la noche) y con “Movimiento” el primer tema de Salvavidas de hielo, Drexler puso a andar su péndulo anímico (como definió al concierto) que fue del dolor desgarrador de una perdida a una oda al baile y a la música desde el inicio de los tiempos. “Esto es como la vida misma”, dijo y sonrió.

En el fondo del escenario una pantalla circular contuvo el soporte audiovisual todo el concierto con seis líneas negras que la atravesaban. “Imaginen que es el hueco de una guitarra, que las líneas son sus seis cuerdas. Afuera un día de sol como el que hizo hoy (sábado) en Rosario”. Ahí, todos adentro de una guitarra gigante, en la oscuridad, viendo entrar el sol por los huecos entre las cuerdas sonó “Dame una noche de asilo”, un grito desesperado al amor que no va a durar pero tiene un momento, una noche, un instante.

Cada canción fue complicidad, clima. En algunas el público gritaba algo y él paraba todo para escuchar y contestar, incluso en un momento, aprovechando la presentación de la banda, alguien se acercó y le dejó sus escritos. También el propio Drexler se tomó tiempo para contar su historia o, más precisamente, la anécdota que estaba detrás del tema que iba a interpretar. Uno de esos momentos fue antes de los primeros acordes de “Pongamos que hablo de Martínez”, también del nuevo disco, un tema dedicado a Joaquín Sabina. El relato trató de sus inicios en la música, cuando aún trabajaba como médico y teloneó a Joaquín. Después se fueron de copas. “Cerrando uno a uno cuatro bares”, dice el tema. Y el español lo invitó a Madrid. Ahí el doctor Jorge Drexler dejó todo y se transformó en el músico que es hoy. “Creo que sabes que el regalo que me hiciste me cambió la vida entera”, le canta. Quizá sea por ese inicio que Drexler se muestra agradecido y abierto a quienes lo secundan. Mucho antes de eso, pasadas las 20, el rosarino Juani Favre abrió el concierto. Mientras la gente se ubicaba, se escuchó la presentación y algunos levantaron la mirada. Fue Drexler. Salió al escenario y lo presentó, lo recomendó y dos horas después lo invitó al saludo final con la gente de pie y bailando los temas más movidos de su discografía que eligió para concluir ésta nueva visita a la ciudad.

El viaje por entre sus temas, por las historias de su vida, incluyó una parada en Cabo Polonio (Uruguay) antes de interpretar “12 segundos de oscuridad”, el descubrimiento del instrumento Leona que tocó Martín Leito en “Abracadabra”, el recuerdo a Mercedes Sosa y la dedicatoria a los médicos payasos que trabajan en Rosario (Los Payamedicos, como le apuntó el público) en “Sea” y hasta la confesión de su no estudio formal de música con “Milonga del Moro judío”. El tema tiene cuatro versos regalados por Sabina que le pidió que escriba la canción en décimas, él dijo que sí y, según reconoció, corrió a googlear qué era eso.

También estuvo el recuerdo de Alfredo Zitarrosa en “Alto el fuego” y a Leonard Cohen en “Despedir a los glaciares”.

El péndulo del que habló Drexler fue tal. El concierto tuvo momentos intimistas, en solitario con guitarra y un gran final con sus temas más alegres y festivos como “Bailar en la cueva” y “La luna de Rasquí” donde el público se paró a bailar y él bajó del escenario para cruzar algunos pasos con el público en primera fila.

Los bises fueron dos, Drexler y su banda abandonaron el escenario para volver entre aplausos. Después, todos (incluido Favre) saludaron y disfrutaron un rato de ese aplauso, los gritos y el baile.

Juani Favre

La apertura del show estuvo a cargo del compositor, cantante, multi-instrumentista, productor y docente local Juani Favre. Quien deleitó al público con sus canciones. El músico lleva adelante una carrera en la ciudad desde los 90. En 2015 lanzó el álbum La flor salvaje y actualmente se encuentra presentando Despierto en la sombra.

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