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El partido de Lula y el “juicio del siglo”

La administración de Lula Da Silva está bajo la lupa de la Justicia.

El Partido de los Trabajadores de Brasil atraviesa un momento bisagra: el juicio por el caso del “Mensalão” tiene bajo la mira a 38 ex funcionarios del primer gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2006), entre los que se encuentran varias figuras emblemáticas de la Policía local, empresarios y diputados. Una condena de corrupción pondrá a prueba la hegemonía de la agrupación de centroizquierda, que domina el Palacio del Planalto desde hace más de una década.

En el denominado “proceso del siglo” por la prensa local, el Supremo Tribunal Federal (STF) juzga a 38 sospechosos del escándalo conocido como “Mensalão”, un inmenso esquema de coimas del que participaron destacados miembros del PT y puso en duda la continuidad del mandato de Lula.

En el banquillo de los acusados se sienta el superministro José Dirceu, que en ese entonces se desempeñaba como jefe de Gabinete y habría sido el responsable –según la acusación– de orquestar el sistema mediante el cual se sobornaba a diputados para que apoyaran los proyectos gubernamentales. El total de los fondos implicados abarcó unos 42 millones de dólares de aquella época. Aunque fueron acusados altos cargos, Lula mantuvo su popularidad como dirigente. Asimismo, afirmó desconocer el entramado y dijo sentirse “traicionado”. Finalmente, fue reelecto en 2006 y en 2010 pudo darle la posta a Dilma Rousseff.

El precio por lo sucedido podría sentirse recién en las elecciones municipales de octubre, dado que de confirmarse las condenas, la imagen del PT se vería altamente perjudicada. Si algo es característico en los últimos tres mandatos de la agrupación es que el éxito se debe al peso de sus presidentes y no tanto en el rol del equipo que conforman a los gobiernos.

Se explica así cómo Lula logró sobrevivir aun cuando Dirceu, su mano derecha y confidente, y otros de sus ministros más allegados, se desmoronaban denuncia tras denuncia. Al día de hoy, aunque Dilma mantenga alta su popularidad –ronda el 75 por ciento–, los demás representantes del PT podrían no capitalizar su éxito. Estos comicios diseñarán, además, el mapa político para las elecciones presidenciales de 2014.

Rousseff ha logrado mantenerse al margen gracias la limpieza que realizó en su gabinete el año pasado, cuando separó de sus cargos a seis ministros por desvío de fondos y lavado de dinero. No obstante, expertos brasileños reafirman que Lula no saldría indemne como su delfina, debido a que si Dirceu es encontrado culpable, quedará en evidencia que el cabecilla de un esquema fraudulento operaba bajo el mismo techo que el ex presidente, y ¿cómo ser tan ciego?

Por lo pronto, para dejar en claro la distancia del proceso, el ministro de la Secretaría General de la Presidencia, Gilberto Carvalho, explicó que la orden de la mandataria es que se siga trabajando “con mucha seriedad durante este tiempo (el juicio durará un mes). Nosotros confiamos en el Poder Judicial y seguiremos trabajando”.

Y, mientras tanto, lejos de volver a enfrentar a la prensa como lo hizo durante su gestión, Lula le dio la espalda a los últimos sucesos. “Tengo otras cosas para hacer”, afirmó ante la consulta de si mirará el juicio por televisión. “Quienes tienen que seguir el juicio son los abogados”, remató el ex presidente.

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