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Riesgo potencial

El Paraná ya se puso verde en el norte de Rosario: aparecieron las cianobacterias en La Florida

Estancamiento de agua por la bajante, gran concentración de nutrientes por las derivas de fertilizantes, calor y obras que avanzan sobre el río son los factores. Pueden producir toxinas que permanecen en el agua aún después de que las floraciones desaparezcan. Qué problemas de salud generan


Cianobacterias en Rosario, a la altura del club Remeros Alberdi. Foto: Jorgelina Hiba

La primera noticia sobre presencia de las cianobacterias que tiñen de verde las aguas y pueden contener toxinas tuvo por epicentro la ciudad de Buenos Aires. Le siguieron detecciones en la capital santafesina y, este sábado, el fenómeno se hizo evidente en Rosario: aparecieron en la zona norte, a la altura del club Remeros Alberdi. Su presencia en grandes colonias, o afloraciones, reconoce varios factores. Uno de ellos tiene que ver con la bajante, porque su reproducción es mayor en aguas de poca circulación. El bajo caudal, además, favorece la concentración de los nutrientes de los cuales se alimentan y que muchos suponen incrementados por el uso intensivo de fertilizantes en las producciones agrícolas, que terminan derivando hacia los cauces de agua.

El río marrón cambió de color también en la zona de La Florida. Precisamente, en un sector de la costa con obras que avanzan sobre el curso de agua para formar la caleta que oficia como guardería de veleros: la muralla de tierra y escombros reduce considerablemente la circulación del agua y genera una de las condiciones propicias para las floraciones –también llamadas blooms–, junto con las altas temperaturas propias de la estación.

Cuando hay una gran población de estas antes llamadas algas verdiazules, por el pigmento involucrado en su fotosíntesis, se produce la coloración de los cursos o espejos de agua. Y pueden ocasionar problemas por ciertas toxinas que elaboran.

Antes de que aparecieran las floraciones en Rosario, lo mismo sucedió en Santo Tomé, en la laguna Setúbal y en el lago del Parque Sur de la ciudad de Santa Fe. Las primeras detecciones este año fueron en las localidades bonaerenses de Campana y Tigre, y en la zona de Puerto Madero en territorio porteño, ya sobre el Río de la Plata.

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La periodista especialista en medioambiente Jorgelina Hiba registró en imágenes la floración en Rosario.

Las cianobacterias son los únicos organismos con células sin núcleo (procariotas) que hacen una fotosíntesis oxigénica, con el agua como donante del oxígeno necesario, que después es liberado. Aparecieron en la Tierra hace nada menos que 2.500 millones de años, y aunque con revisiones científicas que lo ponen en entredicho, muchos sostienen la teoría de que fueron las responsables del aumento de oxígeno en la atmósfera y con ello la posibilidad de todo el resto de la vida en el planeta.

Las cianobacterias llegaron a Rosario. Foto: Jorgelina Hiba.

 

Los problemas se dan cuando hay floraciones: un rápido aumento de sus poblaciones. “Se producen en condiciones ambientales particulares que propician el crecimiento masivo de estos microorganismos, siendo principalmente el exceso de nutrientes disueltos en agua, temperaturas elevadas y alto tiempo de residencia del agua (estancamiento)”, señaló hace unos días Diego Frau, investigador del Conicet en el Instituto Nacional de Limnología (Inali, dependiente del Conicet) con sede en la ciudad de Santa Fe.

El especialista, máster en Gestión Ambiental de Sistemas Hídricos, fue uno de los que estudió los blooms previos al de Rosario en la provincia. En ese caso, se constató la presencia de una mezcla de especies con predominio de Microcystis aeruginosa acompañadas por la de los géneros Nodularia y Cuspidothrix.

Los nutrientes que favorecen, junto al calor y la reducida circulación del agua, provienen de los desechos orgánicos que se vuelcan al río, los fertilizantes –que contienen nitrógeno y fósforo– usados en agricultura industrial y las deposiciones de animales de la ganadería en gran escala que derivan hacia los cursos de agua. La concentración de estas sustancias –que produce el efecto llamado eutrofización– se ve favorecida por la prolongada bajante del Paraná. Las floraciones de cianobacterias son particularmente recurrentes en los embalses de las represas, por el estancamiento del agua. Y con las descargas, se extienden a los ríos.

Cianotoxinas

La empresa Aguas Santafesinas descartó por el momento que el fenómeno ponga en riesgo la potabilidad del suministro por red de sus plantas. Prefectura Naval, sin embargo, recomendó no ingresar al agua cuando se presente esa coloración verdosa porque, aunque no siempre, puede estar asociada con la presencia de las llamadas cianotoxinas, que se liberan al morir los microorganismos y pueden producir afecciones en la piel como prurito, eritemas o dermatitis.

Es problemático el contacto con mucosas, como las de los ojos, oídos, boca o nariz, que puede darse a partir de la producción de aerosoles durante una actividad acuática –canotaje, ski acuático, natación– o la ingesta directa durante el baño. “Pueden llevar a sintomatologías similares a cuadros de gastroenteritis o de gripe, incluyendo fiebre y dolor de cabeza”, enumeró el investigador Frau. “La ingesta de grandes cantidades de agua, dependiendo de la abundancia de las cianobacterias y su toxicidad, puede ocasionar daño hepático, en riñones, pulmones o hasta en el cerebro”, completó los riesgos el integrante del Inali.

Blanco o amarillento, también para cuidarse

Un dato singular que aporta el especialista Frau: las espumas blanquecinas o amarillentas que se forman con las floraciones en los bordes de los espejos de agua, y son parte del proceso de descomposición de las cianobacterias, también pueden contener una elevada carga de toxinas.

Las cianotoxinas, además, pueden seguir en el agua aún después de que la floración haya terminado, es decir cuando ya el color verde no esté presente como alerta de riesgo.

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