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El Papa pidió perdón por los abusos a niños

Se refirió a los casos de Irlanda. Críticas porque el Vaticano no se hace cargo.

Una vez que se difundieron abundantemente los últimos casos de pederastia por parte de sacerdotes, en este caso en Irlanda, el papa Benedicto XVI hizo pública ayer una carta pastoral –dirigida a los católicos practicantes– en la que advirtió que los curas culpables de abusos sexuales contra menores deberán responder “ante Dios omnipotente y ante los tribunales”. Además, Joseph Ratzinger sostuvo que esas conductas arrojaron “vergüenza” a la Iglesia y “oscurecieron la luz del Evangelio”. Sin embargo, tanto desde las víctimas irlandesas como desde la propia Alemania, país natal del pontífice, surgieron críticas a la misiva por no reconocer la responsabilidad del Vaticano en los hechos, y dirigir las amonestaciones sólo a religiosos de menor jerarquía, además de no hacer mención a los numerosos casos similares ocurridos recientemente en territorio germano.

En una esperada carta a los católicos de Irlanda, Benedicto expresó su “convicción de que para recuperarse de esta dolorosa herida, la Iglesia en Irlanda debe reconocer en primer lugar ante Dios y ante los demás, los graves pecados cometidos contra niños indefensos”. “Ese reconocimiento, junto con un sincero pesar por el daño causado a las víctimas y sus familias, debe desembocar en un esfuerzo para garantizar que en el futuro los niños estén protegidos de semejantes delitos”, afirmó el Papa.

Ratzinger había anunciado que firmaría el documento el día de su santo  –San José–, luego de que en febrero citara a la Conferencia Episcopal irlandesa a una cumbre de crisis para reforzar su exigencia de “tolerancia cero” y prevención de los abusos, a los que antes de que salieran a la luz pública el Vaticano trató con suma reserva y la Iglesia irlandesa directamente ocultó: le pidió a las víctimas que hicieran un “voto de silencio” sobre lo que habían sufrido.

El jefe de la Iglesia católica les dijo a los responsables de los abusos: “Han traicionado la confianza depositada en ustedes por jóvenes inocentes y por sus padres” y por ello “deben responder ante Dios y ante los tribunales debidamente constituidos”. Y siguió con los reproches: “Han perdido la estima de la gente de Irlanda y arrojado vergüenza y deshonor sobre vuestros semejantes”. También subrayó “el inmenso daño causado a las víctimas” y el “daño enorme a la Iglesia y a la percepción pública del sacerdocio”.

A las víctimas de los abusos, Benedicto les dijo: “Han sufrido inmensamente y me apesadumbra tanto” lo que ha pasado. Y admitió: “Sé que nada puede borrar el mal que han soportado”. Sobre los factores que facilitaron el abuso sexual de niños por parte de sacerdotes irlandeses, el Papa consideró que hubo “procedimientos inadecuados para determinar la idoneidad de los candidatos al sacerdocio y la vida religiosa”. En el mismo sentido, señaló la “insuficiente formación humana, moral, intelectual y espiritual en seminarios y noviciados; una tendencia dentro de la sociedad a favorecer al clero y una preocupación fuera de lugar por la reputación de la Iglesia y el intento de eludir escándalos”.

La carta del Papa es un llamamiento a la Iglesia para frenar la crisis abierta no sólo en Irlanda, sino en toda Europa a raíz de los acontecimientos que día a día se conocen en Holanda, Suiza, Alemania, Austria, Italia y España. Estos hechos de pederastia se sucedieron por décadas, durante las cuales el Vaticano optó por tratarlos a puertas cerradas con un silencio que evitó el accionar de la Justicia.

En mayo del año pasado, y tras casi 10 años de trabajos, la comisión de investigación formada en Irlanda para esclarecer los abusos físicos y sexuales sobre unos potenciales 25 mil niños hizo público un informe que, como la carta de Benedicto, mereció fuertes críticas: no se publicaron los nombres de los 400 religiosos y religiosas acusados por las víctimas, porque los investigadores pactaron esa reserva a cambio de que las órdenes religiosas implicadas aceptaran colaborar en el informe.

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