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El Papa guiñó a divorciados y gays, y negó ser “de derecha”

Francisco consideró que la Iglesia ha estado obsesionada contra el aborto, el matrimonio homosexual o el uso del anticonceptivo y “no se puede insistir sólo en esas cuestiones”. Admitió que por plantear esto ha recibido “reproches”.


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El papa Francisco desmintió “ser de derecha” en una larga entrevista concedida a una revista de los jesuitas, en la que invitó a reflexionar sobre el papel de la mujer en la Iglesia y a “curar las heridas” de gays y divorciados antes de condenarlos. Además, consideró que la Iglesia ha estado obsesionada con temas como el aborto, el matrimonio homosexual o el uso del anticonceptivo. “No podemos seguir insistiendo sólo en esas cuestiones”, dijo, y admitió que por plantear estos temas ha recibido “reproches”.

Durante una larga conversación con la revista Civiltà Cattolica, el Papa argentino también habló de su “forma autoritaria y rápida de tomar decisiones”, que lo ha llevado “a ser acusado de ultraconservador” en Argentina, y de la necesidad de la Iglesia de “acompañar a las personas a partir de su condición” de divorciados u homosexuales.

“Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me ha llevado a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador. Tuve un momento de gran crisis interior estando en Córdoba. No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he sido de derechas. Fue mi forma autoritaria de tomar decisiones la que me creó problemas”, reconoció.

Francisco rememoró los años en que fue provincial de los jesuitas en Argentina, tema que generó debate al inicio de su pontificado por haber evitado pronunciarse sobre los desaparecidos durante la dictadura militar (1976-1983).

“Tenía 36 años: una locura. Había que afrontar situaciones difíciles, y yo tomaba mis decisiones de manera brusca y personalista”, reconoce en la larga entrevista de 27 páginas.

El analizar la situación actual de la Iglesia, el Papa reconoció que la milenaria institución necesita reformas y asegura que considera urgente “curar heridas”, “dar calor” y “acompañar a las personas a partir de su condición”, lo que incluye a los homosexuales y a los divorciados que se han vuelto a casar. “En Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos heridos sociales, porque me dicen que sienten que la Iglesia les ha condenado. Pero la Iglesia no quiere eso”, comentó Francisco.

“En esta vida Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia”, insistió.

El pontífice reconoció que la Iglesia ha estado obsesionada con temas como el aborto, el matrimonio homosexual o el uso del anticonceptivo.”No podemos seguir insistiendo sólo en esas cuestiones. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello”, subrayó.

“Tenemos, por tanto, que encontrar un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio”, añadió.

“La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante”, dijo el pontífice.

La extensa y profunda conversación que pasó por todos los temas  fue con el jesuita Antonio Spadaro, realizada en el curso de tres sesiones por un total de seis horas en agosto pasado.

Spadaro confesó que entrevistar a Francisco fue como estar frente “a una especie de flujo volcánico”.

El primer papa jesuita de la historia, resaltó a modo de confesión: “De la Compañía de Jesús me impresionaron tres cosas: su carácter misionero, la comunidad y su disciplina. Esto es curioso, porque soy un indisciplinado nato, nato, nato”.

El papel de la mujer

Francisco también reflexionó sobre el rol de la mujer dentro de la Iglesia.  “Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia”, aseguró el papa, quien subrayó que “el genio femenino es necesario en los lugares donde se toman decisiones importantes”.

“María, una mujer, es más importante que los obispos. Digo esto porque no hay que confundir la función con la dignidad”, sostuvo el Papa que aboga por “elaborar una teología profunda de la mujer”. “Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer, incluso allí donde se ejercita la autoridad en los ámbitos de la Iglesia”, añadió.

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