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El nuevo rumbo de Perro Suizo

La banda del oeste rosarino prepara “El Sonido del Viento”, un espectáculo íntimo compuesto por canciones nuevas y viejas arregladas para ensamble de vientos que abrevan en diferentes estilos desde funk y soul hasta rock and roll


Perro Suizo está celebrando quince años de carrera ininterrumpida. Se da en un momento de gran visibilidad nacional que, además, la comienza a ubicar en el top de la escena. Oriunda del oeste rosarino, cuenta los días para mostrar un show especial que tendrá lugar en Plataforma Lavardén y será el primer concierto que hará en un teatro local luego de transitar los más acreditados escenarios nacionales acompañando, entre otros, a referentes como Memphis La Blusera, John Smith, La Mississippi y Deborah Dixon, entre otros.

Ese enorme trabajo de hormiga, autogestivo y consciente le marcó su vida como un camino a transitar sin prisa pero sin pausa. Y así, hasta el momento, editó cinco discos. El último: En esta vida de ilusiones (2017) grabado en el Estudio Insigno de Mariano Otero bajo la producción de Serafín Alí y Gaspar Benegas.

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A la banda no la corre nadie y sabe que la ausencia de nuevo álbum no la ata para seguir planteando cuestiones creativas y salir a tocar. “Siempre en la medida en que vamos teniendo nuevas canciones y oportunidades para grabarlas lo hacemos porque nos encanta el formato disco”, dijo Matías Belmonte, líder de la banda, en un extenso diálogo con El Ciudadano donde confió que la banda, a pesar de poseer una veintena de temas listas para grabar, no se agarra de un disco para salir a tocar: “Buscamos un formato, un espectáculo, para que nuestro público tenga algo nuevo con que irse, con otra idea, para darle una vuelta de rosca y un nuevo horizonte”.

En 2018 Perro Suizo, creó el espectáculo El Sonido del Fuego donde asumió una mirada centrada en la percusión. Ahora, parados en otras búsqueda imprimen El Sonido del Viento, un recital íntimo con diferentes estilos que van desde el funk y el soul hasta el rock and roll.

En El Sonido del Viento, anticipó Belmonte, la banda comenzó una etapa donde deconstruye antiguas canciones para llegar a otros formatos. Así, conformada por Matías Belmonte (voz líder y saxofones), Esteban Besteiro (guitarras y coros), Fabio Belmonte (pianos, sintetizadores y coros), Esteban David Venanzi (bajo y coros) y Nahuel Sterpone (batería y coros), Perro Suizo mostrará el espectáculo junto a un ensamble de vientos dirigido por Hernán Biancardi.

“Somos de la vieja usanza y seguimos grabando temas como lo hacían los bluseros de antes: de primera toma”, explicó el músico al ser consultado por el sonido que persiguen en vivo y que puede oírse en “Tiempo” y “Correr”, dos canciones inéditas grabadas en estudios ION de Capital Federal en los últimos meses. Y, como una marca de principios, confió contundente: “En vivo suena igual porque no está alterado. Buscamos grabar y no mentir porque hoy, con tantas máquinas, el cantante no canta y el bajista no toca el bajo. Nosotros vamos por otro camino. Seguimos apostando a que la banda realmente suene”.

Perro Suizo se formó en 2003 cuando sus integrantes, todos amigos del barrio, se juntaron para interpretar las canciones de sus vidas. Los ensayos se realizaban en un departamento de Echesortu. Esa identificación de la banda con el barrio sigue intacta y los acuna. Decir Perro Suizo es hablar del oeste, ese riquísimo territorio cultural y musical que a muchos gestores y productores culturales del centro todavía les cuesta tanto observar.

“Nada termina como empieza y nada empieza como termina”, sintetizó a través del teléfono Matías quien afirmó que toda la vida de la banda fue “muy gradual”. No lo dijo en modo retrospectivo pero sí con la certeza de que, en el camino, el punto de partida quedó muy atrás. “Esto arrancó como un hobby entre amigos y cada vez fue tomando más forma, nos fue gustando”, relató.

A Paradelante (2004), su primer demo-disco, le siguieron Somos una Ola (2007), Demostradísimo (2011), Vivo en el color de la mente (2014) y En esta vida de ilusiones (2017). “Desde el primero al último hay una evolución musical muy grande. Y eso es porque nunca paramos de investigar, de estudiar, y cada uno de los integrantes tuvimos en la cabeza la idea de mejorar. Fue una ventaja de la banda: reinventarse con el tiempo”, contó el músico.

Con los pies en la tierra, y una fibra sensible para mirar a su entorno, Matías Belmonte habla de la fama y de la riqueza, esos dos lugares comunes del mundo del espectáculo, como aspectos ajenos a él. Afirma que no le interesó ni persiguió nunca porque la meta estuvo siempre puesta en otro lado: en los barrios, en los clubes, y en los espacios de encuentros, la solidaridad con los vecinos y sobretodo con los más chicos: “Abrimos lugares alternativos para que otras bandas puedan crecer y siempre todo fue muy solidario. Somos una banda autogestionada que labura de esa forma”.

Esa coherencia lejos de darles un lugar de nicho les abrió puertas, se las expandió fronteras afuera de la ciudad y los puso en la misma línea que sus ídolos: La Mississippi, Deborah Dixon, El Bordo, Bersuit Vergarabat y Kapanga. “Hoy nos sentimos a la par de cualquier banda porque nos respetan así. El año pasado cerramos un festival en Lanús para 20 mil personas, es una locura”, recordó el cantante.

Con mucho camino por recorrer, el músico se entusiasma con el futuro: “Veo una escena linda porque en lo que hacemos no hay referentes y nosotros somos todavía pibes y ya tocamos con todos los grosos. Ese caudal nos dejó un legado y está cayendo en nosotros por eso estamos tocando tanto afuera y en lugares que nunca pensamos”.

—¿Cómo es la escena local?
—Acá no tocamos mucho y cuando lo hacemos buscamos lugares que suenen bien y que el público esté cómodo. Hay que ser coherente en dónde está ubicado uno hoy porque subimos al escenario y nos ven personas que quieren algo de calidad. Desde el momento en que un chico y una chica tienen una remera con el nombre de la banda tenemos que caer que tenemos una responsabilidad.

—Arrancaron soñando con llegar y hoy tienen a sus hijos mirándolos desde abajo del escenario.
—Sí. Casi todos somos papás (risas); nuestras mujeres nos bancan porque esto requiere salir de gira hasta por un mes. Nosotros nunca buscamos la ambición y donde vamos lo hacemos con mucho respeto, esa es la esencia de la banda. En este tiempo nos pudimos equipar y tener instrumentos muy buenos y hasta movilidad propia. Pero empezamos alquilando guitarras. Estos últimos tres años han sido muy buenos, crecimos mucho.

—A la inversa del país. ¿Canalizaron la crisis social con arte que une y encuentra?
—Es cierto. Nosotros nunca dejamos de aportar al barrio. Y eso se nota porque los mismos pibitos nos lo dicen. Todo el tiempo estamos haciendo actividades sociales que no salimos a promocionarlas pero por abajo se va moviendo la cosa. Es como que no está pero está, sino te darías cuenta que falta.

Para agendar

Perro Suizo presentará su espectáculo titulado El Sonido del Viento, el sábado 10 agosto, a las 21.30, en el teatro de Plataforma Lavardén donde ya se encuentran a la venta las entradas

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