Ciudad

Tropicalísimo

El músico que le puso ritmo a la campaña de Randazzo

Beto Riba es rosarino y compuso un jingle para el precandidato a presidente. Sueña con ser la voz oficial de su campaña.


Beto Riba, cantante de música tropical, maneja desde la capital de la provincia hasta Rosario. Un amigo lo acompaña. Los dos vienen de presenciar un acto de Florencio Randazzo, ministro del Interior y Transporte de la Nación y precandidato a presidente.

Mientras avanza camino a su casa, el músico reflexiona. Piensa en la vuelta de los trenes y recuerda a su papá, que le contaba los mil y un beneficios de este medio de transporte que de a poco resurge. Entre idea y cosas dando vueltas por la cabeza, Beto empieza a tararear al ritmo de la cumbia “Mi niña bonita”: “votalo a Randazzo en esta campaña, votalo a Randazzo es tu presidente”. Su amigo le hace llegar el audio al candidato. Beto va a grabar el jingle días más tardes. Grabará, después, la segunda versión: un poco más movidita. Dice que fue a pedido del propio Randazzo. El tema empieza a viralizarse por la web y a mediados de enero, el cantante de cumbia ruega: “Dios quiera que el jingle oficial tenga mi voz”.

Riba no es sólo el rosarino que le hizo el jingle a Randazzo. Es el encargado del famoso carrito Jorgito Jr., de 27 de Febrero y Laprida. Es también cantante de cumbia tropical y se jacta de haber compartido escenario con los números uno del género. El principal, Leo Mattioli, al que considera su padrino en el arte de cantar. Beto tiene un llamativo colectivo para salir de gira que descansa frente al carrito. “Vive alegre y a lo loco que la vida dura poco”, pregona su transporte. “Nos morimos y no nos llevamos nada. Somos todos iguales. Sé que no hay más que hacer lo que uno quiere y siente”, explica al respecto. El cantante tiene 30 años y en realidad se llama Alberto Ribadero. “Con b”, aclara él. Es la segunda generación del apellido “con b”, mal escrito cuando nació su papá. También señala que su nombre artístico es un diminutivo, por lo tanto se dice Riba, sin s. Sentado en un sillón, charla de una cosa y de otra con solvencia, casi sin pensar ni trastabillar.

Tiene puesta una camisa celeste, arremangada hasta los codos y con algunos botones desabrochados. El pelo corto y oscuro está peinado con gel. En su mano derecha tiene un anillo dorado, brillante, de oro, que lleva las letras N y R, por Nino Ribadero, su hijo. Lo hizo cuando nació y lo portará hasta que cumpla 18, cuando lo reciba como regalo por la mayoría de edad.

“Romántico, bueno, loco, amigo de la gente, frontal”, enumera el cantante a la hora de contar quién es. Dice que es malo cuando lo traicionan y que si tiene una meta la cumple como sea. También dice que es peronista y así trae a colación una pregunta ineludible, vista su cercanía a Florencio, el ministro que ya menciona con su nombre de pila. “La política me interesa. Ya hace tiempo que lo vengo masticando. Pero si yo me postulo es para seguir defendiendo a los músicos y sus espacios”. Riba deja entrever que si recibe una propuesta, la va a pensar y su sonrisa tira al “sí, acepto”. Deja entrever, también, que esas propuestas ya llegaron de distintos sectores. “Pase lo que pase, yo soy normal y seguiré así. Sigo siendo el mismo que nació en la villa, que dormía en un colchón de dos plazas con sus cinco hermanos y que iba a la escuela con las zapatillas rotas”. Beto Riba dice que tiene un objetivo: cambiar la historia, desde cualquier lugar que ocupe como músico. “Que cuando yo no esté acá digan que el que apostó a las bandas locales fue Beto Riba, ese gordito criticado. Que mi hijo salga a la calle y agradezcan a su papá. Todo el tiempo doy la oportunidad de progresar y quiero seguir ayudando. Siento que ésa es mi misión”.

Un artista que ya se considera consagrado

Los primeros pasos de Alberto Ribadero como cantante de música tropical fueron en Victoria, provincia de Entre Ríos. Beto fue el dueño del primer karaoke de la ciudad vecina y, de 23 a 3 de la mañana, cantaba temas de Leo Mattioli, Paz Martínez, Cacho Castaña.

Dice que el negocio fue un éxito. Cuando volvió a Rosario armó su banda y comenzó el progreso: salir en Pasión de Sábado, el padrinazgo de Leo Mattioli, viajar por el país durante cinco años. “Hoy soy productor, armé la Unión de Músicos de Rosario, tengo un programa y una revista. He ayudado a que la movida tropical deje de ser discriminada. De a poco y luchando me hice cada vez más popular”.

Beto Riba grabó su primer DVD en vivo el 8 de diciembre de 2014. Fue un show gratuito en la plaza del Che (27 de Febrero entre Laprida y Maipú). Fueron 20 mil personas al espectáculo, que tuvo decenas de invitados y se transformará en su tercer CD, “El sueño cumplido”. El show no sólo trascendió por la multitud, sino además porque el cantante fue intimidado por la Municipalidad por la basura que quedó en el parque al día siguiente. Riba limpió el parque e invitó a Pablo Seghezzo, secretario de Control y Convivencia Ciudadana, a que lo acompañe en la tarea. “El gobierno socialista discrimina la movida tropical. Lo único que destacaron de ese día fue que la gente ensució la plaza, no que un artista local metió más de 20 mil personas. Uno se siente discriminado, parece que la Municipalidad no quiere lo popular”, conjeturó Beto Riba. El cantante recriminó al Estado local por las políticas de contención por fuera del centro. “En esos lugares fuera de Pellegrini y Francia son donde entra mi música y toda la cumbia en general”.

El joven artista popular asegura que nació para la cumbia. Su objetivo y su sacrificio están signados por lo que le tocó hacer en su paso por el mundo: dejar mensajes de historias de vida. “Compongo continuamente. Le hice un tema a Messi (“La pulga”) y uno a Leo Mattioli (“El gran león”), que fue un gran amigo mío. Todas mis canciones hablan del amor, la vida y las cosas cotidianas”. Beto Riba espera dejar una historia.

“Pasan los años y la música sigue trascendiendo. Seguimos escuchando a Gardel y a Rodrigo. Eso es lo que deja un artista. Yo quiero seguir ganando en vida”. El músico dice que, con treinta años, ya se siente consagrado. El hecho de haber compartido escenario con Sergio Torres, Marcos “Kaniche” Castello, Los Lirios, Pastor de los Santos, le alcanza. “Estoy más que hecho. Los premios se compran pero la satisfacción y el cariño de la gente no”.

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