Sociedad

No todo es paisaje

El museo salteño alberga a tres niños momificados, ofrendados hace 500 años

En el centro de la ciudad norteña se encuentra el Museo Arqueológico de Alta Montaña, en donde se exhiben “Los niños de Llullailaco”, los cuerpos de dos pequeños y de una joven que fueron ofrecidos en sacrificio hace 500 años

Foto: Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM)-Lisardo Maggipinto

Desde el casco histórico a la casa de Miguel Martín de Güemes devenida en museo y peña folclórica a la ruta del vino, el tren a las nubes, los paisajes de Cafayate o los tramos que enlazan los valles de Lerma y Calchaquí. Salta despliega un amplio abanico de sitios para recorrer en los que no todo es sendero de tierras coloridas o derroteros del dios  Baco: en el centro de la ciudad norteña está el Museo de Arqueología de Alta Montaña (Maam), ubicado  frente a la Plaza 9 de Julio y a menos de una cuadra de la Catedral.

De alto valor histórico, antropológico y cultural, el Mamm alberga, entre numerosas piezas arqueológicas, los famosos “Niños del Llullaillaco”, que fueron encontrados momificados en 1999 durante una expedición a la cima del volcán homónimo, liderada por el científico y explorador estadounidense Johan Reinhard.

 

La expedición

A comienzos de 1999 Reinhard encabezó la expedición a uno de los volcanes más altos de Sudamérica, el Llullaillaco, junto a un grupo de 14 exploradores extranjeros y argentinos. El científico, quien también integra la Nathional Geographic, partió de la capital salteña y tras hacer escala en San Antonio de los Cobres, Salar de Pocitos, Tolar Grande y Estación Socompa, los primeros días de marzo asentó su primer campamento a 4.900 metros de altura sobre el nivel del mar. Más tarde, ascendieron a 5.800 y 6.600 metros, en donde también instalaron sendas campañas equipadas con herramientas, tecnología, comunicación y alimentos.

Motivados por la hipótesis de que en la cima del volcán se encontraba un santuario incaico, el 15 de marzo comenzaron las excavaciones a 6.700 metros de altura sobre el nivel del mar y así el equipo realizó el primer hallazgo: tres figurillas de llamas, dos de concha marina y una de plata. Debajo de ellas, estaba el primer cuerpo: el “del niño”, que se trató de una de las tres ofrendas humanas que la comunidad inca hizo 500 años atrás a los dioses para que protegieran a su pueblo. Dos días después, unos metros más al norte, fue desenterrada la momia de “la Niña del Rayo” y más tarde, “la doncella”.

“El viernes 26 de marzo, luego de permanecer en la base del volcán durante un par de días realizando el acondicionamiento y catalogación de los materiales, el grupo inició el regreso a la ciudad de Salta a la que llegaron al día siguiente en horas de la noche”.

 

Tres ofrendas humanas

La primera momia encontrada era una niña de unos seis años, la hallaron sentada, con las piernas flexionadas. Este cuerpo fue uno de los más expuestos a las inclemencias climáticas y se presume que las tormentas eléctricas quemaron parte de su rostro y también del ajuar con el que fue enterrado. Su pelo era lacio y estaba peinada con trenzas.

El Niño tenía unos siete años. Los científicos lo encontraron sentado y con el rostro apoyado sobre las rodillas. Estaba cubierto por una manta marrón y roja que cubría su cabeza y algo de su cuerpo. Los investigadores explicaron que los incas ofrecían a los hijos de los caciques más importantes en sacrificio, por lo que el pequeño estaba vestido y peinado como los miembros de la elite incaica: el cabello corto y la cabeza adornada con plumas blancas.

La doncella tenía unos 15 años. Al igual que los otros niños sacrificados, estaba sentada con las piernas flexionadas. Su cabello era largo y lacio y estaba peinada con trenzas.

Según indicaron desde el Maam, “posiblemente esta joven haya sido una ‘aclla’ (virgen del Sol), educada en la Casa de las Escogidas (o aclla huasi), un lugar privilegiado para las mujeres en el tiempo de los Incas”. Así, en Argentina se llevó a cabo uno de los hallazgos más grandes de la historia en materia arqueológica.

 

El laboratorio

Una de las características que destacan desde el Maam es el trabajo de conservación de los cuerpos que fueron encontrados en un estado que “parecían dormidos”, lo que se le atribuye a las bajas temperaturas y presión atmosférica de la alta montaña.

Justamente, el laboratorio del museo usó la “criopreservación”, que utiliza métodos y conceptos relacionados con las condiciones climáticas de origen de los cadáveres.

El laboratorio cuenta con equipos de alta tecnología y está a cargo del ingeniero argentino Mario Bernaski. Actualmente los cuerpos están resguardados en cápsulas que fueron diseñadas para que los visitantes puedan verlos pero sin que tomen contacto con el ambiente exterior. Por eso es que dentro de las cápsulas se ha reducido el nivel de oxígeno y posee una temperatura de 20 grados bajo cero.

En el Maam hay una sala de video, guías especializados y un sector con numerosas herramientas, vestidos y utensilios encontrados durante la expedición de 1999.

 

Desde el museo señalan que actualmente y “por estrictas razones de conservación, los niños del Llullaillaco se exponen en forma rotativa y no los tres simultáneamente.

 

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