Ciudad

La noche en disputa

El municipio busca mejorar la convivencia en barrio Pichincha

Autoridades se reunirán este viernes al mediodía con dueños de bares tras la queja de algunos vecinos por ruidos molestos


En diciembre del año pasado un grupo de vecinos de Pichincha lanzó una convocatoria en las redes sociales para juntar firmas y pedir una reunión al municipio. Querían contar cuánto los afectan los ruidos callejeros y el “desorden” de autos alrededor de los bares y cervecerías de la zona. Crearon una página de Facebook de la que participan cerca de mil personas, donde comparten las problemáticas del barrio. En diciembre tuvieron una reunión con funcionarios municipales que repitieron este lunes. Aseguraron que esta semana mejoraron los controles, pero piden que los bares bajen los ruidos. En ese marco, este viernes al mediodía funcionarios municipales se reunirán con los más de 20 empresarios para comunicarles la situación e intentar mejorar la convivencia.

“Queremos que sigan abiertos los negocios, pero también vivir en paz. El caos es diario. Hay personas que no pueden dormir y a una vecina la amenazaron con echarla porque no está atenta en el trabajo. Queremos que los locales mantengan su fuente de trabajo, pero buscamos tranquilidad”, dijo a El Ciudadano, una de las vecinas.

La mujer vive en Pichincha hace cerca de 60 años. Contó que siempre fue una zona de gente trabajadora donde había actividad nocturna pero en lugares puntuales.

En los últimos años la situación cambió con la llegada de numerosos bares y cervecerías que coparon la zona. “Pensé que los cambios podrían traer mejoras, pero estamos más inseguros que antes. La mayoría pusimos cámaras y alarmas en las veredas”, dijo la mujer.

Con un grupo de vecinos decidieron organizarse. Crearon perfiles en redes sociales y difundieron los problemas del barrio. La principal preocupación que tienen son los ruidos que vienen de los bares y el embotellamiento que genera la posibilidad de estacionar en ambas manos los fines de semana.

“Todas las noches escuchamos gritos y música fuerte. También nos llega el ruido de las máquinas de los bares. No podemos entrar ni salir de las cocheras. Hace unas semanas no pudo ingresar un camión de bomberos y nos preocupa que no puedan entrar ambulancias. Pasa todos los días. Miramos los eventos para saber qué noche nos va a esperar”, dijeron los vecinos en redes sociales.

En diciembre tuvieron una reunión con funcionarios de la Secretaría de Control y Convivencia y de la Dirección de Inspecciones para comentarles la situación. Este lunes volvieron a encontrarse. Aseguraron que el municipio profundizó los controles y que esta semana hubo más operativos que ordenaron la zona. Piden que lo sostengan durante los fines de semana.

“No pedimos que haya menos gente en el barrio, sino que esté ordenado. Queremos que la música no esté tan alta, que no haya grupos de personas gritando en la vereda y que los bares insonoricen los locales”, agregaron los vecinos, y señalaron que la zona más complicada es la comprendida por Jujuy entre Oroño y Santiago, y Güemes a la misma altura.

No hay conflicto

Desde la Asociación Mercado Pichincha dijeron por su parte  que buscarán resolver los problemas para seguir trabajando y descartaron que haya un conflicto.

“Tenemos una buena relación con ellos. Son clientes nuestros y todos queremos lo mejor para el barrio. Queremos que puedan dormir y que nosotros podamos trabajar”, señaló el titular la asociación que nuclea a los bares y cervecerías de Pichincha, Reinaldo Bacigalupo.

A diferencia de lo planteado por los vecinos, el empresario valoró que la apertura de negocios gastronómicos sumó seguridad al barrio y más de mil fuentes de trabajo.

“A Rosario le faltaba un barrio alegre, con gente joven, a nivel de lo que pasa en Palermo”, dijo en relación a la movida que se generó en ese sector de Capital Federal.

“Queremos trabajar sin molestar, estamos siempre a disposición”, subrayó en diálogo con la emisora local Radio 2, y evaluó: “Reclamos individuales en el barrio hay cuatro o cinco, aunque no dejan de ser importantes. Pero no hay una guerra entre vecinos y comerciantes. La mayoría de nuestros clientes son amigos”.

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