Ciudad

En el marco de sus 10 años

El ministerio de Educación reconoció como escuela formal al Bachillerato Popular de Tablada

El bachillerato de Villa Manuelita no había podido registrarse como escuela formal porque Santa Fe no tiene una ley de educación propia, y no reconoce la figura de las escuelas de gestión social


El bachillerato popular de Villa Manuelita, más conocido como El Bachi de Tablada, fue reconocido como un establecimiento educativo formal luego de 10 años de actividad. El espacio venía funcionando como una escuela de gestión social, pero al no existir una ley provincial que los reconozca, encontraron una nueva forma de gestionarse y de poder darle a cada uno de los más de cien estudiantes que pasaron por sus instalaciones su merecido título de bachiller secundario: comenzar a torcer la marginalidad terminando la secundaria.

Laura Scoppetta es docente y militante del Bachi desde hace 7 años, y ha visto crecer, expandirse y vencer los escollos a la primera escuela de gestión social de zona sur: “El Bachi es un proyecto educativo pero también es un proyecto político y pedagógico que se ha sostenido con esfuerzo militante y una convicción política de que el objetivo es transformar la realidad en la que viven los vecinos de Tablada”, dijo la referente del bachillerato a El Ciudadano y agregó. “No sólo damos clase, sino que nos involucramos con los chicos que pasan por el aula, nos enteramos de cuáles son los problemas que tienen en el barrio y en la casa y desde allí también actuamos y formamos comunidad”.

El espacio del Bachillerato Popular nace a partir de la necesidad de los vecinos de poder terminar su formación académica, ya que no había escuelas en el barrio en aquel entonces: “Al Bachi lo forman integrantes del Movimiento 26 de Junio (M26) en la zona de Villa Manuelita, luego de sostener su presencia en el barrio. La experiencia del Bachi, como tal, surge como una experiencia de intersección entre el M26 con lo que lo que era en su momento el movimiento Giros, que después se fusionaron en el partido Ciudad Futura”.

De la resistencia a la existencia

La provincia de Santa Fe no tiene una ley de Educación propia, por lo que no existe el marco normativo para el reconocimiento de las escuelas de gestión social. Lo que el ministerio aprobó fue el reconocimiento del Bachillerato Popular de Villa Manuelita como un anexo de la escuela provincial n° 3188 Escuela Territorial Insurgente Camino Andado (Etica, por sus siglas), que nació a su vez como la primera escuela de gestión social de Santa Fe y hoy emite sus propios títulos, y por lo tanto, llega la tan esperada regularidad.

La principal dificultad del Bachillerato para ser registrados como un establecimiento educativo formal por el ministerio tenía que ver con la no existencia de la figura de “escuela de gestión social”. La segunda, y la más importante, tenía que ver con el lugar de funcionamiento del bachillerato: un establecimiento elevado en terrenos fiscales, en medio de una villa. Debido a esto, la escuela no tenía forma de acceder a un certificado de propiedad del espacio.

A partir del año pasado, luego de la ampliación de la ley de Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap), el Estado le reconoció al Bachi un certificado de vivienda que permite acreditar el domicilio a las poblaciones censadas en esos establecimientos informales y así solicitar a las autoridades la instalación de servicios y regularizar el establecimiento. Por medio de esa herramienta, el Bachi no sólo formalizó su existencia sino que garantizó su estadía, debido a la prohibición de desalojos por parte de la fuerza contra los habitantes de un polígono del Renabap. El Bachi por fin existía en los papales.

Laura define la primera década del bachillerato como de mucho esfuerzo colectivo y mucho compromiso por los casi treinta integrantes del cuerpo docente quienes han participado del proyecto: “No es fácil ser parte de un proyecto colectivo en una zona muy golpeada por la violencia, por las dificultades en el sostenimiento de las condiciones de vida. Estar ahí, poner el cuerpo, a la par de sostener la escuela, luchar por ser reconocidos”, exclamó Scoppetta.

Con ocho promociones al hombro y con más de un centenar de estudiantes que se recibieron del Bachi, la militante señaló que año a año la inscripción al bachillerato crece a paso sostenido con personas que llegan a cursar sus estudios traidos por sus familiares, amigos y vecinos que ya egresaron del Bachi de Tablada.

¿Qué es una escuela de gestión social?

Desde el año 2006, se reconocen tres formatos de gestión escolar: estatal, privada y de gestión social. La primera tiene una dependencia del Estado provincial o nacional, mientras que las segundas tienen un patrón y una cuota. Las escuelas de gestión social tienen un diferencial que es la forma organizativa que consiste en una mesa de gestión que involucra a todos los integrantes del cuerpo docente y de los trabajadores que intervienen en el lugar, conformando una mecánica cooperativa de funcionamiento.

“La potencia de estas experiencias es que limas los muros entre lo que sucede en el barrio y lo que sucede en el interior de la escuela, y cómo actuamos en función de las necesidades de los chicos, del momento histórico del barrio. El conocimiento lo construimos de forma colectiva”, explicó Scoppetta. El bachillerato no tiene un director, sino que funciona por medio de la organización de los mismos docentes: “Muchas veces es la rigidez de las estructuras educativas la que no permite otro tipo de vínculos dentro del ámbito educativo. Las escuelas de gestión social si”.

Laura explica que, aunque no habían sido reconocidos como establecimiento educativo formal, el ministerio de Educación provincial nunca dejó de tener voluntad para otorgarle sus títulos de finalización de la educación secundaria a las personas que hubieran transcurrido su formación allí: “Si bien el reconocimiento llega ahora, todas las promociones tienen su título. A partir de la negociación con el ministerio, no pudieron desconocer la experiencia educativa que existía en el Bachillerato Popular y, por medio de articulaciones con otras escuelas formales, estos establecimientos eran las que emitían los títulos”.

La cartera de Educación refrendaba una serie de evaluaciones especiales que después eran realizadas por los estudiantes, a modo de registro de sus avances y luego otra escuela los registraba como estudiantes con los contenidos aprobados y, por lo tanto, como egresados: “Esta situación daba cuenta de una contradicción mezquina. En un barrio popular se estaba dando clases y se dejaba a los estudiantes en una situación de segunda, donde no se les reconocía ni su esfuerzo ni su tránsito por un aula”, contó Scoppetta.

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