El papa Francisco apoyó los esfuerzos de paz en Colombia y Siria y pidió “abundantes bendiciones” para las personas y Estados que acojan a migrantes, en su mensaje de Navidad, en el que condenó los “atroces actos terroristas” de los últimos meses.
En su tradicional mensaje “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo) el Papa pidió “que la alegría de este día ilumine los esfuerzos del pueblo colombiano para que, animado por la esperanza, continúe buscando con tesón la anhelada paz”, tras medio siglo de enfrentamiento armado.
La paz fue una de las palabras más repetidas de su mensaje después de un año marcado por la amenaza yihadista.
Como cada Navidad, Francisco se dirigió a decenas de miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro. Millones de católicos seguían su mensaje por televisión en todo el mundo.
En el tercer mensaje de Navidad de su pontificado, el jefe de la iglesia católica condenó “los atroces actos terroristas” en Egipto, Beirut, París, Bamako y Túnez y denunció unas “atrocidades” que “provocan enormes sufrimientos y no respetan ni siquiera el patrimonio histórico y cultural de pueblos enteros”.
El Sumo Pontífice aportó su apoyo a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que se esfuerzan por restablecer la paz en Siria y en Libia. “Que el acuerdo alcanzado en el seno de las Naciones Unidas logre cuanto antes acallar el fragor de las armas en Siria”. “Es igualmente urgente –dijo– que el acuerdo sobre Libia encuentre el apoyo de todos”.
Frente a la violencia que enluta Cisjordania, pidió a los palestinos y los israelíes que reanuden “un diálogo directo” para superar un conflicto de “graves consecuencias” para Oriente Medio.
Como ya viene siendo costumbre, el Papa insistió en que las sociedades occidentales abran las puertas a los migrantes y los refugiados. “Que sean recompensados con abundantes bendiciones todos aquellos, personas privadas o Estados, que trabajan con generosidad para socorrer y acoger a numerosos emigrantes y refugiados” y les ayudan “a integrarse”.
Jorge Bergoglio no se olvidó de los cristianos “perseguidos por causa de su fe en distintas partes del mundo”.
Los conflictos y tensiones en Irak, Yemen, República Democrática del Congo, Burundi, Sudán del Sur y los esfuerzos de paz en Ucrania fueron otros de los temas citados en el mensaje, concluido con una bendición solemne y una indulgencia general.
El mensaje Urbi et Orbi es una ocasión para denunciar cada año los conflictos y la situación de las personas más desamparadas, como es el caso de los migrantes.
Sin ir más lejos, el día de Nochebuena, 370 migrantes desesperados por llegar a Italia han sido rescatados en las costas de Libia, pero otros 18 se ahogaron en las de Turquía.
También la violencia y el miedo a atentados es un denominador común este fin de año en diversas regiones del mundo.
En Somalia, el gobierno prohibió las celebraciones navideñas alegando que podrían suscitar ataques de los islamistas shebab.
El miedo ha calado en Europa, y no sólo en París, donde varios atentados reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) causaron 130 muertos en noviembre.
En los alrededores del Vaticano se veían menos peregrinos que otros años, según la crónica de los periodistas de la AFP.
El terror ahuyenta fieles
Los propietarios de restaurantes se quejan de una temporada poco feliz pese al “Jubileo de la misericordia” abierto el 8 de diciembre pasado. Las inmediaciones del Vaticano están tomadas por soldados, gendarmes y policías. En su homilía de la Misa del Gallo en una Basílica de San Pedro abarrotada Francisco exhortó a los 1.200 millones de católicos a “tener un comportamiento sobrio” y a ahuyentar el miedo.
“En una sociedad frecuentemente ebria de consumo y de placeres, de abundancia y de lujo, de apariencia y de narcisismo, Él nos llama a tener un comportamiento sobrio, es decir, sencillo, equilibrado, lineal, capaz de entender y vivir lo que es importante”, añadió el Papa fiel a su estilo claro y franco.
En noviembre el Papa argentino ya había denunciado un mundo que no tomó la senda de la paz.
“Habrá luces, habrá fiestas, árboles iluminados, también pesebres… ¡todo falsificado!: el mundo sigue haciendo la guerra”, denunció Francisco, quien considera que el mundo vive “una tercera guerra mundial a pedazos”.
Contra la indiferencia
Durante la solemne homilía, cocelebrada con un centenar de prelados, y a la que asistieron cientos de peregrinos y religiosos, Francisco habló sobre uno de los grandes males de la sociedad moderna: la indiferencia.
“En un mundo, a menudo duro con el pecador e indulgente con el pecado, es necesario cultivar un fuerte sentido de la justicia, de la búsqueda y de poner en práctica la voluntad de Dios”, recalcó. “Ante una cultura de la indiferencia, que con frecuencia termina por ser despiadada, nuestro estilo de vida ha de estar lleno de piedad, de empatía, de compasión, de misericordia, que extraemos cada día del pozo de la oración”, agregó.
Francisco pidió a los católicos que cesen de sentir “miedo y temor” y calificó a Jesús como el “príncipe de la paz”. “Que, al igual que el de los pastores de Belén, nuestros ojos se llenen de asombro y maravilla al contemplar en el Niño Jesús al Hijo de Dios”, concluyó.
Jorge Bergoglio, de 79 años, llegó a la basílica para oficiar la tradicional misa, que duró casi dos horas, se mostraba pálido y con la voz baja tras sufrir en los últimos días una fuerte gripe con mucha fiebre.
Durante el oficio, el Papa explicó el significado del nacimiento de Jesús para los cristianos. Al término de la eucaristía, el sumo pontífice depositó la imagen del Niño Jesús en un pesebre instalado dentro de la basílica vaticana.
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