Ciudad

El matayuyo de la discordia

La ratificación de un fallo que ampara a vecinos de San Jorge ante las fumigaciones con glifosato abre para el ministro de la Producción la oportunidad de ir a fondo con el debate sobre excesos en el uso.

Por: Ezequiel Nieva

Para el ministro de la Producción, Juan José Bertero, la ratificación del fallo de San Jorge –que establece nuevos parámetros para la aplicación del glifosato– es también la chance de reabrir el debate por el modo en que se utilizan productos químicos en la provincia. El funcionario reveló que, como estrategia para abordar el caso –el gobierno provincial y la UNL tienen seis meses para presentar resultados serios sobre los daños que causa en la salud y el ambiente el uso excesivo de glifosato–, se centrarán en los estudios del Senasa sobre la toxicidad del cuestionado producto. Además, señalarán que siguen pendientes otras investigaciones, como la encarada por la Presidencia de la Nación a través de una comisión de especialistas.

Bertero comentó que en conjunto con la Fiscalía de Estado reunieron documentación y prepararon los pasos a seguir para cumplir con los estudios exigidos y también mantuvieron encuentros con funcionarios de los ministerios de Salud, Desarrollo Social, Trabajo y Medio Ambiente. “Estamos haciendo recopilación de información. Hay un documento importante que no ha sido mencionado por el juez, un decreto de enero de 2009 de una comisión que había organizado la presidenta de la Nación, donde participaban instituciones y eminencias a nivel nacional, de la universidad, el Conicet, para investigar justamente el impacto que tiene en la salud y en el medioambiente estos tipos de agroquímicos. Nosotros creemos que a ese instrumento hay que incorporarlo. Cuando la presidenta convoca a este grupo, lo hace por las complicaciones que veíamos”.

—¿Y a qué conclusiones llegó esa comisión?

—En realidad, no hay conclusiones contundentes. Hay una variable, que es la variable tiempo, para determinar en el mediano y largo plazo qué es lo que ocurre. Indican que no hay impacto ambiental en la utilización del glifosato. Hablan de la prevención que tienen que tener los trabajadores, de las áreas delimitadas de aplicación, pero deja un espacio vacío en cuanto a que hay que seguir investigando en el futuro. No hay un dictamen que diga que se puede o no se puede aplicar. Dicen que se debe aplicar con precaución.

De las tres categorías establecidas por el Senasa –verde, amarilla, roja– el glifosato está en la banda verde. Bertero dice que siempre que se aplique bajo instrucciones de un ingeniero agrónomo, el riesgo disminuye. La baja tocixidad del producto y una adecuada manera de utilizarlo bastaría, entonces. Pero la necesidad de mejorar el rendimiento de las tierras para satisfacer la demanda de granos logra anteponerse a la prudencia ambiental. De todos modos, dice que el caso de San Jorge no se puede tomar como paradigma de la realidad en la provincia: “Es una cuestión muy localizada”. La responsabilidad de marcar la línea agronómica –el límite a partir del cual se pueden realizar fumigaciones– es de cada municipio, y allí el vacío legal asombra: apenas un tercio de las ciudades y pueblos de Santa Fe han delimitado la zona fumigable.

El ministro de la Producción se quejó por esa mora: “Si no está definido esto es muy difícil tomar las denuncias y hacer una acción de policía” para que se cumpla la ley vigente. La preocupación mayor pasa por el uso indiscriminado y al por mayor: Bertero recordó que los productores están obligados a presentar una receta hecha por un profesional para poder usar agroquímicos y que, caso contrario, podrán ser denunciados. “No se puede aplicar cualquier cosa”, abundó el ministro.

—¿Cómo van a encarar esas tareas? ¿Habrá controles más férreos?

—Hacia futuro lo que estamos procurando es mejorar la acción de prevención y de policía —respondió Bertero.

Las tareas de control están centralizadas en el Ministerio de la Producción. La idea de Bertero es descentralizar. Su cartera firmará convenios con los colegios profesionales para tener una mayor presencia en el territorio provincial: no sólo por las aplicaciones indiscriminadas sino para controlar el depósito de los recipientes y su disposición final. “Hay que destruirlos”, recordó el ministro. Y agregó que la provincia no es autoridad para determinar la toxicidad del glifosato; por eso, mientras el Senasa lo mantenga dentro de la banda verde se seguirá usando en suelo santafesino.

El factor que desequilibra la ecuación es la demanda internacional de granos. “El uso de agroquímicos va de la mano de la productividad del territorio”, señaló Bertero. “Nos interesa tener una producción sustentable, por lo tanto habrá que usar productos recomendados de baja toxicidad y en la forma que corresponde. Hoy es imposible pensar en el aumento de la producción granaria si no va de la mano de este tipo de aplicaciones. Iríamos a contramano de lograr el alimento social que se necesita no sólo en la Argentina sino que forma parte de los objetivos del milenio”.

—Los proyectos para actualizar la ley de fitosanitarios no prosperaron y además no cayeron bien en las organizaciones ambientalistas. Y hubo un proyecto que directamente proponía prohibir el glifosato.

—Ahí nos estamos pasando para el otro lado —replicó el ministro—. Nosotros hablamos de una aplicación que permita hacer sustentable la producción agrícola. Para eso hay que usar productos de la banda verde, y eso lo determina el Senasa. Mientras estemos en esa zona, no hay problemas.

—Cuando se discutió la ley, muchos legisladores del propio oficialismo dijeron que hay fuertes presiones y que no es fácil tratar el tema.

—El gobierno provincial, a través de sus legisladores, va a seguir trabajando sobre el tema. No vamos a mirar para el costado. Pero, como en todas las cosas, creo que tiene que haber un equilibrio: no tenemos que irnos a los extremos. Hoy, con la necesidad mundial de aumento de alimentos, de aumento de superficies granarias, de aumento de tonelajes, Santa Fe no está exenta. Y la única manera de lograr un aumento en la producción es aumentando la superficie de tierra o su uso. Tierras nuevas, en Santa Fe, quedan pocas. Tenemos que ir por un aumento de productividad y esto se logra con estos instrumentos, no sólo los agroquímicos sino también fertilizantes y otros insumos.

—Usted habla de un modelo muy tecnificado. ¿Cómo es la situación real en los campos santafesinos?

—El año pasado hicimos una campaña con los colegios de ingenieros agrónomos en toda la provincia recomendando que las recetas estén firmadas por profesionales; se dieron muchos mensajes acerca de las aplicaciones. En el territorio hay profesionales y hay instituciones dispuestos a trabajar seriamente. Que hay otros que no lo hacen seriamente, sin dudas. Y que no hay toma de conciencia, sin dudas.

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