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El legado de un mandatario omnipresente

Le dicen “El hijo de Brasil”, y aun sin haber terminado su segundo mandato ya hicieron una película sobre su vida. Luiz Inacio Lula da Silva se retira con el 80 por ciento de aprobación popular.

Le dicen “El hijo de Brasil”, y aun sin haber terminado su segundo mandato ya hicieron una película sobre su vida. Luiz Inacio Lula da Silva se retira con el 80 por ciento de aprobación popular y con el logro de que su trabajo colocó al país a pasos de convertirse en un potencia económica mundial.

Una cuestión sustancial de sus ocho años de gobierno fue el notorio aumento del gasto social. Lula creó una especie de “agenda de pobres”, en la que incluyó programas de transferencia monetaria como el Bolsa Familia –que consiste en la entrega de hasta 70 dólares a cambio de condiciones de escolarización y vacunación de los niños–, que fueron aplaudidos por los organismos internacionales.

Por este plan hoy se benefician alrededor de 40 millones de personas, en su mayoría en las regiones del Nordeste, de donde el mandatario es oriundo. Una región que había sido olvidada desde siempre y que hoy se rinde a los pies de su “redentor”. Cuán dramático habrá sido aquel olvido histórico que, pese a los esfuerzos y éxitos recientes, según un informe de la ONU, Brasil sigue militando en el pelotón de los ocho países más desiguales del mundo.

Estos proyectos, incluidos en la promesa de “hambre cero”, marketinera consigna de la campaña de 2002 del presidente saliente, suponen un gasto estimado de 12.000 millones de reales (más de u$s 7 mil millones) al año.

Otra clave del mandato que se cerrará el 31 de diciembre es la política de aumentos salariales. Desde el oficialismo aseguran que el sueldo mínimo aumentó más de un 60 por ciento desde 2002, incluso en categorías profesionales. Esto creó una nueva clase media popular llamada “clase C”, que ya alcanza a un 50,5 por ciento de la población. Se trata de nuevos consumidores que dejaron de poner “la ñata contra el vidrio” y pudieron acceder por primera vez a computadoras, heladeras y hasta automóviles.

“El alcance de Lula en materia social es único en el continente. Todos los que habían ocupado el Palacio de Planalto miraron siempre a las grandes empresas y se olvidaron de las masas pobres. Un grave error, ya que éstas han demostrado que fueron las que le dieron incentivo a la economía”, dijo el economista Joao Paulo Silva a El Ciudadano.

Precisamente en ese punto coincidió Thomaz Zanotto, director de Relaciones Internacionales de la Fiesp, que aglutina a la gran industria de San Pablo. “En este momento Brasil está en una situación muy positiva. Lula fue muy sabio en mantener las políticas económicas más ortodoxas de su antecesor, Fernando Henrique Cardoso”, indicó. “La ausencia de inflación, sumada a los programas sociales como Bolsa Familia y Bolsa Estudio llevaron al aumento de los ingresos per cápita. Su consecuencia inmediata fue el descenso de las tasas de interés y un aumento del crédito. Hoy millones de personas ingresaron al mercado y de esta manera se incentiva el consumo. Nos beneficiamos todos”, agregó.

El principal legado de Lula son las enormes reformas sociales y un país imán para las inversiones internacionales gracias a un modelo heterodoxo que no encuentra definiciones en los manuales. Sin embargo, también existen aspectos básicos que no fueron trabajados; allí radican los grandes desafíos de Dilma Rousseff.

Los detractores del lulismo le achacan no haber realizado reformas profundas y no haber invertido más en educación. En un país donde florecen las industrias, se carece de mano de obra calificada. “Es muy alto el nivel de analfabetismo, se estima en un 10 por ciento de la población, una cifra desalentadora en los tiempos que corren”, indicó Joao Paulo Silva. “Lo peor es que hay personas que apenas saben leer y escribir; ellos no entran en estos índices y se estiman en millones”, agregó.

“Considero que otro de los grandes desafíos es la proliferación de las favelas y el aumento del narcotráfico. Hay zonas a las que no llega el control del Estado, y los esfuerzos por cambiar esto son insuficientes”, agregó el economista.

Brasil, como sede del Mundial de Fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos 2016, lleva a cabo un plan de seguridad que busca neutralizar a las agrupaciones criminales. Todavía los resultados de tales esfuerzos no han podido ser cosechados y desde las grandes barriadas de Río de Janeiro denuncian constantemente los abusos cometidos por la Policía.

Por otra parte, en el plano exterior el gigante de América del Sur emerge como potencia internacional. Incluso se ha deslizado la posibilidad de que el país ingrese al elitista G-8. Sin embargo, sus relaciones “amistosas” con Irán despiertan gran recelo entre sus miembros y en gran parte de la comunidad internacional.

Pero, bajo el brazo, Lula se llevará la revista Time que lo catalogó como la persona más influyente del mundo. “Suceder a Lula será una tarea titánica. No tanto porque sea complicado seguir al pie de la letra sus reformas, ni porque sea imposible mejorar su trabajo”, subrayó Silva. “Será difícil porque su carisma será inigualable y quien lo suceda deberá cargar con la mochila de llegar después de alguien que aquí es casi omnipresente”, explicó.

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