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El lado oscuro de Internet

“Cada segundo hay 750.000 pedófilos conectados a la red”, advierte el comisario Rodolfo Koleff, experto en delitos informáticos vinculados a la pornografía infantil. En diálogo con este diario aconseja qué hacer.

Cada día del año, cada hora del día y cada segundo de cada minuto hay, a nivel mundial 750.000 pedófilos conectados a internet. Se trata de millones, acaso cientos de millones de personas que ingresan permanentemente a unos 400 mil sitios dedicados a la pornografía infantil que están enquistados en la red global. Es, valga la consideración, un “negocio” que genera cerca de 20 millones de dólares anuales: la mayoría de los portales –el 60 por ciento– son pagos. Y en esa maraña, junto a la expansión de los accesos por banda ancha, la Argentina está considerada una “gran consumidora” de pornografía infantil.

Los datos sobre el repudiable ranking los brindó el comisario inspector Rodolfo Koleff, integrante de la División Delitos en Tecnología y Análisis Criminal de la Policía Federal y especialista en delitos informáticos vinculados a la pornografía infantil.  El experto, que aceptó dialogar con El Ciudadano, estuvo en Rosario, invitado por la Defensoría del Pueblo de la provincia y la Universidad Abierta Interamericana, para dar una conferencia sobre un problema para el cual el temor y la prevención nunca son suficientes.

“La pedofilia no es un gusto, sino un trastorno de personalidad que genera una obsesión compulsiva diaria”, explicó Koleff a este diario para luego alertar sobre la existencia y crecimiento en el país de los “grooming”, palabra que suena simpática, ya que es precisamente el vehículo que utilizan para encubrir sus intenciones: son las personas que buscan ganarse la confianza de niños que acceden a internet y están en las redes sociales.

Koleff es licenciado en Relaciones Públicas y es director de la Escuela Superior de la Federal. Como dictando una clase, trata de desgranar cada parte del fenómeno, para luego advertir sobre su alcance y gravedad. “Internet se convirtió en un laboratorio y hay una especie de impunidad donde se cree que todo se puede hacer”, afirma. Y en ese marco subraya que mientras hay un crecimiento de la “dependencia” tecnológica, “no hay leyes globales que traten el tema” de la delincuencia digital: “Las que existen son locales y poco efectivas”, afirma. “Esto  lleva a la  victimización tecnológica que consiste en pensar constantemente  en la obtención de nuevas tecnologías y cuando la gente está victimizada es cuando se comete el delito”.

— ¿Qué es un pedófilo?

—El pedófilo es la persona a la que le “gustan” los chicos. Pero es un trastorno de personalidad, no un gusto sexual. En el manual de tratamiento psiquiátrico, mejor dicho de descripción psiquiátrica, se puede observar la descripción de lo que son las “parafilias”. Y dentro de ellas –con gran consenso de psiquiatras a nivel mundial– se incluyó la pedofilia. Antes era más difícil obtener imágenes de chicos: si alguien quería obtener una foto de un chico en una plaza había que ir con una cámara con rollo, sacar la foto y llevar a revelarla. Pero ahora, con los  avances tecnológicos, se puede tener la imagen con un celular, un reloj, hasta con llaves. Cuando hacemos un allanamiento, buscamos todas estas cosas. La pedofilia es adictiva y produce una función autorregulatoria, una obsesión compulsiva diaria. Y ahora tiene a su favor la tecnología.

— ¿Cómo es un pedófilo?

—En promedio son adictos a la pornografía y a internet. Están integrados a la sociedad, tienen buenos modales. Pueden ser casados o solteros, tienen trabajo estable, son introvertidos, reservados, tienen pobreza afectiva y creen que es un gusto. Son dominados por su fantasía y quieren repetir el abuso. Están cansados de consumir pornografía para adultos, y buscan un reemplazo.

— ¿Y qué es un grooming?

—El grooming tiene la intención de establecer un vínculo con un menor. Simula ser un niño, participa en canales de chat para niños. Hace contactos con los chicos a través del fotolog, donde está incluido el correo electrónico. Después presiona al menor para obtener fotos, o incluso un encuentro. Hay hasta un grupo internacional, Boy Love Day que habla de buscar una “pedofilia civilizada” e intenta resguardarse en normas internacionales. Ellos tienen su propio sitio con más de 300.000 visitas y fijaron como su “día” el 24 de junio. Y hablan del “orgullo pedófilo” y forman grupos de presión: en 2003 dos psiquiatras intentaron sacar de la parafilia a la pedofilia. Los pedófilos tuvieron hasta un partido político en los países bajos.

— ¿Qué dicen las estadísticas?

—Los números de las Naciones Unidas, que son estadísticas públicas, dan a conocer un escalofriante e impactante número: hay 750.000 pedófilos en la web que permanentemente están buscando pornografía infantil. Estamos hablando de algo muy serio: nosotros cada vez que hay un procedimiento encontramos miles y miles de fotos infantiles. Y este es un delito que no está criminalizado internacionalmente: el 40  por ciento de los sitios son gratuitos para colgar pornografía. Y en algunos casos le piden material al propio consumidor para darle acceso: muchos de ellos se jactan de las “producciones artesanales” que realizan.

— ¿Cuáles son los cuidados que hay que tener para evitar estos delitos?

—No abrir archivos de desconocidos, no usar sobrenombres que den idea de la edad, no llenar formularios con datos personales, no colgar fotos en sitios o dárselas a personas desconocidas, evitar encuentros con personas que se conocen “on-line”, no aceptar contactos de personas u organismos desconocidos. Tampoco hacer “click” en un vínculo dentro de un correo, evitar opciones como “recordar nombre y contraseña”. Hablar con los adultos cuando se recibe cualquier propuesta de desconocidos.

Y para los mayores ver y entender las aplicaciones de las que hablan los chicos, como Fotolog, Facebook, los programas peer to peer, el chat, el Messenger. Los chicos tienen que aprender a confiar en los papás  y los padres tienen que educar a los hijos: tenemos que volver al contacto con los chicos. Porque no solamente son bebés: también estamos hablando de muchachos grandes o de las chicas mismas que tienen como ritual desnudarse delante de la pantalla. No son travesuras, porque del otro lado hay alguien que es más vivo.

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