Espectáculos

El ilusionista

Estreno 13 enero

El realizador de Las trillizas de Belleville, Sylvain Chomet, vuelve a sumergirse en el inspirador mundo del actor y director Jacques Tati y esta vez no sólo desde su despliegue visual. También lo hace a través de un guión inédito de 1956 que lleva la firma de Tati y que éste estaba a punto de rodar cuando lo sorprendió la muerte. El Ilusionista, que así dio en llamarse el film, está teñido de un fuerte tono melancólico que va creciendo a medida que la historia se va desarrollando.

Como se vio en Las trillizas de Belleville, Chomet plantea su relato a partir de un exquisito diseño de arte con detalles que harán las delicias de los seguidores de la animación elaborada. En El Ilusionista, Chomet tiene como personaje central a un mago llamado Tatischeff, que se presenta mostrando cómo los espectáculos conocidos como varieté comenzaban su declive. Una serie de expresiones artísticas recientes, el rock and roll entre ellas, conseguían la atención de los espectadores. De este modo, Tatischeff saldrá a la búsqueda de los espectadores perdidos. Cuando pisa Escocia conocerá a una introvertida joven, Alice, con quien establecerá una relación cercana a la paternidad, vínculo que a ella le permitirá conocer una realidad hasta entonces ignorada.

Pero en este trance las cosas no son nunca lo que parecen y Tatischeff se las tendrá que ver con un destino que se le pone cada vez más adverso, ya que tendrá que hacer frente a las penurias con un show demasiado humilde y un irreverente conejo blanco a cuestas.

En su anterior film, Chomet también abordaba el mundo del espectáculo desde un lugar más cómico; en este caso, la comicidad de El Ilusionista sigue siendo eminentemente física, pero esta vez prefirió dar al relato un tono entre íntimo y melancólico.

La película es un testimonio de una época donde el espectáculo era de una forma determinada y ya nunca más será, pero es en el personaje de la muchacha donde puede verse cómo el camino se abre hacia nuevas generaciones.

El Ilusionista está hecha casi sin diálogos y la forma de la animación pertenece a la vieja escuela, una justa elección para una historia que homenajea a un maestro del cine como Jacques Tati, y algo de este film alude a cuestiones que uno de sus títulos más visto, Las vacaciones del señor Hulot desplegaba de manera admirable. Es que Chomet decidió plantear asuntos que en su expresión mucho deben a la también escuela del cine mudo en general y a la del gran maestro francés en particular.

Salas: Showcase.

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