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El ideario de muerte de Edgar Alan Poe, repensado en la era post pandemia  

Leandro Maccagno, al frente de un gran equipo artístico, dirige “Poe. Trilogía siniestra”, una adaptación escénico-poética de sus cuentos “El corazón delator”, “El retrato oval” y “El Cuervo” que se presenta los fines de semana en el Cultural de Abajo    


Lo siniestro, lo incómodo, la oscuridad y la presencia cercana de la muerte que al menos a primera vista encierra la obra del poeta, escritor y periodista norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849), en cierto modo el fundador de una especie de romanticismo gótico o al menos el primero que le puso una impronta fácilmente reconocible, es la materia que el maestro y director teatral local Leandro Maccagno tomó para montar Poe. Trilogía siniestra, obra que presenta en el Cultural de Abajo a partir de adaptar los cuentos “El corazón delator”, “El retrato oval” y “El Cuervo”. Pero lo hizo a fines de 2019, por lo tanto, tras la pandemia, la obra se resignificó dado que esa idea de muerte que rondaba en el adentro del material explotó en el afuera y en todo el mundo, por lo tanto la obra hoy es otra y tiene otras resonancias.

Con las actuaciones de Gonzalo Dieguez, Matías Neirotti, Ignacio Chazarreta, Macarena Villalobo, María de los Ángeles Martínez (soprano) y Juan Pedro Casañas, a lo que suman la asistencia de dirección de Octavio Melano, puesta de luces de Pablo Pizarro, vestuario de Lorena Fenoglio y maquillaje de Lucía Telesca, escribe Maccagno acerca de su obra: “Cinco personajes sumergidos en la mente del escritor estadounidense. Muerte, obsesión, sangre y locura, como acompañantes de una lúgubre existencia. Demonios que se repiten, que resuenan, que cantan, que le cantan y lo atormentan. Retrato de la vida de Edgar Alan Poe”.

Revisar a Poe

“El interés por la obra de Poe arranca a partir de que una profesora me convoca para la Feria del Libro con la intención de adaptar «El corazón delator» (uno de sus cuentos emblemáticos); ese trabajo gustó mucho y a partir de allí y por medio de Aricana (Asociación Rosarina de Intercambio Cultural Argentino Norteamericano) me propusieron seguir con ese proceso. La verdad es que es un autor que había leído en la adolescencia y siempre me gustó, pero me sorprendió la cantidad de seguidores que tiene”, dijo Maccagno, de vasta trayectoria como director y adaptador de grandes autores que aquí cuenta una historia, la del propio Poe y sus fantasmas, que acontece en una especie de gran anticuario que, como en los cuentos, se va desarmando.

“En este proceso trabajé con Matías Neirotti que es alumno de mi taller y recibí el voto de confianza de mucha gente que me decía que tenía que seguir con Poe, por ejemplo Clide Tello (destacada docente e investigadora local) que me alentó a seguir investigando en su obra. Así se fue agregando gente, entre más Gonzalo Dieguez para preparar el montaje de «El Cuervo», el poema de Poe; y finalmente aparece «El retrato oval», donde ya hay una dramaturgia a partir de que desdoblo el cuento original, y el relato es a partir de la chica que aparece en el retrato y no del visitante como está escrito, al tiempo que lo enmarco en la Guerra de Secesión norteamericana (década del 60 del siglo XIX)”, dijo Maccagno sobre un largo proceso que derivó en un montaje que aglutina todo ese recorrido con un marcado interés por la precisión y el detalle.

El creador habló del desafío de poner en escena a un autor de la envergadura de Poe. “Creo que el mayor desafío está en que hay dos estilos narrativos que son muy difíciles de poner en escena, de trasladar a la escena. El primero es el terror y el otro es el erotismo, sin caer en lo pornográfico o en el mal gusto. Y entonces esos fueron los desafíos: cómo generar el terror en el teatro sin los condimentos que por ejemplo tiene el cine, entre otras cosas con los efectos especiales y el poder de la pantalla grande. No se podía perder la esencia de Poe, su oscuridad, poder contar lo siniestro y al mismo tiempo pasar de lo narrativo a lo dramático y cómo sostenerlo; fue un tiempo de mucho entrenamiento y de un trabajo con la palabra, poder mantener la atención del público, cómo lograr esa retórica de intriga y suspenso para que no se pierda en el aquí y ahora del teatro”, dijo Maccagno quien destacó que es tal el interés que provoca la obra que en las funciones que lleva realizadas, y aunque parezca una obviedad pero claramente no lo es, “logramos que la gente se olvide de los celulares y no se mueva de sus butacas, y estamos hablando de un público amplio, de distintas generaciones”.

Entre otros aspectos de la puesta, el creador planteó la preponderancia del vivo y un claro interés por lo dramático en tiempos de un teatro posdramático: “No usamos para nada la tecnología; todo el universo sonoro se produce en vivo, incluso la música, dado que hay un contrabajo que se ejecuta en escena y que se vuelve un personaje más. Pero todo lo audible se genera de forma natural al modo del siglo XIX, incluso es algo que reforzamos desde la puesta de luces que en gran medida se produce también desde la escena, incluso generando una atmósfera singular que también se apoya desde los aromas; apelamos a los sentidos de un público amplio y para los seguidores de Poe se vuelve otro desafío porque cada espectador encuentra en el convivio teatral algo de ese mundo que viene de la lectura”.

Más allá de que se trata de materiales estancos, la obra está unificada a partir de una teoría del mismo autor. “Está unida a partir de la teoría de la composición o la filosofía de la composición que el mismo Poe escribe acerca de cómo se deben contar los cuentos; a partir de esas sugerencias fui armando los intersticios narrativos entre un cuento y el otro para lograr una unidad”, destacó el director.

Y profundizó: “Hay un único personaje real que es el propio Poe porque el resto son espectros, imágenes, vivencias; son sus miedos, su pulsión de muerte, sus amores perdidos, dado que tuvo una vida espantosa porque perdió a todas las personas que amó rápidamente y terminó adicto al opio y al alcohol, incluso las dudas que hay sobre su muerte: si murió a causa de la cirrosis, si se suicidó o si lo mataron, porque además era alguien muy metido en el ocultismo, alguien a quien le aterraba la catalepsia, al punto que mandó a colocar una campana en la que sería su tumba por si se despertaba. Ese es un elemento referencial en la obra como también lo es el número tres, la idea de una trilogía, un número cabalístico, y muchos otros elementos que tomé de la teología. Es una obra donde trabajamos una semiótica muy compleja, muchos planos de detalles, por eso hay gente que elige verla más de una vez para poder profundizar en esas lecturas”.

Finalmente, el creador habló de los personajes a los que les quitó sus nombres. “Ya no tienen nombres, son alegorías que están dentro de su psique, de sus cuentos. Tanto las mujeres como los hombres que van apareciendo están muy relacionados con estos espectros que van tomando vida y color a medida que se van a incorporando al relato. Es una obra que estrenamos en principio en noviembre de 2019, antes del «Apocalipsis», y que hoy está muy distinta; la idea de la enfermedad, de lo pandémico y del contagio, la presencia de la muerte, ahora están agregados y son temas de los que en cierta forma nos vimos obligados a hablar, porque es algo que también trajo la pandemia. Hablar de la muerte y del miedo siempre es algo incómodo. Y no por hacer apología del dolor con esta pandemia espantosa en la que todos hemos perdido a alguien cercano, sino para pensar cómo enfrentamos este tanatos: esta vida y esta muerte, cómo lo sobrellevamos y cómo funciona esta idea de que Poe más allá de estar muerto sigue estando vivo, lo cual es una gran paradoja”.

Para agendar

Poe. Trilogía siniestra, con dramaturgia y dirección de Leandro Maccagno, se presentará este sábado a las 21 en el Cultural de Abajo, de Entre Ríos 570, para regresar a ese espacio los domingos de septiembre. Las entradas se reservan a través del 341-2258180 y las funciones están sujetas a los protocolos sanitarios vigentes que entre otras cosas implican el uso de barbijos y el aforo reducido

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