Observatorio

Series

El hereje en una civilización humana privada de la vista

“See” es una propuesta fantástica de la plataforma Apple TV+ donde tras un virus, la población mundial quedó reducida, sin poder ver y con otros modos de percepción y de relación basada en los otros sentidos


En los primeros días de noviembre la compañía Apple lanzó oficialmente el servicio de streaming con el que intentará competir con otras plataformas de transmisión como Netflix, Amazon Prime y la inminente Disney Plus. Apple TV+ se suma entonces a esta lucha por el monopolio de la transmisión a nivel global que viene desde hace tiempo liderando la endeble Netflix. La plataforma salió al mercado con series originales como The Morning Show, una serie en tono de comedia con Jennifer Aniston, Reese Witherspoon y Steve Carell; Dickinson, una serie que aborda con humor la vida de Emily Dickinson, y, entre otras más, la fantasía postapocalíptica See. Asímismo, directores como Steven Spielberg, M. Night Shyamalan, Sofia Coppola, Alfonso Cuarón y J.J. Abrams ya han firmado un acuerdo de producción de películas y series para la megacompañía que se ha lanzado a la guerra del streaming.

Otro modo de percepción

See es una muy costosa producción creada por Steven Knight, el responsable de, por ejemplo, las series Peaky Blinders y Taboo. Protagonizada por Jason Momoa (Juego de Tronos, Aquaman), la serie propone un mundo postapocalíptico en el que, tras un virus que en 2019 redujo la población mundial al ínfimo número de dos millones de habitantes, esa población sobreviviente ha quedado privada del sentido de la vista, al igual que toda su descendencia. See comienza varias centurias después del acontecimiento apocalíptico, por lo cual nos ubica en un mundo en el que una nueva civilización humana se ha desarrollado y sobrevivido postulando otro modo de percepción y de relación con el mundo basado en los sentidos del gusto, el olfato, el oído, y el tacto. La visión allí, al igual que la luz, son ya leyendas negras ligadas al mal mismo, al mundo de los antiguos del que poco se conoce más allá de su desaparición catastrófica.

La premisa es prometedora. El mundo de See es uno que ha vuelto a configuraciones pre-modernas cercanas a las de los pueblos bárbaros y al imaginario de la primitiva europa medieval, con algunos clanes en lucha en medio de una naturaleza desbordante. La cultura de esta nueva civilización es, claro está, radicalmente diferente a la de los antiguos. Sus integrantes carecen del sentido de la visión, por lo cual se relacionan con su entorno de otros modos, se mueven de otras maneras. Oyen, huelen, tocan, sienten. La idea del “ver” es desplazada al mito de los antiguos, y a un atributo de los dioses (o del Dios, aún no está claro el imaginario religioso de esa civilización); hablar de la visión, pensar a la vista en el terreno de lo mundano es ya condenado como herejía. La posibilidad de la visión, claro está, supone en ese mundo un poder inconmensurable. Tal punto de partida promete, en principio, un imaginario caudaloso. Son muchas las aristas a explorar en relación a las vivencias de un mundo no oculocentrista, como el nuestro. Las luchas, que las hay y en cantidad, se desarrollan de otras formas, con otros tiempos, con otros movimientos. Los signos de acercamiento físico son sonoros o táctiles. Los desplazamientos lentos. Otro mundo perceptivo se ha desarrollado, pero sí, es cierto que en la serie, en principio, no se explora lo suficiente este punto que configura desde el inicio lo más interesante de la propuesta.

El peligro del quinto sentido

Ahora bien, presentado ese mundo, el conflicto central de See se despliega en torno a la figura de un hereje que ha osado hablar de su posibilidad de ver. Los protagonistas de la serie pertenecen a una tribu pequeña, la aldea Alkenny, asentada por muchos años en la cima de una montaña de difícil acceso. Cerca de ellos, un reino poderoso instalado sobre las ruinas de una construcción de los antiguos, con su excéntrica reina, sus ejércitos, sus sacerdotes, y sus cazadores de brujas. El disparador del conflicto, es el nacimiento, en el seno de la tribu, de una niña y un niño, hermnxs gemelxs, que llegan a ese mundo con el poder de la visión. Allí se desata la persecución, enterada la reina de tal suceso, ya no sólo aquel hereje espectral buscado desde tiempo atrás, sino ahora lxs niñxs deben ser eliminadxs. El “quinto sentido” es herejía porque supone el peligro de un poder inconmensurable.

En los 3 primeros capítulos la serie abarca varios años. Lxs niñxs crecen, acceden a un legado oculto que es un baúl con libros de los antiguos, estudian, aprenden, desarrollan su poder, y poco a poco toman conciencia de lo que ello supone: “Podría matar a cualquiera sin ser descubierta”, le dice la niña ya adolescente a su hermano mientras apunta con su arco a una persona cercana. ¿Cómo lidiar con semejante poder? El poder supremo es tener al enemigo siempre “a la vista”.

No alcanza

See parte de esa premisa más que interesante y que tendría mucho potencial. Pero en lo visto hasta ahora, el vuelo es apenas rasante y un poco accidentado. Ese mundo no alcanza a desplegarse plenamente en sus curiosas singularidades, los personajes se reducen a tipos de universos fantásticos ya conocidos, el aquí ambiguo conflicto entre la luz y la oscuridad se ve aprisionado en un enfrentamiento esquemático, y el apoyo excesivo en la espectacularidad visual de la exuberante naturaleza canadiense se desentiende del foco problemático que la misma serie a propuesto (la posibilidad de otras percepciones del mundo). Habrá que ver, claro, como se desarrolla y hacia dónde lleva ese tema de lo visual y las percepciones en relación a la lógica del poder y sus luchas. Por lo pronto, aunque no está del todo mal como producto fantástico, no pasa de ser un juego carísimo y medianamente atendible. Lo que sí queda claro con este lanzamiento de la nueva plataforma Apple TV+ es que la guerra del streaming no apunta a una renovación destacable del formato de las series, sino a un afianzamiento monopólico de la banalidad instaurada por la hasta ahora plataforma dominante, Netflix.

Comentarios