Luego de más de dos años de incertidumbre sobre la designación de una nueva dirección del Museo de la Memoria de la ciudad, a fines de julio se confirmó que, luego de concursar el cargo, el licenciado en Ciencia Política Lucas Massuco ocupará el lugar.
El especialista en Evaluación de Políticas Públicas y ex coordinador institucional del museo conversó con El Ciudadano sobre cuáles serán los ejes de trabajo de su gestión, entre los cuales mencionó en primer lugar la intervención de la muestra permanente que fue creada en 2010 cuando el museo se mudó a su sede definitiva en la esquina de Córdoba y Moreno, en el edificio donde funcionaba el Comando del II Cuerpo de Ejército Argentino.
“La idea es hacer una actualización, no temática ni de contenidos pero sí una mediación de dispositivos que están entre la muestra y el o la visitante. Que haya más tecnología, más información. Hay que hacer una pedagogía mucho más concreta que acompañe a la obra de arte que está exhibida en la muestra permanente del museo”, explicó.
Además, van a crear una mediateca y una sala específicamente destinada a niñas y niños. “El museo en estos 25 años generó un montón de producciones audiovisuales y documentales que van a estar alojadas en esta mediateca y al mismo tiempo nunca abordó a las infancias como público. Entonces, vamos a generar un espacio para lectores, que haya una especie de convivencia de tres generaciones: los lectores tradicionales, por así decir, las nuevas generaciones y las infancias”, explicó.
A estos objetivos se suma uno que Massuco considera fundamental: “El museo tiene que empezar a decir de forma mucho más tajante y clara que lo que ocurrió en Argentina fue un genocidio y que ese genocidio fue un antes y un despues. La muestra permanente tiene que ser un testimonio, una evocación de esto”.
En este sentido expresó que “el genocidio es el punto de partida de la estructura social que vivimos hoy”. “Es una sociedad post genocida pero el post no quiere decir que hayamos superado el genocidio sino que éste fue el momento fundacional. Todavía estamos viviendo sus consecuencias políticas, sociales, económicas y simbólicas. Tenemos que deconstruir esa matriz genocida en nuestro vínculo social”. Para él, el Museo tiene una responsabilidad sobre este tema, sobre todo, en relación a las nuevas generaciones, aquellos que nacieron incluso post 2001.
Negacionismo en ascenso
Massuco también planteó una preocupación en torno a los desafíos que se vienen en el país -y en el mundo- por la popularidad que están adquiriendo discursos que niegan o relativizan los crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado que rigió en Argentina entre 1976 y 1983 cuando las Fuerzas Armadas tomaron el control.
“No creo que pare el proceso de estos discursos reivindicadores de la última dictadura. Al contrario, tenemos que asumir que llegó para quedarse. Tenemos que estar muy atentos y activos para que el público que está entre medio de los dos grandes polos no sea seducido por el polo negacionista. Hay que estar muy fuertes”, consideró.
Recordó figuras como Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil y los movimientos neo nazis en Europa como parte de un proceso global que tiende a una derechización de las sociedades.
Sin embargo, puntualizó que “hay nuevas generaciones que nacieron en el siglo XXI y no conocen lo que es un estado de sitio, por ejemplo, de forma vivencial pero sí conocen todas las violaciones a los derechos humanos y todas las deudas que la democracia tiene”. Le parece que como institución deben estar acompañando a estas personas teniendo en cuenta también que “estamos en una etapa en la que poco a poco la historia reciente se transforma en historia con mayúscula. Deja de ser reciente, estamos muy cerca de cumplir 50 años del golpe de Estado”.
Consideró que tanto el museo como otras instituciones estatales y todo el arco de organismos de derechos humanos deben estar atentos para prevenir porque, además, “tal vez en diez o quince años los y las grandes referentes del movimiento de derechos humanos ya no estén con nosotros”.
Diálogo con la sociedad
Massuco nombró dos temas de actualidad con los que trabaja el museo: violencia institucional y feminismo. “Está el derecho a descubrir tu identidad como lo trabajó tradicionalmente Abuelas pero lo ponemos en vínculo con las identidades que hoy en día circulan en el espacio público y en el espacio privado”, se refirió en relación a las cuestiones de género.
Habló de las inequidades que existen en la ciudad y la forma de relacionarnos: “La matriz económica que nace en la dictadura hoy en día la vemos más vigente que nunca y es el origen, el huevo de la serpiente prácticamente. La forma de construir lazos y vínculos con el otro a partir de la desconfianza del individualismo, del no me voy a meter, o que el otro es un peligro nace en dictadura y hoy en Rosario es lo que tenemos diariamente en la calle”, consideró.
Además, puntualizó cómo le interesa hablarle a los más chicos: “Nosotros abordamos la temática del genocidio a través del arte, no de forma morbosa. Creo que hay que hablarles desde la diaria de esas infancias: el derecho a la libertad de expresión, a la identidad, a juntarse con tus pares, a disfrutar, a divertirse, jugar y correr. Creo que así instalás la semilla, cuando sean más grandes y sepan que hubo un 24 de marzo se pueden empezar a preguntar y a cuestionar esa historia y esta democracia”.
Trastocar el sentido histórico
En el primer semestre de 2022, el museo recibió 2500 visitas a la muestra permanente y la misma cantidad en contingentes escolares. La gradual salida de la pandemia por coronavirus permitió que este espacio renovara el interés de los ciudadanos. Además de las muestras, del centro documental y del equipo de asesoramiento jurídico que funciona allí, el museo participa de distintos eventos culturales como ferias de editores u ofrece actividades como obras de teatro.
“Acá hay mucho dolor, ausencias, desaparición, muerte y derechos suprimidos. Pero también está lo otro: la lucha de Madres y Abuelas, el reflexionar sobre la historia latinoamericana y con esta mirada de Graciela Sacco -artista visual- sobre nuestro rol en los procesos sociales que a veces no nos tocan de forma directa… Está el arte, la música, el teatro, la poesía. Transformamos el dolor. Trabajamos para reconvertir el sentido histórico del edificio, para trastocarlo”, definió.
El lugar donde se delinearon políticas criminales de desaparición de personas, tortura y muerte, hoy aloja todas esa expresiones culturales “que la dictadura hubiera considerado subversivas”.
¿Por qué tener un museo de la Memoria?
“Es fundamental porque el proceso de memoria, verdad y justicia de Argentina es uno de los pilares de la construcción democrática”, respondió el flamante director, el más joven de la historia del Museo que se creó bajo la órbita de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad en 1998.
El museo, consideró, “permite reflexionar sobre qué democracia real tenemos y cuál es la que deseamos”: “Tener un Museo de la Memoria permite revitalizar los debates democráticos y generar, aunque no me gusta la metáfora biologicista, los anticuerpos para las amenazas y tentaciones negacionistas reivindicadoras de la dictadura, demagógicas, que estamos viendo circular”.
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